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jueves, 1 de noviembre de 2012

EL PASTOR: ENEMIGO DEL FUNCIONAMIENTO DE CADA MIEMBRO

En estas páginas, el capítulo 4 del libro Cristianismo Pagano, presentamos en una forma más didáctica y fácil de leer lo mismo que publicamos el año pasado con el título: HECHOS DE LOS APÓSTATAS – PARTE I. Este material finaliza, por ahora, la exposición del tema unipastoral presentado en LA IGLESIA NUEVOTESTAMENTARIA y ¿ES BÍBLICO EL SISTEMA UNIPASTORAL?.

(Las numerosas notas a pie de página han sido eliminadas en esta versión del documento, y hemos puesto entre corchetes los números de estas en el lugar donde aparecen en el original, para que el lector sepa que ahí se hace referencia a un autor o a una obra.)

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Hay una tendencia universal en la religión cristiana, como en muchas otras religiones, de dar una interpretación teológica a instituciones que se han desarrollado gradualmente a lo largo de un período de tiempo por cuestiones de utilidad práctica, y después tratar de leer esa interpretación en los períodos más tempranos y la infancia de estas instituciones, atribuyéndolas a una etapa en la que en realidad nadie se imaginaba que tuvieran tal significado. -Richard Hanson
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Me especialicé en la Biblia en la universidad. Fui al seminario y me especialicé en lo único que enseñan ahí: el ministerio profesional. Cuando me gradué, me di cuenta de que podía hablar latín, griego y hebreo, y la única cosa en la tierra para la cual estaba calificado era ser Papa. Pero alguien ya tenía el puesto. –Un pastor anónimo.
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El pastor. [1] Él es la figura fundamental de la fe protestante. Es el hombre orquesta del cristianismo de hoy. El pastor es tan preponderante en la mente de la mayoría de los cristianos que se lo conoce mejor, se lo alaba más y dependen más de él que de Jesucristo mismo.

Quite el pastor y el cristianismo moderno se viene abajo. Quite el pastor y prácticamente todas las iglesias protestantes entrarían en pánico. Quite el pastor y el protestantismo, tal como lo conocemos, se muere. El pastor es el punto focal dominante, el sostén principal y la pieza central de la iglesia moderna. Es la personificación del cristianismo protestante.

Pero he aquí la profunda ironía. No hay un solo versículo en todo el Nuevo Testamento que apoye la existencia del pastor moderno. Simplemente no existía en la iglesia primitiva. (Note que estoy utilizando el término “pastor” en todo este capítulo para describir el cargo y el papel pastoral modernos. No estoy hablando de los individuos específicos que cumplen este papel. En general, quienes ocupan el cargo de pastor son personas maravillosas. Son cristianos honrados, decentes y frecuentemente dotados que aman a Dios y tienen celo por servir a su pueblo. Pero tanto la Biblia como la historia de la iglesia se oponen al papel que cumplen, como veremos en este capítulo.) [2]

El pastor se encuentra en la Biblia... ¿no es cierto?

La palabra “pastores” ciertamente aparece en el Nuevo Testamento:

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, PASTORES y maestros” (Efesios 4:11).

Podemos hacer las siguientes observaciones acerca de este texto.

  • Este es el único versículo en el Nuevo Testamento donde se emplea la palabra “pastor”. [3] Un versículo solitario es una pieza de evidencia bastante escasa sobre la cual basar todo la fe protestante. En este sentido, hay más autoridad bíblica para manipular serpientes que para el pastor moderno (Tanto Marcos 16:18 como Hechos 28:3-6 mencionan la manipulación de serpientes. Así que esta práctica gana por dos versículos contra uno.) [4]

  • La palabra es usada en plural. Es “pastores”. Esto es significativo. Porque, quienesquiera sean estos “pastores”, son plurales en la iglesia, no singulares. Por consiguiente, no hay ningún apoyo bíblico para la práctica de Sola Pastora (un único pastor).

  • La palabra griega que se traduce como “pastores” es poimen. Quiere decir pastores de ganado. Así que “pastor” es una metáfora para describir una función específica en la iglesia. No es un cargo ni un título. [5] Un pastor del primer siglo no tenía nada que ver con el sentido especializado y profesional que ha llegado a tener en el cristianismo moderno. Por lo tanto, Efesios 4:11 no visualiza un cargo pastoral, sino meramente una de las muchas funciones en una iglesia. Los pastores son los que proveen naturalmente sustento y cuidado a las ovejas de Dios. Por lo tanto, es un error profundo confundir a los pastores con un cargo o título, como suele concebirse hoy. [6]

  • En el mejor de los casos, este texto es indirecto. No ofrece absolutamente ninguna definición o descripción de quiénes son los pastores. Simplemente los menciona. Lamentablemente, hemos llenado esta palabra con nuestro propio concepto occidental de lo que es un pastor. Hemos querido leer la idea moderna del pastor moderno en el Nuevo Testamento. Ningún cristiano del primer siglo soñaría siquiera con el moderno cargo de pastor. Los católicos han cometido el mismo error con la palabra “sacerdote”. Uno puede encontrar la palabra “sacerdote” en el Nuevo Testamento tres veces para referirse a un cristiano. [7] Sin embargo, un sacerdote de la iglesia del primer siglo distaba mucho del hombre vestido de negro con un collar puesto al revés.

