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jueves, 2 de mayo de 2013

LOS ÚLTIMOS TIEMPOS EN ORDEN CRONOLÓGICO: UN COMPLETO BOSQUEJO PARA ENTENDER LA PROFECÍA BÍBLICA



[Actualizado viernes 5 enero 2024]

Este es un resumen muy breve y comprimido de nuestro COMENTARIO DEL APOCALIPSIS. Gran parte del contexto y la mayoría de las referencias bíblicas se han omitido. Para un estudio detallado, en profundidad, versículo por versículo, haz click AQUÍ.

La Escatología es el estudio bíblico de la segunda venida del Señor Jesucristo. El pueblo de Dios vive «aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tito 2:13). Hay, sin embargo, considerable desacuerdo entre los creyentes en cuanto al momento y a la secuencia de los eventos que precederán el retorno del Señor Jesucristo. Diferentes interpretaciones de los pasajes proféticos de la Escritura, algunas de ellas basadas más en la opinión de los hombres que en lo que en realidad la Escritura enseña, han provocado puntos de vista conflictivos acerca de cuándo y cómo este evento profético se cumplirá. Debido a que muchas de estas posiciones son opuestas, los eventos de los últimos tiempos son ampliamente mal entendidos por muchos creyentes.

Esta confusión nunca fue el propósito del Señor Jesucristo. Dios inspiró a los autores de la Escritura a no escribir «otras cosas que las que leéis, o entendéis» (2 Corintios 1:13), para que todo creyente pudiera comprender el significado de Su mensaje. Algunas veces, al leer pasajes proféticos, nuestros hábitos de estudio pueden distorsionar el significado original del texto. Podemos espiritualizar, alegorizar, o convencernos de algo basándonos en un solo pasaje sin considerar lo que tienen que decir los demás que tratan del mismo asunto. Pero cuando interpretamos la Palabra de Dios literalmente y comparamos la Escritura con la Escritura, la Biblia resulta ser sorprendentemente clara en cuanto al orden de los eventos de los últimos días. Y es que está escrito: «La suma de tu palabra es verdad» (Salmo 119:160).

Es de importancia vital entender la Palabra de Dios en relación a los eventos de los últimos tiempos. Cuando, estando en el Monte de los Olivos, el Señor Jesucristo le respondió a los discípulos sus preguntas acerca del fin del mundo comenzó diciéndoles «mirad que nadie os engañe» (Mateo 24:4). Otros escritores del Nuevo Testamento nos hacen la misma advertencia. Al momento de su ascensión, el Señor Jesucristo les dijo a Sus discípulos: «guarden todas las cosas que os he mandado» (Mateo 28:20).

Podemos estar seguros de que las profecías del tiempo del fin serán fiel y completamente cumplidas por Dios, de la misma forma que lo fueron las profecías concernientes a la primera venida del Señor Jesucristo. Todas las profecías del Antiguo Testamento fueron cumplidas por Cristo literalmente, en cada detalle. Es lógico esperar que las profecías concernientes a Su segunda venida tendrán el mismo cumplimiento, porque Dios ha dicho: «Yo hablé y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré» (Isaías 46:11b).

I.- EL PRINCIPIO DEL FIN—EL ANTICRISTO Y SU LIGA DE NACIONES

En el Salmo 83 se encuentra una intrigante profecía sobre muchas naciones del Medio Oriente que tiene relación con los acontecimientos del tiempo del fin. Predice una Liga de Estados Árabes, o simplemente Liga Árabe, que procurará eliminar el Estado de Israel. (La religión oficial de la Liga Árabe es el Islam).

«Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente, y han entrado en consejo contra tus protegidos. Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, y no haya más memoria del nombre de Israel. Porque se confabulan de corazón a una, contra ti han hecho alianza las tiendas de los edomitas y de los ismaelitas, Moab y los agarenos; Gebal, Amón y Amalec, los filisteos y los habitantes de Tiro. También el asirio se ha juntado con ellos; sirven de brazo a los hijos de Lot» (Salmo 83:1-8).

