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martes, 11 de mayo de 2021

¿SON TODOS LOS PECADOS IGUALES?

Una de las preguntas más frecuentes entre quienes tienen una consciencia religiosa es: “¿Son todos los pecados iguales? Con el fin de responder tal pregunta, debemos acudir a la única fuente definitiva que puede hablar con autoridad acerca de los pecados: la Biblia. Cuando lo hacemos, vemos que la respuesta depende del contexto en el que se formula la pregunta.

En un sentido general, la respuesta es: Sí, el pecado es pecado. Santiago 2:10-11 dice: Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley.  De estos versículos, vemos que cualquier pecado es suficiente para condenar a una persona como pecadora. Juan dijo lo mismo cuando escribió: Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley (1 Juan 3: 4). 

Entonces, aunque nuestra sociedad puede ver ciertos pecados como más o menos importantes que otros, la Biblia enseña que cualquier desviación de la ley de Dios es suficiente para mantener a un individuo alejado de la presencia del Señor, si ese pecado no es perdonado.

Este punto se subraya aún más en la historia del joven rico (Lucas 18: 18-27). El joven rico le explicó al Señor Jesús que había guardado todos los mandamientos desde su juventud. El Señor le respondió diciendo: Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. 

Ante estas palabras, el joven rico se fue con tristeza. Aunque había guardo todos los mandamientos menos uno, seguía viviendo en pecado, debido al hecho de que valoraba su riqueza más que su relación con Dios. Según la declaración del Señor Jesús, al joven sólo le faltaba “una cosa”, sin embargo, esta fue suficiente para mantenerlo lejos de la presencia de Dios. Entonces, en este contexto, todos los pecados son iguales.

Sin embargo, el hecho de que cualquier pecado pueda condenar a una persona no significa que todos los pecados sean juzgados de la misma manera, o tengan las mismas consecuencias espirituales. La Biblia declara claramente, en numerosos lugares, que Dios considera que algunos pecados son “mayores” o más malos que otros. Por ejemplo, en Éxodo 32:21, Moisés le preguntó a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? 

Obviamente, este es un lenguaje comparativo, lo que indica que el pecado de Aarón fue más grande o tuvo mayores implicaciones que algún otro pecado. 

También vemos este concepto trasladado al Nuevo Testamento. En Mateo 5:19, el Señor Jesús dice: De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Claramente, ciertos mandamientos son considerados menores, o pequeños y, por comparación, otros deben ser considerados mayores

El concepto de mandamientos mayores se encuentra en Mateo 23:23. Allí el Señor Jesús reprendió a los fariseos diciéndoles: “Dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Su punto fue muy claro; la falta de diezmo de una pequeña cantidad de las especias era un pecado menor en comparación a no administrar justicia y misericordia al prójimo.

Quizás la demostración más explícita de este principio se expresa en la conversación del Señor Jesús con Pilato. En Juan 19:11, Él le dice a Pilato: El que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene. Su declaración no podría ser más directa. El individuo responsable de entregar al Señor a Pilato había cometido un pecado mayor que el pecado cometido por Pilato.

¿Y qué hay de Génesis 19 donde se describe la destrucción de Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas? (Judas 1:7) Implícito está en el pasaje que el pecado de los habitantes de estas ciudades era mayor que el de todas las otras ciudades del Medio Oriente, porque sólo ellas fueron destruidas.

Con esto en mente, una persona puede preguntarse cómo todos los pecados pueden hacer que una persona se pierda, pero algunos pecados son juzgados más severamente que otros. Una simple ilustración será suficiente para aclarar esta situación. 

Supón que una persona pide prestado dinero al banco para comprar un automóvil de 10 millones de pesos. Esa persona le devuelve el al banco 9 millones, pero deja de hacer los pagos finales por el auto. ¿Qué sucederá? El banco le quitará el automóvil, aunque la persona pagó todo el saldo excepto sólo 1 millón. Cualquier saldo impago es suficiente para perder el automóvil. 

Ahora supón que una persona pide prestados 10 millones para un automóvil y no devuelve nada. ¿Qué pasará? El banco también le quitará el automóvil. 

En estos dos casos, una persona tiene una deuda mayor que la otra. Pero ambas son deudas. Aunque sean de diferente cantidad, es suficiente para costarles a ambos clientes sus respectivos autos. 

Podemos ver que la Biblia dice explícita y claramente cómo ve Dios los pecados. Los pecados varían en términos de juicio y culpa, sin embargo, cualquier pecado es suficiente para hacer que una persona pierda su alma si Dios no le perdona. En vista de esta verdad, esforcémonos todos por obedecer fielmente a Dios para que la sangre de Su Hijo Jesucristo nos limpie continuamente de todos nuestros pecados confesados y abandonados, desde el menor hasta el mayor (1 Juan 1:7).  

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