Richard Hanson aclara este punto cuando dice: “Para nosotros, las palabras ‘obispos’, ‘presbíteros’ y ‘diáconos’ están almacenados con las asociaciones de casi dos mil años. Para las personas que utilizaron estas palabras por primera vez, los títulos de estos cargos no pueden haber significado más que inspectores, hombres mayores y ayudantes… fue cuando comenzaron a asignarles significados teológicos inapropiados que empezó la distorsión del concepto de ministerio cristiano”. [8]

En mis libros Reconsiderando el odre y ¿Quién es su cobertura?, demuestro que los pastores del primer siglo eran los ancianos (presbíteros) [9] y supervisores  locales de la iglesia. [10] Y su función estaba completamente reñida con el papel pastoral moderno. [11]

¿De dónde vino?

Si el pastor moderno no existía en la iglesia primitiva, ¿de dónde vino? ¿Y cómo fue que se elevó a una posición tan prominente en la fe cristiana? Es una historia dolorosa, cuyas raíces son intrincadas y complejas. Estas raíces van tan atrás como la caída del hombre.

Con la caída del hombre surgió el deseo implícito en el hombre de tener un líder físico para llevarlo a Dios. Por esta razón, las sociedades humanas a lo largo de la historia han creado constantemente una casta espiritual especial de íconos religiosos. El hechicero, el chamán, el rapsoda, el milagrero, el brujo, el adivino, el sabio y el sacerdote, todos han estado con nosotros desde el error de Adán. [12]

El hombre caído siempre ha tenido el deseo de erigir una casta sacerdotal especial que esté singularmente dotada para implorar a los dioses en nombre de él.[13] Esta búsqueda está en nuestra corriente sanguínea. Vive en la médula de nuestros huesos. Como criaturas caídas, buscamos una persona dotada de poderes espirituales especiales. Y esa persona siempre está marcada por un entrenamiento especial, una vestimenta especial, un vocabulario especial y un modo de vida especial. [14]

Podemos ver cómo este instinto alza su desagradable cabeza en la historia del antiguo Israel. Hizo su primera aparición durante el tiempo de Moisés. Dos siervos del Señor, Eldad y Medad, recibieron el Espíritu de Dios y empezaron a profetizar. Un joven fanático, en una respuesta precipitada, instó a Moisés: “Impídelos”. [15] Moisés desaprobó al joven supresor diciendo que todo el pueblo de Dios puede profetizar. Se había opuesto a un espíritu clerical que había querido controlar al pueblo de Dios.

Lo vemos otra vez cuando Moisés ascendió al monte Horeb. El pueblo quería que él fuera un mediador físico entre ellos y Dios, porque tenían miedo de una relación personal con el Todopoderoso. [16]

Este instinto caído hizo otra aparición durante el tiempo de Samuel. Dios quería que su pueblo viviera bajo su dirección directa. En cambio, Israel pidió a gritos un rey humano. [17]

Las semillas del pastor moderno pueden ser detectadas aun en el tiempo del Nuevo Testamento. Diótrefes, “al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos” en la iglesia, asumió el control ilegítimamente.[18] Además, algunos eruditos han sugerido que la doctrina de los nicolaítas, que Jesús condena en Apocalipsis 2:6, es una referencia al surgimiento de un clero temprano.[19]

Junto a la búsqueda del hombre caído de un mediador espiritual humano se encuentra su obsesión por la forma jerárquica de liderazgo. Todas las antiguas culturas fueron jerárquicas en sus estructuras sociales en un grado u otro. Lamentablemente, los cristianos post-apostólicos adoptaron y adaptaron estas estructuras para su vida eclesiástica, como veremos.

El nacimiento del gobierno del obispo único

Hasta el segundo siglo, la iglesia no tuvo ningún liderazgo oficial. En este sentido, las congregaciones del primer siglo eran una verdadera rareza. Eran grupos religiosos sin sacerdote, templo o sacrificio. [20] Los cristianos mismos dirigían la iglesia bajo la dirección directa de Cristo.

Entre la grey o rebaño estaban los ancianos (pastores o supervisores). Todos estos hombres estaban en un pie de igualdad. No había ninguna jerarquía entre ellos. [21] También había obreros extralocales que plantaban iglesias. Eran denominados “enviados” o apóstoles. Pero ellos no fijaban residencia en las iglesias que cuidaban. Tampoco las controlaban. [22] El vocabulario del liderazgo en el Nuevo Testamento no permite ninguna estructura piramidal. Es, más bien, un lenguaje de relaciones horizontales que incluye la acción ejemplar. [23]

Todo esto fue así hasta que Ignacio de Antioquía (35-107 d.C.) apareció en escena. Ignacio fue la primera figura de la historia de la iglesia en dar el primer paso por el camino resbaloso hacia un líder único en la iglesia. Podemos encontrar el origen del pastor moderno y la jerarquía eclesiástica en él.