Cuando comprendemos a qué región y a qué pueblos se refiere esta profecía, entonces estos nombres bíblicos resultan muy significativos. Entre los edomitas se cuentan los palestinos y algunos de los turcos. Los ismaelitas, descendientes de Ismael, son muchos de los pueblos árabes del Medio Oriente y del norte de África. Moab es la zona central de Jordania. El término agarenos se refiere a otros descendientes de Agar, la madre de Ismael.

Gebal, que significa «montaña», por lo general se identifica como la ciudad fenicia de Biblos, conocida ahora como Yabail, Líbano. Algunos creen que se refiere a los montes de Jordania. Amón se refiere a la región del norte de Jordania, cerca de Ammán (nombre derivado de Amón). Amalec se refiere a una tribu de edomitas de Palestina. Los filisteos son los moradores de lo que ahora se conoce como la franja de Gaza. Tiro, en la antigüedad, fue una ciudad-estado de mucha importancia en el sur del Líbano. Los asirios, en el sentido étnico, parece referirse a gente que emigró hacia Turquía y Europa central hace muchos siglos; geográficamente, Asiria estaba en lo que ahora es el norte de Iraq. Los hijos de Lot se refiere una vez más a Moab y Amón, en la región de la actual Jordania.

Por siglos no se ha podido lograr la unificación árabe (musulmana) en el Medio Oriente, pero en la actualidad una meta común está uniendo poco a poco a los pueblos árabes. Esta meta es acabar con Israel y sus principales aliados: los cristianos (Apocalipsis 12:17). Esta alianza de países musulmanes es descrita alegóricamente en Apocalipsis 13:2, donde Juan ve a una bestia que «semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león». Esta bestia representa al imperio del Anticristo, y la alianza de naciones árabes de la cual surgirá el Anticristo. Los tres animales que componen esta bestia son símbolos de tres imperios antiguo-testamentarios (Daniel 7:4-6) que incluyeron en sus territorios a los países mencionados en el Salmo 83:1-18.

El relato bíblico nos informa que de esta bestia surgirá un líder—el Anticristo—que controlará a los diez reyes que lideran las naciones que compondrán esta alianza, y perpetrará en Jerusalén «la abominación desoladora» (Daniel 11:31). Este «hombre de pecado» (2 Tesalonicenses 2:3) recibirá su autoridad para actuar de parte del mismo Satanás (Apocalipsis 13:4). El poder de su imperio se extenderá sobre toda «tribu, pueblo, lengua y nación» (Apocalipsis 13:7). Sus principales víctimas serán los israelitas y los cristianos que se nieguen a recibir la marca de su nombre en la mano derecha o en la frente. Jerusalén estará en el centro del conflicto (Zacarías 12-14). Iraq, la tierra ancestral de la antigua Babilonia, jugará un papel vital en el cumplimiento de los eventos proféticos (Apocalipsis 18:1-24).

El mundo, sufriendo «guerras y rumores de guerras» (Mateo 24:6), y «pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares» (Mateo 24:7), no será capaz de discernir las verdaderas intenciones de este líder. «Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá» (Daniel 11:36). Exigirá que todos los pueblos de la tierra se sometan a él y que todas las personas reciban su marca. Nadie podrá comprar ni vender, sino el que tenga la marca, o el nombre de la bestia, o el número de su nombre (Apocalipsis 13:17). «Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación» (Apocalipsis 13:7).

II.- LOS SIETE SELLOS

En el libro de Apocalipsis el apóstol Juan ve «en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos» (Apocalipsis 5:1). Un ángel pregunta: «¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?» (Apocalipsis 5:2). La respuesta es: «He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos» (Apocalipsis 5:5). Sólo el Señor Jesucristo, el León de Judá, es digno de abrir sus sellos porque Él es el único sin mancha (Hebreos 9:14). Los sellos son juicios de parte de Cristo (1 Pedro 4:17), y las condiciones que tienen que cumplirse antes que el castigo de los incrédulos comience.

