La última edición de la revista TIME fechada el 12 de agosto de 2013 tiene
el siguiente título en la portada: “La Vida Libre de Hijos: Cuando tenerlo todo
significa no tener hijos” [The Childfree Life: When having it all means not
having children, by Lauren Sandler. Ver: http://www.time.com/time/covers/0,16641,20130812,00.html].
Nada podría describir mejor el espíritu de
la era actual, donde la maternidad es vista como un obstáculo para una vida
plena y como una ofrenda que fácilmente se deja en el altar del hedonismo
narcisista de esta generación mala y adúltera. Si sólo se tratara de condicionar
a las mentes jóvenes para tomar medidas de “control de la natalidad” dentro del
marco de un matrimonio heterosexual y de por vida, “tal vez” no sería tan malo.
Pero siendo que la citada publicación es de Estados Unidos, nación que encabeza
a nivel mundial la práctica sistemática del asesinato de bebés en el vientre
materno, no podemos dejar pasar la oportunidad sin comentar acerca del
desafortunado título y sus implicaciones a la luz de la Palabra de Dios.
En los Estados Unidos, cada 20 segundos un bebé es asesinado por medio de un aborto inducido
quirúrgica o químicamente.
Si se considera que a las 16 semanas de
gestación el corazón de un bebé en el
vientre materno está bombeando 23 litros de sangre al día, la palabra
“aborto” no es otra cosa que un eufemismo hipócrita para asesinato.
¿POR
QUÉ SON ABORTADOS LOS BEBÉS?
Según el Instituto Alan Guttmacher (el laboratorio de investigación de
Planned Parenthood [Paternidad Planeada]), sólo el uno por ciento de las madres que abortan en Estados Unidos son
víctimas de incesto o violación. El uno
por ciento lo hace porque el feto tiene malformaciones. El cuatro por ciento lo hace porque un
doctor le ha dicho que su salud podría empeorar si el embarazo continúa. El cincuenta por ciento aborta simplemente
porque no quieren ser madres solteras o tienen problemas con su parejas. El
resto de las madres que abortan aduce que no pueden permitirse un niño por
motivos económicos y/o porque el bebé podría interferir con sus vidas
(carreras, estudios, etc.). A nivel mundial, cincuenta y cinco millones de bebés son abortados cada año. Desde
ayer (a esta misma hora) a hoy, 150.685 bebés fueron asesinados por un aborto
inducido.
Según la Biblia y de acuerdo a
la ciencia, EL ABORTO ES ASESINATO
Nuestras mentes han sido condicionadas a aceptar la idea de que un bebé
en el vientre materno es algo menos que humano. Al niño por nacer se lo
denomina peyorativamente “feto”. La
creencia popular es que hay menos culpa involucrada en la destrucción de algo a
lo que se le llama “feto”, en lugar de pensar que se mata a un bebé.
La verdad es que DIOS LLAMA “NIÑO”AL BEBÉ POR NACER:
“El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre
con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido [literalmente:
tenía
un niño, un bebé] del Espíritu Santo. José su marido, como era
justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en
esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de
David, no temas recibir a María tu mujer, porque
lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es” (Mateo 1:18-20).
El nacimiento de Juan el
Bautista
Durante el sexto mes de su embarazo la madre de Juan recibió la visita
de María. Lucas 1:41 dice: “Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación
de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del
Espíritu Santo”.
La palabra griega que se traduce aquí “criatura” es brefos: niño.
Dios usa la misma palabra cuando se refiere al bebé en el pesebre. Lucas
2:12 dice:
“Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño [brefos] envuelto en pañales, acostado en
un pesebre”.
Lucas 2:16 dice: “Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y
a José, y al niño [brefos]
acostado en el pesebre”.
En 2 Timoteo 3:15 Pablo, escribiendo a Timoteo, le dice: “y que desde la
niñez has sabido las Sagradas Escrituras…”. Una traducción más literal del
griego de este texto diría: “y que desde que eras niño has conocido
las Sagradas Escrituras”. La palabra griega que se traduce aquí “niñez” y “niño”
es brefos.