Ignacio elevó a uno de los ancianos por encima de todos los demás. El anciano elevado era conocido ahora como “el obispo”. Todas las responsabilidades que pertenecían al cuerpo de ancianos eran ejercidas por el obispo. [24]

En el año 107 d.C., Ignacio escribió una serie de cartas mientras iba camino a Roma para ser martirizado. Seis de las siete cartas tratan el mismo tema. Están llenas de una exaltación exagerada de la autoridad y la importancia del cargo de obispo. [25]

Según Ignacio, el obispo tiene el poder último y debe ser obedecido absolutamente. Considere los siguientes extractos de sus cartas: “Todos ustedes siguen al obispo como Jesucristo sigue al Padre… Nadie debe realizar ningún asunto de la iglesia sin el obispo... Donde aparezca el obispo, ahí debe estar el pueblo… Ustedes mismos nunca deben actuar independientemente del obispo y el clero. Deben considerar a su obispo como un tipo del Padre…Todo lo que él apruebe complace al Padre…” [26]

Para Ignacio, el obispo ocupaba el lugar de Dios, en tanto que los presbíteros ocupaban el lugar de los doce apóstoles. [27] Solamente el obispo podía celebrar la cena del Señor, realizar bautismos, dar consejos, disciplinar a los miembros de la iglesia, aprobar matrimonios y predicar sermones. [28]

Los ancianos se sentaban con el obispo durante la cena del Señor. Pero era el obispo quien la presidía. Él se encargaba de dirigir las oraciones públicas y el ministerio. [29] Solamente en los casos más extremos podía un “laico” tomar la Santa Cena sin que el obispo estuviera presente. [30] Porque el obispo, decía Ignacio, debe “presidir” los elementos y distribuirlos.

En la mente de Ignacio, el obispo era el remedio para ahuyentar la falsa doctrina y establecer la unidad de la iglesia. [31] Ignacio creía que, si la iglesia pretendía sobrevivir el embate de la herejía, debía desarrollar una estructura de poder rígida según el modelo de la estructura política centralizada de Roma. [32] El gobierno del obispo único rescataría a la iglesia de la herejía y las luchas internas. [33]

Históricamente, esto se conoce como el “mono-episcopado” o “episcopado monárquico”. Es el tipo de organización donde el obispo se distingue de los ancianos (el presbiterio) y está por encima de ellos.

En el tiempo de Ignacio, el gobierno del obispo único no había prendido en otras regiones. [34] Pero, para mediados del segundo siglo, este modelo estaba firmemente establecido en la mayoría de las iglesias. [35] Para fines del tercer siglo predominaba en todas partes. [36]

Con el tiempo, el obispo se convirtió en el principal administrador y distribuidor de la riqueza de la iglesia. [37] Era el hombre responsable de enseñar la fe y de saber de qué se trataba el cristianismo. [38] La congregación, otrora activa, había sido transformada en sorda y muda. Los santos meramente observaban la actuación del obispo.

En efecto, el obispo llegó a ser el único pastor de la iglesia, [39] el profesional de la adoración común. [40] Era considerado el portavoz y la cabeza de la congregación. La persona cuyas manos manejaban todos los hilos de control. Todos estos papeles hicieron que el obispo fuera el precursor del pastor moderno.

De presbítero a sacerdote

Ya para mediados del tercer siglo la autoridad del obispo se había rigidizado en un cargo fijo. [41] Entonces apareció Cipriano de Cartago (200-258 d. C.), y el daño se extendió.

Cipriano era un ex orador y maestro de retórica pagano. [42] Cuando se hizo cristiano, empezó a escribir prolíficamente. Pero nunca abandonó algunas de sus ideas paganas.

Debido a la influencia de Cipriano, la puerta quedó abierta para resucitar el sistema de sacerdotes, templos, altares y sacrificios del Antiguo Testamento. [43] Los obispos comenzaron a ser llamados “sacerdotes”, [44] una costumbre que llegó a ser común en el tercer siglo. [45] También fueron llamados “pastores” en ocasiones. [46] En el tercer siglo, cada iglesia tenía su propio obispo. [47] Y los obispos y presbíteros, en conjunto, comenzaron a ser llamados “el clero”. [48]

El origen de la doctrina antibíblica de la “cobertura” también puede atribuirse a Cipriano. [49] Él enseñaba que el obispo no tiene ningún superior salvo Dios. Solamente debía rendir cuentas a Dios. Todo el que se separa del obispo se separa de Dios. [50] Cipriano también enseñaba que una porción del rebaño del Señor era asignada a cada pastor (obispo) individual. [51]

Después del Concilio de Nicea (325 d.C.), los obispos empezaron a delegar la responsabilidad de la cena del Señor a los presbíteros. [52] Los presbíteros eran poco más que delegados del obispo que ejercían la autoridad de él en sus iglesias.

Debido a que los presbíteros eran quienes administraban la Santa Cena, empezaron a ser llamados “sacerdotes”. [53] Aun más sorprendente fue que el obispo llegó a ser considerado como el “sumo sacerdote” que podía perdonar pecados. [54] Todas estas tendencias oscurecían la realidad neotestamentaria de que todos los creyentes son sacerdotes para Dios.

Para fines del cuarto siglo, esta jerarquía categorizada dominaba la fe cristiana. [55] La casta clerical se había consolidado. El obispo encabezaba la iglesia. Bajo él estaba el colegio de presbíteros. Por debajo de éstos estaban los diáconos. [56] Y debajo de todos ellos se arrastraban los pobres y miserables “laicos”. El gobierno del obispo único se convirtió en la forma de gobierno de iglesia aceptada en todo el Imperio Romano. (Durante este tiempo, ciertas iglesias empezaron a ejercer autoridad sobre otras iglesias, lo cual amplió la estructura jerárquica.) [57]

Para fines del cuarto siglo, los obispos se codeaban con la gente importante. Se les otorgaba tremendos privilegios. Se involucraron en la política, lo que los separó aun más de los presbíteros. [58] En sus intentos de fortalecer el cargo de obispo, Cipriano abogó por una sucesión continua de obispos que se remontaban hasta Pedro. [59] Esto se conoce como “sucesión apostólica”. [60]

A lo largo de sus escritos, Cipriano emplea el lenguaje oficial del sacerdocio del Antiguo Testamento para justificar esta práctica. [61] Al igual que Tertuliano (160-225) e Hipólito (170-236) antes que él, Cipriano utilizaba el término “sacerdotes” para describir a los presbíteros y obispos. [62] Pero dio un paso más.

