“El que sembrare iniquidad, iniquidad segará, Y la vara de su insolencia se quebrará” (Pr 22:8).
La iniquidad no funcionará. La insolencia no funcionará. Si pecas con ellas con una meta en mente, la perderás al final. El pecado trae juicio y pérdida; es inútil y sin valor, excepto para sufrir. Si usas la iniquidad y la insolencia para seguir tu camino pecaminoso, te destruirán. Fracasarás miserablemente. No te mientas a ti mismo(a), porque solo la piedad y la justicia triunfarán y te darán una buena siega (Pr 11:18).
Cosechas lo que siembras. “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gl 6:7).
¿Por qué la advertencia sobre el autoengaño? Porque los hombres creen que pueden salirse con la suya con el pecado. Pero Dios no puede ser burlado. No puedes tomar a la ligera Su palabra pecando en contra de ella. Él te hará polvo por tu rebelión. ¡Arrepiéntete ahora!
Ni la iniquidad ni la insolencia te traerán éxito. Puedes obligar temporalmente a otros a someterse, pero tu mala semilla no producirá buen fruto. Hay Uno que vive mucho más alto que tú, y Él aplastará tus débiles intentos de promoverte y defender tu vida pecaminosa (Ec 5:8). Piensa en el insensato Senaquerib (Is 10:5-19). Considera a Faraón.
La iniquidad y la insolencia a veces se manifiestan como enojo. No todo enojo es malo. Finees se enojó por una causa justa, y le trajo una gran bendición (Nm 25:1-15). Jesús se enojó, pero su vara no falló en absoluto (Mrc 3:5). Pero el enojo que nace de la iniquidad y la insolencia es pecado que dará muy mal fruto.
No puedes burlarte de las leyes de Dios y tener éxito. Él no lo permitirá. Si Él lo permitiera, entonces Su justicia y rectitud no significarían nada. Si transiges en cualquier área de tu vida, lo pagarás. No importa cuáles sean tus intenciones, no las realizarás. Tú pierdes.
David trató de disfrutar de Betsabé sin consecuencias, pero ella concibió. Emborrachó a su marido para cubrir el pecado, pero él fue demasiado justo. Hizo que lo mataran cruelmente y se casó con su mujer creyendo que se había salido con la suya, pero le costó la vida de cuatro de sus hijos por el juicio del Señor. David perdió trágicamente. (2 S 12:5-6; los hijos son el que engendró con Betsabé, Amnón, Absalón, y Adonías)
Un padre hipócrita que usa la iniquidad y la insolencia para dominar a sus hijos al final perderá miserablemente, garantizado. Una mujer que defrauda a su marido para proteger su orgullo insolente también perderá. Un empleador inicuo no sobrevivirá al final, sin importar cuán bien juegue sus cartas gerenciales.
Los codiciosos que no dan no protegerán su patrimonio con diligencia o frugalidad (Pr 11:24; 21:13; Hag 1:1-11). Un hijo inicuo e insolente no prosperará en la vida por muy enérgico que sea para probarse a sí mismo (Pr 20:20; 30:17). El gozo del hipócrita religioso que finge fe los domingos es muy corto (Job 20:4-29). Ten presente que tu pecado te alcanzará (Nm 32:23).
Pero hay perdón de Dios para aquellos que se arrepienten de su iniquidad e insolencia, confiesan sus pecados, y se vuelven a la justicia del Señor (Pr 28:13; 1 Jn 1:9). Si siembras piedad, cosecharás la gran recompensa de Dios de bendición y favor sobre tu vida (Pr 11:18; Sal 19:11; Stg 1:25).
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