Lucas 18:15 dice: “Traían a él los niños [brefos] para que los tocase; lo cual viendo los discípulos, les
reprendieron”.
Hechos 7:19 dice: “Este rey, usando de astucia con nuestro pueblo, maltrató
a nuestros padres, a fin de que expusiesen a la muerte a sus niños
[brefos], para que no se propagasen”.
Ellos estaban arrojando a sus niños [brefos]
al río para que “no se propagasen”. Todos consideramos ese acto un asesinato.
Cuando un niño es muerto por terceros después de su nacimiento o estando en el
vientre materno, Dios considera que es un asesinato.
Dios usa la misma palabra cuando se refiere al bebé en el pesebre: “Esto
os servirá de señal: Hallaréis al niño [brefos] envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lucas 2:12).
La misma palabra griega que se usa para describir a Cristo en el pesebre
es la que se utiliza para describirlo en el vientre de María:
“Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño
[brefos] acostado en el pesebre” (Lucas 2:16).
Dios le dijo a Jeremías: “Antes que te formase en el vientre te conocí,
y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (Jeremías
1:15).
Dios lo “formó” en el vientre de su madre, y sin embargo, Dios lo conoció
antes de que lo formara, y le dio por profeta a las naciones. Si su
madre se hubiera inducido un aborto, Dios habría considerado tal acción como un
asesinato.
Isaías declaró: “Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de
mi madre tuvo mi nombre en memoria” (Isaías 49:1). Si su madre se hubiera inducido
un aborto, Dios habría considerado tal acción como un asesinato.
Job declaró: “Me vestiste de piel y carne, y me tejiste con huesos y nervios” (Job 10:11). Si su madre se hubiera inducido un aborto, Dios habría considerado tal acción como un asesinato.
Pablo declaró: “Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el
vientre de mi madre, y me llamó por su gracia” (Gálatas 1:15). Si
su madre se hubiera inducido un aborto, Dios habría considerado tal acción como
un asesinato.
David declaró: “Porque tú formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” (Salmo 139:13-16). Si su madre se hubiera inducido un aborto, Dios habría considerado tal acción como un asesinato.
David también declaró: “He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado
me concibió mi madre” (Salmo 51:5). Si su madre se hubiera inducido un aborto,
Dios habría considerado tal acción como un asesinato.
La “ciencia” dice
Hay cuarenta y seis cromosomas en el núcleo de una célula humana. El
padre contribuye veintitrés, y la madre contribuye veintitrés. En el momento de
la concepción, estas dos células se unen y forman una nueva célula de cuarenta
y seis cromosomas. Se trata de la primera célula de un nuevo ser humano.
Divisiones celulares sucesivas entonces resulta en el desarrollo de un bebé.
Un bebé pasa por dos etapas antes del nacimiento. La ciencia se refiere
a estas etapas como los períodos embrionarios y fetales. La transición se
produce aproximadamente al final de la novena semana después de la concepción.
En este momento los brazos y las piernas se desarrollan y los dedos y de los
pies se empiezan a formar.
Este bebé se forma por “una división celular sucesiva” y no está
recibiendo nuevas células de su madre. El nuevo individuo está protegido, y se
alimenta a través del cuerpo de la madre, pero sería crasa ignorancia y
contrario a los hechos científicos el afirmar que es sólo un tumor en el cuerpo
de la madre.
El bebé crece después del nacimiento mediante “divisiones celulares
sucesivas”, exactamente de la misma manera que creció mientras estuvo en el
vientre materno.
La madre contribuye una sola célula que contiene la mitad de los
cromosomas normales. El padre proporciona la otra célula con veintitrés
cromosomas. Cuando estas dos células se encuentran y se combinan, la concepción
tiene lugar y se forma un bebé.
Ni la madre ni el padre contribuyen otra célula después que la concepción
se lleva a cabo. Después del momento de la concepción el nuevo bebé es una
parte tan importante del cuerpo de su padre, como lo es del cuerpo de la madre.