Podemos atribuir a Cipriano el concepto contrario al Nuevo Testamento del sacerdotalismo: la creencia de que existe una persona divinamente designada para mediar entre Dios y el pueblo. Cipriano sostenía que, debido a que los clérigos cristianos son sacerdotes que ofrecen el sacrificio santo (la Eucaristía), ellos mismos son sacrosantos. [63]

También podemos acreditar a Cipriano el concepto de que, cuando el sacerdote ofrece la Eucaristía, en realidad está ofreciendo la muerte de Cristo en nombre de la congregación. [64] En la mente de Cipriano, el cuerpo y la sangre de Cristo se vuelven a sacrificar a través de la Eucaristía. [65] Por consiguiente, es en Cipriano donde encontramos las semillas de la misa católica medieval. [66] Esta idea agrandó la cuña entre el clero y los laicos. También creó una dependencia insalubre del clero de parte de los laicos.

El papel del sacerdote

Hasta la Edad Media, los presbíteros (ahora conocidos comúnmente como “sacerdotes”) desempeñaron un papel secundario con relación al obispo. Pero, durante la Edad Media, hubo un cambio. Los presbíteros empezaron a representar a los sacerdotes, mientras los obispos se ocupaban de las tareas políticas. [67] Los sacerdotes parroquiales (locales) se volvieron más centrales para la vida de la iglesia que el obispo. [68] Era el sacerdote quien ahora ocupaba el lugar de Dios y controlaba los sacramentos.

Al convertirse el latín en el lenguaje popular a mediados del cuarto siglo, el sacerdote acostumbraba a invocar la frase hoc est corpus meum. Estas palabras latinas quieren decir: “Esto es mi cuerpo”.

Con estas palabras, el sacerdote se convirtió en el supervisor de la pretensiosa palabrería que empezó a marcar la misa católica. Se le puede acreditar a Ambrosio de Milán (339-397) la idea de que la mera pronunciación de hoc est corpus meum convertía mágicamente el pan y el vino en el cuerpo y la sangre físicos del Señor. [69] (La frase de magia en inglés “hocus pocus” –“abracadabra” en español– viene de hoc est corpus meum.) Según Ambrosio, el sacerdote estaba dotado de poderes especiales para hacer bajar a Dios del cielo y entrar dentro del pan.

Debido a su función sacerdotal, la palabra presbyteros llegó a significar sacerdos (sacerdote). Por consiguiente, cuando la palabra latina para presbítero fue adoptada por el inglés, tuvo el significado de “sacerdote” en vez de “anciano”. [70] Por lo tanto, en la iglesia católica romana, la palabra “sacerdote” fue el término usado en general para referirse al presbítero local.

La influencia de la cultura grecorromana

La cultura grecorromana que rodeaba a los primeros cristianos reforzó la jerarquía escalonada que se estaba introduciendo lentamente en la iglesia. La cultura grecorromana era jerárquica por naturaleza. Esta influencia se infiltró en la iglesia cuando los nuevos conversos trajeron su bagaje cultural a la comunidad creyente. [71]

La jerarquía humana y el ministerio “oficial” institucionalizaron la iglesia de Jesucristo. Para el cuarto siglo, estos elementos endurecieron las arterias de lo que una vez fue la ekklesia viva y vital de Dios, dentro de la cual el ministerio era funcional, dirigido por el Espíritu, orgánico y compartido por todos los creyentes.

Pero, ¿cómo y por qué sucedió esto?

Podemos rastrearlo al tiempo de la desaparición de los obreros apostólicos itinerantes (plantadores de iglesias). A fines del primer siglo y principios del segundo, los presbíteros locales empezaron a surgir como los “sucesores” residentes del papel de liderazgo único que cumplían los obreros apostólicos. [72] Esto dio origen a una única figura principal en cada iglesia. [73] Sin la influencia de los obreros extralocales que habían sido mentoreados por los apóstoles del Nuevo Testamento, la Iglesia empezó a desplazarse hacia los patrones organizativos de la cultura que la rodeaba. [74]

Líderes destacados de la iglesia que habían adoptado el pensamiento pagano también tuvieron una gran influencia. Detrás de Ignacio de Antioquia, Cipriano sostuvo que la organización de la iglesia debía seguir el modelo del Imperio Romano. Como resultado, el imperialismo y una jerarquía inexpugnable penetraron la fe cristiana. [75]

Como ya hemos visto, el papel del obispo empezó a cambiar, de ser la cabeza de una iglesia local hasta convertirse en el representante de todos en una región dada. [76] Los obispos gobernaban las iglesias de la misma forma que los gobernadores romanos sus provincias. [77] Con el tiempo, al obispo de Roma se le otorgó la mayor autoridad y finalmente evolucionó para convertirse en el “Papa”. [78]

Así que entre los años 100 y 300 d.C., el liderazgo de la Iglesia tomó el modelo del gobierno romano. [79] Y se usó la jerarquía del Antiguo Testamento para justificarlo. [80] El gobierno de un solo obispo se había engullido el sacerdocio de todos los creyentes.

