Mientras el Señor Jesús viajaba ministrando con Sus discípulos, realizó muchos milagros, señales y prodigios. Estas señales eran evidencia de Su autoridad divina, haciendo que muchos creyeran en Su mensaje y respondieran a Él con fe. Pero los fariseos, que también presenciaron estas señales, estaban llenos de maldad e incredulidad: “Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle” (Mt 12:14).
Cuando le pidieron a el Señor una señal para probar que Él era el Mesías, el Señor vio más allá de sus palabras, sus corazones traicioneros e incrédulos; y les respondió: “La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás” (Mt 12:39).
En Mateo 16:1-4 ocurrió algo parecido. Los fariseos y saduceos vinieron a probar al Señor, “y le pidieron que les mostrase señal del cielo” (Mt 16:1). Una vez más, el Señor Jesús confrontó su incredulidad, notando que podían interpretar los signos meteorológicos, pero “las señales de los tiempos no podéis La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás” (Mt 16:2-4).
La “señal del profeta Jonás” es una referencia a la muerte, sepultura y resurrección del Señor (Mt 12:40; Jon 1:17). Los líderes religiosos ya tenían más que suficientes pruebas de la identidad de Jesucristo. Conocían las profecías mesiánicas que Cristo estaba cumpliendo. Habían visto con sus propios ojos Sus milagros de sanidad y las liberaciones realizadas. ¿Qué más podía hacer si estas señales no eran prueba suficiente? Nada, concluyó el Señor. El hecho de que siguieran buscando una señal demostraba la dureza de sus corazones incrédulos. La única señal definitiva que podrían aceptar para validar la autoridad de Cristo sería Su triunfo sobre la muerte en la cruz (Ro 6:9; 2 Ti 1:10). Probablemente, los fariseos no comprendieron lo que el Señor quiso decir en aquel momento, pero podrían haber recordado y entendido Sus palabras después de la resurrección.
Las Escrituras enseñan que es sabio poner a prueba la legitimidad de una persona que afirma ser profeta de Dios (1 Jn 4:1). El Señor Jesús no estaba diciendo que sea malo o incorrecto buscar una señal. Dios dio señales a Moisés (Ex 4:1-9) y a Gedeón (Jue 6:11-22) para validar Su Palabra. Instó al rey Acaz: “Pide para ti señal de Jehová tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto” (Is 7:11; 7:10-25). Las señales son a veces el catalizador que despierta la fe y la confianza de una persona en el Señor (Jn 2:23; 11:45). Dios da señales para ayudar a quienes luchan por creer (Jn 4:43-54).
El propósito de una señal divina es siempre llevar a las personas a responder al mensaje de Dios con fe. Los escribas y fariseos pidieron una señal para engañar a el Señor Jesús y finalmente destruirlo. Por esta razón, Él les dijo: “La generación mala y adúltera demanda señal” (Mt 12:39). Percibió la rebelión e incredulidad en sus corazones. Además, el Señor reconoció a estos hombres como portavoces de toda una generación de gente infiel e incrédula.
El término “La generación adúltera” se refiere al concepto del Antiguo Testamento de que el adulterio o la infidelidad sexual, en un sentido espiritual, equivale a la apostasía o la idolatría (Jer 3:20; Is 57:3; Ez 16:32; Os 1-3).
El Señor Jesús dijo: “Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Mr 8:38).
Santiago escribió: “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Stg 4:4).
Dios considera que Su unión espiritual con Su pueblo es tan íntima y exclusiva como el vínculo entre marido y mujer (Ez 16:8; Is 54:5; Jer 3:14; 31:32; Ef 5:31-32).
Los creyentes de corazón fiel pueden recibir una señal de Dios para confirmar Su Palabra (He 2:3-4; Mr 16:20); para asegurarles Su presencia (Ex 3:1-5); para demostrar Su poder (Jer 32:21); para advertirles contra la rebelión (Nm 17:10; 1 S 2:34); y para alentarlos (Dt 7:17-19; Mt 2:9-10). Los incrédulos no sinceros de la “generación mala y adúltera demanda señal” en los días del Señor Jesús buscaban una señal, pero no se les dio ninguna, excepto la muerte, sepultura y resurrección del Señor.
Hoy en día, la “generación mala y adúltera” también demanda señales: del fin, de la venida del Señor, de la presencia del Anticristo, etc. En los artículos a continuación presentamos extensamente muchas de las señales que el Señor nos ha dado para asegurarnos de que Su venida está a las puertas... Pero esta no será como muchos la esperan: antes de la tribulación de la cristiandad a manos del Anticristo. Ve los detalles.