La madre está esperando un bebé. Ella no está llevando un trozo de
tejido que puede ser eliminado como una verruga o un tumor. Cualquier médico o
padre que asesina a un bebé inocente antes de que nazca o después de su
nacimiento, responderá ante Dios por ello, no por la extracción de un feto, sino
por el asesinato de un niño.
Cuatro semanas después de la concepción del nuevo bebé se ha
desarrollado su corazón, las yemas de las extremidades y el tejido muscular. A
la quinta semana desarrolla las orejas, los ojos y las manos. A las ocho
semanas, los rasgos físicos del bebé son como los de un ser humano adulto,
salvo por el tamaño. A menudo se chupa el dedo pulgar en esta etapa.
El niño tiene pulso definido. Ondea sus brazos y piernas y si se retira
del útero, a menudo lucha por respirar con sus pulmones. Con frecuencia, un
bebé de tres meses retirado del útero luchará por sobrevivir tratando de
respirar durante dos o tres horas.
Qué es el aborto
Citaremos las palabras del Dr. Forrest C. Stevenson, Consejero Matrimonial
Certificado de Brighton Michigan:
1. “Hay cuatro tipos de abortos. El primero es un tipo de succión en el
que se inserta un tubo en el útero que crea un vacío de gran alcance que arranca
al feto del útero en medio de una masa de sangre y tejido que es eliminado de
la madre. Este método se utiliza en la etapa más temprana del embarazo.
2. “El segundo es el de tipo raspaje, en el que se inserta un
instrumento en forma de cuchara con bordes afilados y se utiliza para cortar el
bebé y separarlo del útero. A menudo, debido a una dilatación inadecuada, el
cirujano que realiza el aborto tiene que usar sus manos para aplastar la cabeza
del bebé, ya que es demasiado grande para ser eliminada con éxito.
3. “Un tercer tipo de aborto es muy similar a una operación de cesárea
en el que, a través de la cirugía abdominal, se retira el bebé. Este bebé va a
estar vivo en el momento en que se retira del cuerpo de la madre. Mueve sus
brazos y piernas. Muchas veces llora. Lucha por respirar. Desafortunadamente
los pulmones de este bebé todavía no se han desarrollado adecuadamente para que
pueda respirar aire, y después de un tiempo de llanto (que puede durar horas),
y de retorcerse, finalmente muere.
4. “El cuarto tipo de aborto es la técnica de salmuera, también llamada
solución salina. Se inserta una aguja larga en el útero a través de la cual se
elimina el líquido amniótico, y luego se inyecta una solución de sal sólida en
la madre. El bebé se revuelve violentamente, y a menos que haya una anestesia,
la madre experimenta un dolor extremo durante este período. Y, por supuesto, si
se usa anestesia, existe un mayor peligro para su vida. El bebé es,
literalmente, escabechado en esta salmuera y después de unos días se ‘entrega’ como un nacimiento sin vida”.
La Biblia condena el asesinato
de los no nacidos
“Maldito el que recibiere soborno para quitar la vida al inocente”
(Deuteronomio 27:25).
La pena de muerte es el juicio de Dios sobre los que cometen asesinato.
La Biblia dice:
“Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de
todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano
demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el
hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre”
(Génesis 9:5-6).
El aborto es un asesinato premeditado. Es “derramamiento de sangre de
hombre”. El bebé tiene sangre, y es su propia sangre. Dios no hace distinción
entre el asesinato de personas de diferentes edades.
En Éxodo 20:13 se nos dice: “No matarás”. Y en el siguiente capítulo se
nos da más información sobre el bebé que aún está en el vientre de su madre:
“Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare,
pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido
de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida
por vida…” (Éxodo 21:22-23).
Una lesión causada a una mujer embarazada a menudo provoca un parto
prematuro. Si el bebé muere como consecuencia de la lesión, según la ley judía,
el culpable debía ser condenado a muerte por haber asesinado a un ser humano
inocente. La Biblia dice: “He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de
estima el fruto del vientre” (Salmo 127:3).