Ignacio convirtió al obispo, de hecho, en la autoridad local. Cipriano lo convirtió en el representante de todas las congregaciones por su doctrina de la sucesión apostólica. [81]

Constantino y la jerarquía romana

Tenga en mente que el mundo social en el cual el cristianismo se difundió estaba gobernado por una sola persona, el emperador. Poco después de subir al trono Constantino, a principio del cuarto siglo, la iglesia se convirtió en una sociedad organizada jerárquicamente de arriba abajo, con todas las de la ley. [82]

Edwin Hatch escribe: “En su mayor parte las iglesias cristianas se asociaron entre sí siguiendo la línea del Imperio Romano. [83] …El desarrollo de la organización de las iglesias cristianas fue gradual (y) los elementos que componían esa organización ya existían en la sociedad humana”. [84]

Podemos rastrear la estructura del liderazgo jerárquico tan atrás como en el antiguo Egipto, Babilonia y Persia. [85] Luego fue llevada a la cultura griega y romana, donde fue perfeccionada.

El historiador D. C. Trueman escribe: “Los persas hicieron dos aportes destacados al mundo antiguo: la organización de su imperio y su religión. Estos dos aportes han tenido una influencia considerable sobre nuestro mundo occidental. El sistema de administración imperial fue heredado por Alejandro Magno, adoptado por el Imperio Romano y finalmente legado a la Europa moderna”. [86]

Will Durant plantea un punto similar, al decir que el cristianismo “creció por la absorción de la fe y los ritos paganos; se convirtió en una iglesia triunfante heredando los modelos de la organización y el genio de Roma… Así como Judea le había dado la ética al cristianismo, Grecia le había dado la teología, ahora Roma le daba la organización; todos estos elementos, junto con una docena de creencias absorbidas y rivales, ingresaron en la síntesis cristiana”. [87]

Para el cuarto siglo, la iglesia siguió los mismos pasos que el Imperio Romano. El emperador Constantino organizó la iglesia en diócesis siguiendo el modelo de los distritos regionales romanos. [88] (La palabra “diócesis” era un término secular que se refería a las unidades administrativas más grandes del Imperio Romano.) [89] Más adelante, el papa Gregorio diseñó el ministerio de toda la iglesia según la ley romana. [90]

Durant vuelve a lamentarse: “Cuando el cristianismo conquistó Roma, la estructura eclesiástica de la iglesia pagana, el título y la vestimenta del pontifex maximus… y la grandiosidad del ceremonial inmemorial entraron como la sangre materna en la nueva religión, y la Roma cautiva capturó a su conquistador”. [91]

Todo esto estaba fuertemente reñido con la forma de Dios para su iglesia. Cuando Jesús entró en el teatro de la historia humana, erradicó tanto los íconos profesionales religiosos como la forma de liderazgo jerárquica. [92] Como extensión de la naturaleza y misión de Cristo, la iglesia primitiva fue el primer movimiento de la historia “dirigido por laicos”. Pero, con la muerte de los apóstoles y los hombres que ellos entrenaron, las cosas empezaron a cambiar. [93]

Desde entonces, la iglesia de Jesucristo ha buscado su modelo de organización eclesiástica de las sociedades en las que ha sido colocada, a pesar de la advertencia de nuestro Señor de que Él iniciaría una sociedad nueva con un carácter único. [94] En un contraste llamativo con las provisiones del Antiguo Testamento hechas en el monte Sinaí, ni Jesús ni Pablo impusieron modelos organizacionales fijos para la Nueva Israel.

Constantino y la exaltación del clero

Entre 313 y 325 d.C., el cristianismo dejó de ser una religión que luchaba por sobrevivir ante el gobierno romano. Se regodeaba al calor del imperialismo, cargado de dinero y prestigio. [95] Ya no era una desventaja ser un cristiano bajo del reinado de Constantino. Era una ventaja. Formar parte de la religión del emperador estaba de moda. Y ser parte del clero significaba recibir las mayores ventajas. [96]

Constantino enalteció al clero cristiano. En el año 313 le otorgó la exención del pago de impuestos, algo que los sacerdotes paganos habían disfrutado tradicionalmente. [97] También los eximió de los cargos públicos obligatorios y demás deberes cívicos. [98] Quedaron liberados de ser juzgados por tribunales seculares y de servir en el ejército. [99] (Los obispos podían ser juzgados sólo por un tribunal de obispos, no por tribunales comunes.) [100]

En todas estas cosas, se le otorgó al clero la condición de clase especial. Constantino fue el primero en usar las palabras “clerical” y “clérigos” para describir una clase social superior. [101] También consideraba que el clero cristiano merecía el mismo privilegio que los oficiales del gobierno. Así que los obispos participaban en juicios, como los jueces seculares. [102]

Los clérigos recibían los mismos honores que los más altos oficiales del Imperio Romano y aun el Emperador mismo. [103] En realidad, Constantino dio a los obispos de Roma más poder que a los gobernadores romanos. [104] También ordenó que el clero recibiera asignaciones anuales fijas (un pago ministerial).