Los tres primeros sellos se relacionan con el período que el Señor Jesucristo llama «principio de dolores» (Mateo 24:8).

El primer sello es una descripción del falso cristo—el Anticristo. El Señor Jesús nos advierte acerca de muchos falsos cristos y falsos profetas: «Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos» (Lucas 21:8). El Anticristo será la culminación de estos impostores: el primer sello lo describe sólo a él y al evento que el Señor también llama: «la abominación desoladora» (Mateo 24:15).

Cuando se abre el segundo sello, las guerras comienzan a aumentar en el mundo. El tercer sello trae consigo «pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares» (Mateo 24:7).

El cuarto sello describe los eventos más severos para el pueblo de Dios. El Señor los llama «gran tribulación» (Mateo 24:21). Esta se desatará cuando el Anticristo comience a martirizar a todos los que se le opongan. El quinto sello nos muestra las almas de los santos que sufrieron el martirio por rehusarse a que «se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis» (Apocalipsis 13:17, 18).

El sexto sello es la señal del fin del mundo, o «del fin del siglo» (Mateo 24:3) como la llaman los apóstoles. Será un cambio cataclísmico en el sol, la luna y las estrellas. Refiriéndose a este evento, el libro de Apocalipsis dice que «el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?» (Apocalipsis 6:12-17). Esta será una señal aterradora para los incrédulos, porque sabrán que Dios está por juzgarlos. Pero, en contraposición, será una señal gloriosa para los creyentes; porque saben que Cristo viene por ellos (Mateo 24:31).

Y con la apertura del séptimo sello el rollo se abre por completo. Ahora la ira sobrenatural de Dios será derramada sobre los incrédulos. Como fue en los días de Noé, así también la ira de Dios comenzará a caer sobre los impíos el mismo día que el Señor Jesucristo salve a sus escogidos de la persecución del Anticristo (Lucas 17:26).

III.- LA GRAN TRIBULACIÓN—LA IRA DE SATANÁS

Este será el tiempo de la intensa persecución que el Anticristo desatará contra la nación de Israel y los escogidos de Dios, Su iglesia, «los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo» (Apocalipsis 12:17). Comenzará cuando el Anticristo «se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios» (2 Tesalonicenses 2:4). El evento que el Señor también llama: «la abominación desoladora» (Mateo 24:15).

La gran tribulación no es la ira de Dios, sino la ira de Satanás. El Apocalipsis nos cuenta que durante este período se cumplirá la profecía que dice: «¡Ay de los moradores de la tierra y del mar!, porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo» (Apocalipsis 12:12). Satanás capacitará al Anticristo para que este último lidere el esfuerzo para raer de la faz de la tierra al remanente fiel de Dios. «Entonces el dragón [Satanás] se llenó de ira contra la mujer [Israel]; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo [los cristianos]» (Apocalipsis 12:17).

Refiriéndose a este período, el Señor Jesucristo predijo que «por haberse multiplicado la maldad el amor de muchos se enfriará» (Mateo 24:12), y que «Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán» (Mateo 24:10). Dios permitirá este intenso período de prueba debido a que la iglesia en general habrá apostatado de la fe (2 Tesalonicenses 2:3). Esta prueba depurará y limpiará (Daniel 11:35) a la nación de Israel, y separará el trigo [cristianos genuinos] de la cizaña [falsos cristianos] en la iglesia profesante (Mateo 13:30). De esta forma Dios va a purificar «para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras» (Tito 2:14). Los cristianos genuinos no cederán ante las demandas del Anticristo. Este último grupo se subdivide a su vez entre los que habrán de sufrir el martirio por causa de Su nombre, y los que sobrevivirán a la gran tribulación y queden hasta la [segunda] venida del Señor (1 Tesalonicenses 4:15). A los primeros el Señor Jesucristo los alienta diciéndoles: «No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno» (Mateo 10:28). A los del segundo grupo el Señor Jesucristo les promete: «Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra» (Apocalipsis 3:10). Y a todos nos da la posibilidad de ejercer nuestra fe dándonos la orden y la advertencia más solemnes relacionadas con este terrible período: «Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre» (Lucas 21:36). Y, 
«Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo» (Mateo 24:13).