Éxodo 21:23 dice: “Mas si hubiere muerte”. Esto es: si
la mujer encinta o su hijo nonato muriesen. En este caso: “entonces pagarás vida por vida”. Pena de muerte para él o los
culpables es la sentencia.
Cualquier persona que deliberadamente se dispone a matar a un bebé,
antes o después de su nacimiento, conoce de antemano
la sentencia que recibirá por ello cuando se enfrente al Señor:
muerte eterna. Porque todos hemos de comparecer ante el Señor. “Y
de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). “Porque el Padre a nadie juzga, sino
que todo
el juicio dio al Hijo” (Juan 5:22).
El diccionario define la “vida” como: “La calidad que distingue a un ser
vital y funcional de un cuerpo muerto”. De acuerdo al diccionario el bebé que
aún está en el vientre materno tiene vida. De acuerdo con la Biblia, si alguien
le quitare la vida a otra persona su sentencia es “pagar con su vida por la vida
quitada” (Éxodo 21:23).
Los médicos que defienden las leyes de aborto saben que están haciendo
el mal. En una parte el Juramento Hipocrático dice:
“Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me [lo] soliciten,
ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna”
(http://es.wikipedia.org/wiki/Juramento_hipocrático).
El hombre tiene libre albedrío y puede optar por ignorar a Dios y matar
al inocente y desvalido; sin embargo, no puede elegir los resultados que sus
elecciones traerán. Gálatas 6:7 dice: “No os engañéis; Dios no puede ser
burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Y Romanos
2:2 dice: “Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas
es según verdad.”
El aborto: una señal de los
últimos tiempos
“Y llevándole, tomaron a cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y
le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. Y le seguía gran
multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él.
Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por
mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. Porque he aquí
vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no
concibieron, y los pechos que no criaron. Entonces comenzarán a decir a los
montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos. Porque si en el árbol
verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?” (Lucas 23:26-31).
Aquí el Señor Jesús profetiza acerca de un tiempo cuando las mujeres se
tendrán por afortunadas por no haber sido madres, afortunadas por nunca haber
sido responsables del cuidado de los hijos. Aquellos días ya han llegado; están
aquí ahora. Estamos viviendo en la era del aborto: en donde se
piensa de los niños como si fueran algo “inconveniente”, un “gasto” no deseado.
Hoy en día cuando una mujer se da cuenta de que está embarazada, es probable
que al menos temporalmente esté espantada por el costo y la molestia que su
embarazo le significará. Puede que no sea capaz
permitirse dejar su trabajo o de contratar una niñera de tiempo
completo. Puede que no tenga un marido que la sostenga; y aunque tuviese un
marido, puede que no esté contenta con el que antaño era considerado por
nuestros abuelos “el acontecimiento feliz”. Y es que cuesta un montón de dinero
tener un bebé en el mundo actual, y a aquellos que no pueden “pagar la factura”
o que no son capaces de ponerse a buscar todas las formas de cuidado médico y
supervisión que el dinero puede comprar, se los considera irresponsables: y en
algunos casos, hasta pueden ser llevados ante los tribunales, y ser acusados y
ser hallados culpables de negligencia criminal.
Aún cuando una mujer madura quiere tener un niño, y aunque el dinero no
sea un problema, está sujeta a una andanada sin fin de advertencias acerca de
los riesgos y peligros del embarazo. La televisión, la radio, el diario, las
revistas, su familia, y sus amigos le están recordando constantemente que algo
puede salir mal; y que un solo descuido momentáneo de su parte puede resultar
en una terrible tragedia: una tragedia por la cual será culpada. Si tiene un
dolor de cabeza, no se le permite tomar una aspirina, sino que debe soportar el
dolor, por temor a “dañar” a su bebé. Si ella fuma cigarrillos, si come los
“alimentos equivocados”, o si bebe aunque sea moderadamente, cualquiera la puede
a acusar de ser una “mala madre”.
¿Es de extrañarse que estos sean los días en que dicen benditas las estériles?