El resultado neto de esto fue alarmante: El clero tenía el prestigio de funcionarios de la iglesia, los privilegios de una clase favorecida y el poder de una elite acaudalada. [105] Se había convertido en una clase aislada con un estado civil y una forma de vida apartes. (Esto incluía el celibato del clero.) [106]

Hasta se vestían y arreglaban de forma distinta de la gente común. [107] Los obispos y sacerdotes se rapaban la cabeza. Esta práctica, conocida como tonsura, provenía de la antigua ceremonia romana de la adopción. Todos los que se rapaban la cabeza eran conocidos como “clérigos”. [108] También comenzaron a vestir la ropa de los oficiales romanos. [109]

No debería sorprendernos que tantas personas en tiempo de Constantino experimentaran un repentino “llamado al ministerio”. [110] Para ellos, ser oficial de la iglesia se había convertido en una carrera más que un llamado. [111]

Una falsa dicotomía

Bajo Constantino, el cristianismo fue a la vez reconocido y respetado por el Estado. Esto desdibujó la línea que dividía a la iglesia del mundo. La fe cristiana ya no era una religión minoritaria. En cambio, estaba protegida por los emperadores. Como consecuencia, la membresía de la iglesia creció rápidamente. Hubo conversos a montones, pobremente convertidos, que trajeron a la iglesia una gran variedad de ideas paganas. En palabras de Will Durant: “Mientras el cristianismo convirtió al mundo, el mundo convirtió al cristianismo y exhibió el paganismo natural de la humanidad”. [112]

Como ya hemos visto, las prácticas de las religiones de misterio empezaron a ser utilizadas en el culto de la iglesia. [113] Y el concepto pagano de la dicotomía entre lo sagrado y lo profano se introdujo en la mentalidad cristiana. [114] Puede decirse correctamente que la distinción de clase entre el clero y los laicos surgió de esta misma dicotomía. La vida cristiana ahora estaba siendo dividida en dos partes: secular y espiritual, sagrado y profano.

Pero para el cuarto siglo esta idea falsa fue adoptada universalmente por los cristianos. Y llevó a la idea profundamente errónea de que hay profesiones sagradas (un llamado al “ministerio”) y profesiones comunes (un llamado a una vocación mundana). [115] El historiador Philip Schaff describe correctamente estos factores como creadores de “la secularización de la iglesia” donde “la corriente pura del cristianismo” se había contaminado. [116] Note que esta dicotomía errónea aún perdura en la mente de la mayoría de los creyentes de hoy. Pero el concepto es pagano, no cristiano. Destruye la realidad neotestamentaria de que la vida cotidiana es santificada por Dios. [117]

Clemente de Roma (f. 100 d.C.) fue el primer autor cristiano que hizo una distinción de estatus entre líderes y no líderes cristianos. Fue el primero en usar la palabra “laico” en contraste con los ministros. [118] Clemente sostenía que el orden de sacerdotes del Antiguo Testamento debía encontrar su cumplimiento en la iglesia cristiana. [119]

Tertuliano es el primer escritor en usar la palabra “clero” para referirse a una clase separada de cristianos. [120] Tanto Tertuliano como Clemente de Alejandría (150-215) popularizaron la palabra “clero” en sus escritos. [121]

Para el tercer siglo, la brecha entre el clero y los laicos se ensanchó a un punto de no retorno. [122] Los clérigos eran los líderes capacitados de la iglesia los guardianes de la ortodoxia, los gobernantes y maestros de la gente. Ellos poseían los dones y las gracias que no estaban al alcance de los mortales menores.

Los laicos eran los cristianos no capacitados y de segunda clase. El teólogo Karl Barth dijo, correctamente: “El término ‘laico’ es uno de los peores del vocabulario religioso y debería ser desterrado de la conversación cristiana”. [123]

Los términos “clero” y “laico” no aparecen en el Nuevo Testamento. [124] Tampoco se encuentra el concepto de que hay quienes realizan el ministerio (clero) y quienes son objeto del ministerio (laicos). Por lo tanto, lo que tenemos en Tertuliano y en los dos Clementes es una clara ruptura con la mentalidad de los cristianos del primer siglo, donde todos los creyentes compartían el mismo estatus.

La distinción entre el clero y los laicos púlpito y bancopertenece al otro lado de la cruz. Con el Nuevo Pacto en Cristo, se eliminaron el clero y los laicos. Hay un único pueblo de Dios.

Junto con estos cambios de mentalidad llegó un nuevo vocabulario. Los cristianos empezaron a adoptar el vocabulario de las sectas paganas. El título pontifex (pontífice, un título pagano) se convirtió en un término común para los clérigos cristianos en el cuarto siglo. Al igual que “Maestro de Ceremonias” y “Gran Maestro de la Logia”. [125] Todo esto reforzó la mística del clero como custodios de los misterios de Dios. [126]

Para el quinto siglo, la idea del sacerdocio de cada creyente había desaparecido por completo del horizonte cristiano. El acceso a Dios estaba controlado ahora por la casta clerical. Comenzó a implementarse el celibato clerical. La comunión infrecuente se volvió habitual para los denominados “laicos”. El edificio de iglesia ahora estaba velado con incienso y humo. Las oraciones del clero se hacían en secreto. Y se introdujo la pequeña pero profundamente significativa pantalla que separó al clero de los laicos.

En resumen, para fines del cuarto siglo y principios del quinto, el clero se había convertido en una casta sacerdotal, un grupo de elite espiritual de “hombres santos”. [127] Esto nos lleva al tema espinoso de la ordenación.