IV.- EL ARREBATAMEINTO

La Biblia enseña que «no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1 Tesalonicenses 5:9). En otras palabras, Dios quitará o arrebatará a Su pueblo de la tierra antes de derramar Su ira. En la Escritura, el arrebatamiento se refiere a la reunión de los santos con Cristo «en las nubes del cielo» al momento de Su segunda venida (1 Tesalonicenses 4:17).

El Señor Jesucristo nos exhorta a los creyentes a vigilar, «porque no sabéis a qué hora a de venir vuestro Señor» (Mateo 24:42). Pero aunque no conocemos el día y la hora exactos, el Señor nos dio la secuencia de los eventos que precederán su segunda venida.

Sabemos, por Su enseñanza y otros pasajes de la Escritura, que el arrebatamiento ocurrirá «inmediatamente después de la tribulación de aquellos días» (Mateo 24:29), después del sexto sello (la señal en el sol, la luna y las estrellas), casi al fin de los tres años y medio del reinado del Anticristo. Cristo dijo, refiriéndose a la gran tribulación, «Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos aquellos días serán acortados» (Mateo 24:22).

La segunda venida del Señor Jesucristo no será un evento secreto ni silencioso. «Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero» (1 Tesalonicenses 4:16). La señal en el sol, la luna y las estrellas, que aparecerá justo antes del arrebatamiento, será acompañada «por un gran terremoto… y todo monte y toda isla se removió de su lugar» (Apocalipsis 6:12,14). «Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre» (Mateo 24:27). El Señor Jesucristo nos dice que esta señal será vista por «todas las tribus de la tierra» (Mateo 24:30). Finalmente, «Él enviará sus ángeles, y juntará a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo de la tierra hasta el extremo del cielo» (Marcos 13:27). Al momento de Su venida, el Señor Jesucristo detendrá visible y abruptamente la persecución realizada por el Anticristo removiendo de la escena a los receptores de la ira de Satanás (los cristianos).

V.- EL DÍA DEL SEÑOR—LA IRA DE DIOS (Apocalipsis 8:1-13;9:1-21).

El asombroso Día del Señor es ese acontecimiento culminante en la historia de la humanidad cuando Dios derramará Su ira como juicio sobre los que no le conocieron, «ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo» (2 Tesalonicenses 1:8). Comenzará repentinamente, después de la señal en el sol, la luna y las estrellas, y después que Cristo haya arrebatado a Sus escogidos. El Señor nos enseña que el arrebatamiento y el comienzo del Día del Señor ocurrirá el mismo día, «como fue en los días de Noé» (Lucas 17:26), «asimismo como sucedió en los días de Lot» (Lucas 17:28). Desde aquí en adelante, Satanás y el Anticristo no tendrán prácticamente ningún poder.

Los escritores de las Escrituras relacionan en Día del Señor con fuego. Sofonías 1:18 declara: «Ni su plata ni su oro podrá librarlos en el día de la ira de Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de Su celo; porque ciertamente destrucción apresurada hará de todos los habitantes de la tierra». Isaías, Joel y Pedro hacen declaraciones similares acerca del juicio divino.

Las Escrituras nos dicen que aquellos que serán destruidos por el fuego de la ira de Dios no «se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera… y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos» (Apocalipsis 9:20-21). De tal forma que la ira de Dios será consecuencia de la voluntaria rebeldía contra la santidad de Dios. Incluirá el juicio de siete trompetas y de siete copas, el cual finalizará en la batalla de Armagedón. Los juicios de las trompetas y las copas destruirán a la tierra, los ríos, los lagos y los mares. La humanidad será atormentada por atroces plagas de llagas en la piel, insectos gigantes, calor calcinante…Pero nada de esto causará que los hombres se arrepientan; por el contrario, está escrito que «blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria» (Apocalipsis 16:9).