El Señor Jesús dijo: “No podéis servir (trabajar para/obedecer) a Dios y
a las riquezas [mamón]” (Mateo 6:24). Mamón
es la palabra hebrea/aramea para cuenta bancaria. Es la cuenta bancaria la que
casi siempre decide si los novios se casarán o no, y cuándo lo harán, y si tendrán
o no algún hijo. Y es que en el mundo en el que vivimos sólo los económicamente
solventes pueden pagar todos los doctores que los hijos de hoy necesitan. Sólo
los económicamente solventes pueden permitirse quedarse en casa con sus hijos,
pueden permitirse comprar la ropa, la comida y los juguetes. Sólo los
económicamente solventes pueden permitirse vivir en los “mejores” barrios y permitirse
pagar las escuelas privadas que los hijos necesitan. Sólo los económicamente
solventes pueden permitirse llevar a sus hijos de vacaciones y mostrarles todas
las maravillosas vistas turísticas de esos espléndidos balnearios. Sólo los
económicamente solventes son relativamente libres de aquellos espectros
tenebrosos: la pobreza, la enfermedad, el sufrimiento, la angustia, la
vergüenza, el fracaso y la desilusión que se ciernen sobre todos los que
descubren que otro bebé va a nacer en el mundo (Juan 16:21).
“Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según
la carne [con una buena educación], ni muchos poderosos [con autoridad e
influencia social], ni muchos nobles [nacidos en familias ricas e influyentes]”
(1 Corintios 1:26).
“Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este
mundo, para que sean ricos en fe y herederos del reino que ha prometido a los
que le aman?” (Santiago 2:5).
Y así es como la abrumadora mayoría de los abortos tienen lugar entre
los pobres y los desventurados en nuestra sociedad; y esas son las mismísimas
personas que Dios ha elegido para que sean herederos del reino que Él ha
prometido a los que le aman. Esta “masacre de inocentes” ha despoblado a la
cristiandad de sus miembros más importantes: los jóvenes. Hay una falta
profunda de niños que estén “ardiendo por el Señor Jesús” en la cristiandad actual,
porque muchos de ellos han sido asesinados. Aquellos niños que son “religiosos
por ósmosis”, porque sus padres los arrastran a la iglesia, hacen poco para
darle lustre al verdadero cristianismo. Son los jóvenes que van a la iglesia
por su propia voluntad, y aún en contra de la protesta de sus padres, los que
le dan algo de vida y esperanza a la cristiandad. Son los niños verdaderamente
convertidos, los que están dispuestos a hacer sacrificios de su tiempo y de su
dinero por el Señor Jesús, quienes crecerán hasta ser pilares de la fe cuando
sean adultos.
No podemos demostrar esto: pero sugerimos que el aborto ha sido dirigido
directamente contra los santos que habrían nacido en el mundo. No sugerimos que
las madres que han abortado pensaran “diezmar”
la iglesia por este medio; sino que Satanás ha encontrado una nueva y efectiva forma
de hacer uno de sus trucos más viejos. Él convenció a Faraón de que había
“buenas razones” para matar a los hijos de los hebreos, en el mismo tiempo en que
Moisés nació (Éxodo 1:15-22). Ese mismo viejo Diablo movió a Herodes para
exterminar a todos los niños de alrededor de dos años y menores que había en
Belén y en todas las costas cuando el Señor Jesús nació (Mateo 2:16).
Ciertamente Satanás debe tener en mente algo en especial para nuestros días; ya
que él se las ha arreglado para “apagar de un soplo” a millones y millones de
bebés en las naciones de la cristiandad antes de que jamás tuvieran la
oportunidad de oír el Evangelio o de asistir a cualquier iglesia.
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre
muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que
llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también
glorificó” (Romanos 8:29-30).