La falacia de la ordenación

En el cuarto siglo, la teología y el ministerio eran el dominio de los sacerdotes. El trabajo y la guerra eran el dominio de los laicos. [128] ¿Cuál era el rito iniciático al dominio sagrado del sacerdote? La ordenación. [129]

Antes de analizar las raíces históricas de la ordenación, veamos cómo se reconocía al liderazgo de la iglesia primitiva. Los obreros apostólicos (los plantadores de iglesias) del primer siglo volvían a visitar a una iglesia después de un tiempo. En algunas de esas iglesias, los obreros reconocían públicamente a los ancianos. En todos los casos, los ancianos ya estaban “en el lugar” antes de ser respaldados públicamente. [130]

Los ancianos surgían naturalmente en una iglesia con el paso del tiempo. No eran nombrados a un cargo externo. [131] En cambio, eran reconocidos en virtud de su antigüedad y contribución a la iglesia. Según el Nuevo Testamento, el reconocimiento de ciertos miembros dotados es algo instintivo y orgánico. [132] Hay un principio interno dentro de cada creyente de reconocer los diversos ministerios de la iglesia.

Llamativamente, hay sólo tres pasajes en el Nuevo Testamento que nos dicen que los ancianos fueron reconocidos públicamente. Hubo ancianos reconocidos en las iglesias de Galacia. Pablo dijo a Timoteo que reconociera ancianos en Éfeso. También dijo a Tito que los reconociera en las iglesias de Creta.

La palabra “ordenar” en estos pasajes no quiere decir instalar en un cargo. [133] Más bien, transmiten la idea de respaldar, afirmar y presentar lo que ya ha estado sucediendo. [134] También transmite la idea de bendición. [135] El reconocimiento público de ancianos y otros ministerios generalmente era acompañado por la imposición de manos por obreros apostólicos. (En el caso de obreros enviados a otros lugares, lo hacía la iglesia o los ancianos.) [136]

En el primer siglo, la imposición de manos significaba meramente el apoyo o afirmación de una función, no la instalación en un cargo o el otorgamiento de un estatus especial. Lamentablemente, pasó a significar esto último a fines del segundo siglo y principios del tercero. [137]

Durante el tercer siglo, la “ordenación” adoptó un significado completamente diferente. Era un rito cristiano formalizado. [138] Para el cuarto siglo, la ceremonia de ordenación era engalanada con vestimentas simbólicas y un ritual solemne. [139] La ordenación produjo una casta eclesiástica que usurpó el sacerdocio de los creyentes.

¿De dónde supone usted que los cristianos tomaron su modelo de ordenación? Modelaron su ceremonia de ordenación según la costumbre romana de designar a hombres para cargos civiles. [140] Todo el proceso, hasta las palabras mismas, vinieron directamente del mundo cívico romano. [141]

Para el cuarto siglo, los términos usados para el nombramiento para un cargo romano y para la ordenación cristiana se volvieron sinónimos. [142] Cuando Constantino convirtió al cristianismo en la religión preferida, las estructuras de liderazgo de la iglesia se vieron reforzadas por la aprobación política. Las formas del sacerdocio del Antiguo Testamento se combinaron con la jerarquía griega. [143] Tristemente, la iglesia se sentía cómoda con esta nueva forma, igual que hoy.

Agustín (293-373 d.C.) dio un paso más: enseñó que la ordenación confería una “impronta definitiva e inamovible” al sacerdote que lo habilita para cumplir sus funciones sacerdotales. [144] Para Agustín, la ordenación era una posesión permanente que no podía ser revocada. [145]

Entonces se llegó a entender la ordenación cristiana como algo que constituye la diferencia esencial entre el clero y los laicos. Mediante la ordenación el clero era habilitado para administrar los sacramentos. Se creía que el sacerdote, que realiza el servicio divino, debía ser el más perfecto y santo entre todos los cristianos. [146]

Gregorio de Nacianzo (329-389) y Crisóstomo (347-407) incrementaron tanto el nivel de exigencia para los sacerdotes que corrían peligro si no vivían de acuerdo con la santidad de su servicio. [147] Según Crisóstomo, el sacerdote es como un ángel. No está hecho del mismo material frágil que el resto de los hombres. [148]

¿Cómo podría el sacerdote vivir en tal estado de santidad pura? ¿Cómo podría ser digno de servir en el “coro de ángeles”? La respuesta era la ordenación. Mediante la ordenación, la corriente de las gracias divinas fluía dentro del sacerdote, haciéndolo apto para ser usado por Dios. Esta idea, también conocida como “dotación sacerdotal”, aparece primeramente en Gregorio de Nisa (330-395).

Gregorio sostenía que la ordenación hacía del sacerdote, “invisiblemente pero realmente un hombre diferente y mejor”, elevándolo muy por encima del laicado. [149] “El mismo poder de la palabra”, dice Gregorio, “hace que el sacerdote sea venerable y honorable, separado… Mientras apenas ayer era uno entre la masa, uno del pueblo, de pronto es convertido en un guía, un presidente, un maestro de justicia, un instructor de misterios ocultos...” [150]

Preste atención a las palabras de un documento del cuarto siglo: “El obispo es el ministro de la Palabra, el guardián del conocimiento, el mediador entre Dios y usted en varias partes de su culto divino… él es quien lo rige y lo gobierna… él está en segundo lugar después de Dios, su dios terrenal, con derecho de ser honrado por usted”. [151]

A través de la ordenación, al sacerdote (u obispo) se le otorgaban poderes divinos especiales para ofrecer el sacrificio de la misa. La ordenación también lo convertía en una clase de hombre completamente separado y santo. [152] Los sacerdotes llegaron a ser identificados como los “vicarios de Dios en la tierra”. Se convirtieron en parte de una clase especial de hombres. Una orden que estaba separada de los denominados “miembros laicos” de la iglesia.