VI.- LA SALVACIÓN DE ISRAEL

Junto con la iglesia, el remanente de judíos fieles a Dios será el blanco principal de la intensa persecución, o gran tribulación, que se desatará durante los últimos tres años y medio de esta era. El remanente judío huirá al desierto, donde será protegido sobrenaturalmente por Dios. «Y cuando vio el dragón [Satanás] que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer [Israel]... Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo [tres años y medio]» (Apocalipsis 12:13-14).

Cuando los últimos tres años y medio de esta era terminen, serán abiertos los ojos espirituales de los judíos sobrevivientes. «Él invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios» (Zacarías 13:9). Cristo, el Mesías, los guiará en persona desde el desierto hasta un lugar llamado Azal (Zacarías 14:5), donde serán protegidos de la ira final de Dios, que está contenida en las siete copas. Luego estarán con el Señor en el Monte Sión. En ese momento todos los judíos sobrevivientes recibirán la salvación en Cristo Jesús. Después de un período de restauración de cuarenta y cinco días, el Señor llamará a los judíos para que reciban la tierra de Israel (Daniel 12:11-12).

VII.- DIOS TOMA CONTROL DE LA TIERRA

Al término de los últimos tres años y medio de esta era, sonará la séptima trompeta, y el Dios Todopoderoso reclamará Su autoridad sobre la tierra. «El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de Su Cristo; y El reinará por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos…, se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso…, porque has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar» (Apocalipsis 11:15-17).

Este es un evento de enorme significación. Determinado en la eternidad pasada, es la culminación del conflicto entre Dios y Satanás. Este es el acontecimiento que Satanás, a través de toda la historia de la humanidad, ha hecho todo lo posible por impedir.

Pero el que la séptima trompeta suene, y Dios recupere Su justo dominio sobre la tierra, no significa que los seguidores del Anticristo se arrepientan. De hecho, el Apocalipsis nos dice que cuando el Señor Dios Todopoderoso toma Su gran poder y comienza a reinar (Apocalipsis 11:17), «se airaron las naciones de la tierra», y Su ira vino (Apocalipsis 11:18). De tal forma que después del toque de la séptima trompeta, los juicios contenidos en las siete copas de la ira serán derramados (Apocalipsis 16:1-21). Estos culminarán en la batalla de Armagedón, que es cuando el Anticristo será por fin derrotado.

VIII.- LA BATALLA DE ARMAGEDÓN (Monte de Meguido)

La famosa y totalmente incomprendida Batalla de Armagedón está entre los eventos que conforman en período llamado El Día del Señor. Es la confrontación final entre el Señor Jesucristo y Su ejército angelical, con el Anticristo y los ejércitos de su imperio. La Batalla de Armagedón es el vano intento por parte de Satanás de recuperar el gobierno del planeta tierra, gobierno que perdió cuando se tocó la séptima trompeta. Este devastador conflicto marcará el fin de la guerra entre Dios y Satanás.

El Apóstol Juan nos cuenta: «Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero... Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De Su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones…; y El pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en Su vestidura y en Su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES» (Apocalipsis 19:11-16).

A esta batalla, el Anticristo habrá traído a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, y los habrá reunido «para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra Su ejército» (Apocalipsis 19:19). Esta reunión tomará lugar en los valles de Meguido, que está a poco menos de 100 kilómetros al norte de Jerusalén. El Anticristo será lanzado vivo dentro del lago de fuego que arde con azufre (Apocalipsis 19:20). Los reyes de la tierra y sus ejércitos serán «muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo» (Apocalipsis 19:21).

IX.- EL MILENIO

Es ese período de mil años literales en los que el Señor Jesucristo reinará sobre la tierra. El reino milenial comenzará setenta y cinco días después del término de los últimos tres años y medio de esta era. (Ver Daniel 12:11-12 y Cuadro Resumen).