No tenemos necesidad de llorar
por aquellos bebés a quienes Él conoció desde antes; ya que está todo bien con
ellos, y los veremos y los conoceremos algún día. La pérdida es nuestra: ya
que estamos viviendo en aquellos días proféticos en los que el árbol que era
verde y vivaz se ha vuelto seco y muerto (Lucas 23:31). El árbol es la
cristiandad; y a cada minuto que pasa, a medida que los santos más viejos dejan
este mundo, lo que una vez se llamó cristiandad está desapareciendo de la
tierra. Ahora estamos viviendo en los días del árbol seco: que es sólo otro
modo de decir que la gran y final apostasía de la profecía (2 Tesalonicenses 2:3)
ya
ha tenido lugar.
El Señor Jesús nunca fue a los ricos ni los buscó en ningún momento, y
hasta cuando Él anuncia Su Comisión Divina, explícitamente declara que Él es
enviado a las clases bajas de la sociedad porque es ahí, entre la “gentuza
del fondo”, que Él espera encontrar a Sus ovejas (Juan 10:4). Porque es allí
donde Dios ha ordenado que nazcamos en el mundo los que le veremos con alegría
un día. El hecho de que el aborto sea practicado en primer lugar por los pobres
y desventurados no es casualidad. Satanás, quien es el dios de este mundo, se
las ha arreglado para crearnos una civilización en la cual los niños son un lujo
para las clases superiores y una maldición y una carga para las clases bajas.
“Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro,
halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, Por
cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar
a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a
los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable
del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de
todos en la sinagoga estaban fijos en él.” (Lucas 4:17-20).
El Señor Jesús cerró el libro y paró de leer antes de que terminase de
leer el
resto de lo que Él cita desde versículo 19 en adelante. De hecho, el
Señor Jesús corta la cita justo en el medio de un versículo.
“…a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el
día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los
enlutados” (Isaías 61:2).
El año de la buena voluntad del Señor será seguido por el día
de venganza del Dios nuestro. El contraste entre un año y un día sugiere que el
día de venganza será un período de tiempo muy corto en comparación con el año
agradable del Señor que lo precede. Aún más, el día de venganza del Dios
Nuestro va a consolar a todos los enlutados:
“...a ordenar que a los afligidos de Sión se les dé
gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de
alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia,
plantío de Jehová, para gloria suya” (Isaías 61:3).
Quisiéramos destacar ante el lector que el consuelo es para los afligidos
y enlutados en Sión: están de luto porque el árbol está seco. A ellos mismos se los contrasta con el árbol
seco; y se los llama árboles de justicia. El consuelo
será solamente para aquellos que están de luto por la corrupción y la apostasía
en Sión.
Ahora, el Señor Jesús dijo que después de los días en que dijeran: “Benditas
son las estériles”, entonces empezarían a decir a las
montañas: “Caed sobre nosotros, y a las peñas, cubridnos”.
“Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los
poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las
peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros,
y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira
del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y
quién podrá sostenerse en pie?”(Apocalipsis 6:15-17).
“Porque día de Jehová de los ejércitos vendrá sobre todo
soberbio y altivo, sobre todo enaltecido, y será abatido… Y se meterán en las
cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible
de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para
castigar la tierra” (Isaías 2:12,19).
“Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad,
hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día
del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad,
entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores
a la mujer encinta, y no escaparán.” (1 Tesalonicenses 5:1-3).
“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte
de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que
hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos
los que se hallen escritos en el libro.” (Daniel 12:1).
“porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido
desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá [de nuevo]” (Mateo 24:12).
No vamos ahora a llenar páginas y páginas con las Escrituras que predicen
y describen la gran tribulación que sufrirán los santos de Dios ni acerca del día
de la ira del Señor que se derramará sobre los impíos. Cualquier presunto “experto
en profecía” que niegue que el fin de esta era actual comenzará con la gran
tribulación y terminará en y con el día del Señor, es un mentiroso. Lo que
queremos dejar en claro es que el aborto y el hecho de que la sociedad actual considere
que “La Vida Libre de Hijos” es una bendición (al extremo de estar dispuesta a
masacrar a los inocentes para asegurarse su Paz y seguridad),
es una señal inequívoca de lo avanzada que está la hora en el reloj profético
del Señor. Tú que lees estas páginas, ¿estás de luto porque el árbol está seco?