Para los santos glorificados, el Milenio será el cumplimiento de algunas de las más maravillosas promesas de la Biblia. Las Escrituras nos dicen que habrá «un cielo nuevo y una tierra nueva» (Isaías 65:17; Apocalipsis 21:1). Además, descenderá del cielo de Dios, dispuesta «como una esposa ataviada para su marido (Apocalipsis 21:2), la santa ciudad, la nueva Jerusalén» (Apocalipsis 21:2), donde están el «río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal» (Apocalipsis 22:1), y «el árbol de la vida» (Apocalipsis 22:2,14).

Santos glorificados habitarán la nueva Jerusalén que descenderá del cielo. Esta es la ciudad gloriosa acerca de la cual el Señor Jesucristo les dice a Sus discípulos: «En la casa de mi Padre muchas moradas hay» (Juan 14:2); la casa en la cual Él ha preparado un lugar para nosotros. Cuando nosotros, los cristianos, meditamos en estas palabras, deberíamos inclinarnos en adoración y acción de gracias por la misericordia de nuestro Dios y Salvador. En Su reino disfrutaremos de la presencia de Cristo: «He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres; El morará con nosotros, seremos Su pueblo» (Apocalipsis 21:3). La nueva tierra será habitada por el Israel redimido y por los gentiles a los que el Señor Jesucristo llama: «benditos de mi Padre», en el juicio de las ovejas y los cabritos (Mateo 25:31-46).

¿QUÉ HACER AHORA?

Como hemos visto, la realidad del fin del mundo traerá consigo juicio e ira para los incrédulos. Para nosotros los cristianos, sin embargo, el fin del mundo significa liberación y salvación. Con esto en mente, es muy importante que cada uno de nosotros considere su condición eterna y su presente relación con Dios.

La Biblia nos dice que «por cuanto todos pecaron, están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23). En otras palabras, nuestra relación con Dios está rota y todos merecemos el castigo eterno. «Mas Dios muestra Su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8). Sorprendentemente, «de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). El Señor Jesucristo tomó voluntariamente sobre Sí el castigo que nosotros merecemos y dio Su vida a cambio de la nuestra en la cruz. Su sangre nos lava de nuestros pecados, restaurando nuestra relación con el Dios Padre.

Pero debemos creer, y actuar en conformidad. No existe nada que podamos hacer para ganarnos el cielo. La salvación de Dios «no [es] por obras, para que nadie se gloríe» (Efesios 2:9). Es sólo reconociendo nuestro pecado delante de Dios Padre e Hijo que nuestros pecados serán por Él perdonados, y seremos aceptados en Su reino eterno. La Escritura es clara en cuanto a esto: «si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo» (Romanos 10:9). Dios ha provisto un Sustituto para salvarnos: el Señor Jesucristo. Gracias a Él ahora podemos vivir «aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo» (Tito 2:13).

¿POR QUÉ NOS REVELA DIOS EL FUTURO?

A riesgo de sonar reiterativos, debemos insistir en estas verdades eternas. Debemos dejarle claro al lector por qué es que Dios le está revelando el futuro.

El testimonio profético de la Biblia es extenso y asombrosamente exacto. Ningún ser humano podría haber predicho de manera tan precisa el surgimiento y caída de los imperios, reyes y pueblos que encontramos en la Biblia.

Dios nos dice: «Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero» (Isaías 46:9-10).

Sólo Dios tiene el poder para predecir el futuro y luego hacer que se cumpla. Pero, ¿por qué revela Dios el futuro? Una razón muy importante es para que nos demos cuenta de la necesidad que tenemos de cambiar. Dios nos revela el futuro a fin de que cada uno de nosotros pueda arrepentirse: cambiar su forma de vida y empezar a vivir como Él nos dice que debemos hacerlo y así no tener que sufrir el duro juicio que Dios derramará sobre el mundo a medida que se cumplan estos acontecimientos proféticos. Nos anuncia lo que viene para motivarnos a que hagamos los cambios que necesitamos hacer en nuestra vida, individualmente y como familia.

Dios, queriendo evitar el sufrimiento tanto a Israel como a Judá, envió a uno de sus profetas a decirles: Diles: «Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?» (Ezequiel 33:11).

Dios no quiere castigar a nadie. Pero lo mismo que un padre amoroso, sabe que en ocasiones necesitamos una lección dolorosa a fin de que aprendamos cómo comportarnos y así evitar futuras situaciones más dolorosas aún.

Lamentablemente, son muy pocos los que están dispuestos a someterse humildemente a Dios y aprender esta lección.

En la Biblia, Dios nos revela los acontecimientos y las condiciones que imperarán en el tiempo del fin. En Mateo 24 podemos leer que el Señor Jesús advirtió a Sus discípulos que debían estar alerta a las tendencias que existirán previamente a Su retorno, para no ser sorprendidos por no estar preparados espiritualmente. Les dijo: «Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor» (Mateo 24:42, comparar con Mateo 25:13). Una de las razones por las que hemos preparado esta publicación es para que la gente pueda reconocer estos acontecimientos a medida que empiecen a presentarse.

En el último capítulo del libro de Daniel se nos advierte que poco antes del retorno del Señor Jesucristo «será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces» (Daniel 12:1). El mundo entero será sorprendido con espantosos cataclismos uno tras otro.

Fijémonos en lo que el Señor Jesucristo dice con respecto al período previo a Su retorno: «Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados» (Mateo 24:21-22). Nos advierte que ese tiempo será tan peligroso que la humanidad estará a punto de destruirse a sí misma. Si tenemos en cuenta la notable exactitud de las profecías bíblicas, esto seguramente debería alertarnos.

Las profecías de Dios se han cumplido vez tras vez. Predijo la decadencia y caída de muchas naciones debido a sus pecados, incluso de las naciones y pueblos más importantes de nuestros días. Pero, ¿qué decir de ti en lo personal?

Fijémonos también en las alentadoras palabras de que, por causa de los escogidos, la humanidad no será aniquilada. Los escogidos son aquellos que realmente le han creído a Dios y tienen la fe, el Espíritu, el valor y la disposición de obrar conforme a esa convicción. Son los que realmente están dispuestos a arrepentirse, cambiar su forma de vivir, someterse a Dios y renunciar a todo lo que sea necesario para obedecer y seguir a Su Creador quien, a cambio, les ha prometido todo.

En ese culminante libro de la profecía bíblica, Dios nos dice: «El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo» (Apocalipsis 21:7). ¡Qué maravillosa promesa del Creador de todas las cosas!

El libro de Apocalipsis termina dándonos un vistazo del increíble futuro que Dios tiene para todos los que estén dispuestos a obedecerlo, un futuro en el que viviremos en Su reino junto con Él y su Hijo Jesucristo, como parte de Su familia inmortal. ¡Dios quiere que tú estés incluido en ese asombroso futuro!

Otra cosa que tampoco debemos olvidar es que Dios ha prometido proteger a Su pueblo durante este tiempo de terrible confusión y desastres mundiales. En Apocalipsis 3:10 nos asegura: «Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra». Y Dios hace lo que dice.

¿Quiénes son estos a los que Él promete guardar de la hora de la prueba? En Apocalipsis 12:14-17, se les describe como los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.

Si realmente crees que Dios existe y que en Su palabra ha predicho el futuro—de lo cual esta publicación ha presentado pruebas para quienes estén dispuestos a aceptarlas—¿estás dispuesto a cambiar tu vida conforme a esa palabra revelada? ¿Estás dispuesto a vivir, como dijo el Señor Jesús en Lucas 4:4: «de toda palabra de Dios»?

La situación en el Medio Oriente cambia cada día, y sólo es cuestión de tiempo para que estos acontecimientos profetizados hace tantos siglos se cumplan y estremezcan al mundo. Pero podemos hallar seguridad y esperanza en este peligroso y problemático mundo, siempre y cuando estemos dispuestos no sólo a creer en el Señor Jesucristo, sino también a actuar conforme a Sus enseñanzas.

No desoigamos estos dos consejos: «Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar» (Isaías 55:6-7). «Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre» (Lucas 21:36). «Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo» (Mateo 24:13).



Un resumen de este resumen que acabas de leer. El comentario más corto del Apocalipsis (1 página):