Para mostrar esta diferencia, tanto el estilo de vida como la vestimenta del sacerdote eran distintos de los laicos. [153] Lamentablemente, este concepto de la ordenación nunca dejó la fe cristiana. Está vivo y coleando en el cristianismo moderno. De hecho, si usted está preguntándose por qué y cómo el pastor moderno llegó a ser tan exaltado como “el hombre santo de Dios”, estas son sus raíces.

Edward Schweitzer, en su obra clásica “El Orden de la Iglesia en el Nuevo Testamento”, sostiene que Pablo era completamente ajeno a una ordenación que confiere poderes ministeriales o clericales a un cristiano. [154] Los pastores (ancianos, supervisores) del primer siglo no recibieron nada que se pareciera a la ordenación moderna. No eran puestos por encima del resto del rebaño. Eran quienes servían entre ellos. [155]

Los ancianos del primer siglo simplemente eran respaldados públicamente por obreros externos como personas que se preocupaban por la iglesia. Esta aceptación era simplemente el reconocimiento de una función. No confería poderes especiales. Tampoco era una posesión permanente, como creía Agustín.

La práctica moderna de la ordenación crea una casta especial de cristianos. No importa si es el sacerdote del catolicismo o el pastor del protestantismo, el resultado es el mismo: el ministerio más importante está restringido a unos pocos creyentes “especiales”.

Esta idea es tan dañina como antibíblica. En ningún lugar el Nuevo Testamento limita la predicación, el bautismo o la distribución de la Cena del Señor a los “ordenados”. [156] El eminente erudito James D. G. Dunn fue quien mejor lo expresó al decir que la tradición de clero y laicado ha hecho más para socavar la autoridad del Nuevo Testamento que la mayoría de las herejías. [157]

Dado que los cargos eclesiásticos sólo podían ocuparse a través del rito de la ordenación, el poder de ordenar se convirtió en el tema crítico para tener autoridad religiosa. Se había perdido el contexto bíblico. Y se usaron métodos de textos de prueba para justificar la jerarquía entre el clero y los laicos. [158] El creyente común, generalmente inculto e ignorante, estaba a la merced de un clero profesional. [159]

La Reforma

Los reformadores del siglo XVI cuestionaron fuertemente el sacerdocio católico. Atacaron la idea de que el sacerdote poseía poderes especiales para convertir el vino en sangre. Rechazaron la sucesión apostólica. Alentaron al clero a casarse. Revisaron la liturgia para dar a la congregación más participación. También abolieron el cargo de obispo y redujeron el sacerdote nuevamente a presbítero. [160]

Pero, lamentablemente, los reformadores llevaron la distinción católica entre clero y laicos directamente al movimiento protestante. También mantuvieron la idea católica de la ordenación. [161] Si bien abolieron el cargo de obispo, resucitaron, con otro disfraz, el gobierno del obispo único.

El grito de batalla de la Reforma fue la restauración del sacerdocio de todos los creyentes. Sin embargo, esta restauración fue sólo parcial. Lutero (1483-1546), Calvino (1509-1564) y Zwinglio (1484-1531) afirmaron el sacerdocio de los creyentes con respecto a su relación individual con Dios. Enseñaron, correctamente, que todo cristiano tiene acceso directo a Dios, sin necesidad de un mediador humano. Esta fue una restauración maravillosa. Pero fue parcial.

Lo que los reformadores no hicieron fue recuperar la dimensión corporativa del sacerdocio de los creyentes. Restauraron la doctrina del sacerdocio de los creyentes soteriológicamente, es decir con relación a la salvación. Pero no la restauraron eclesiásticamente, con relación a la iglesia. [162]

En otras palabras, los reformadores solamente recuperaron el sacerdocio del creyente (singular). Nos recordaron que todo cristiano tiene acceso individual e inmediato a Dios. Por maravilloso que sea esto, no recuperaron el sacerdocio de todos los creyentes (plural colectivo). Esta es la bendita verdad de que cada cristiano forma parte de un grupo que comparte la Palabra de Dios unos con otros. (Fueron los anabautistas quienes recuperaron esta práctica. Lamentablemente, esta recuperación fue una de las razones por las cuales las espadas protestantes y católicas quedaron rojas con la sangre de este grupo.) [163]

Si bien los reformadores se opusieron al Papa y a su jerarquía religiosa, siguieron sosteniendo la visión estrecha del ministerio que habían heredado. Creían que “el ministerio” era una institución restringida a unos pocos que eran “llamados” y “ordenados”.164 Así que los reformadores siguieron afirmando la división entre el clero y los laicos. Sólo en su retórica los reformadores afirmaban que todos los creyentes eran sacerdotes y ministros. En la práctica, lo negaban. Así que, una vez que se disipó el humo de la Reforma, terminamos con lo mismo que nos dieron los católicos: un sacerdocio selectivo.

Lutero sostenía la idea de que los que predicaban requerían una capacitación especial. [165] Como los católicos, los reformadores creían que solamente el “ministro ordenado” podía predicar, bautizar y administrar la Cena del Señor. [166] Como resultado, la ordenación le daba al ministro un aura de favor divino que no podía ser cuestionado.

Trágicamente, Lutero y los demás reformadores denunciaron violentamente a los anabautistas por practicar el funcionamiento de cada miembro en la iglesia. [167] Los anabautistas creían que cada cristiano tiene el derecho de pararse y hablar en una reunión. No era el dominio del clero. Lutero estaba tan en contra de esta práctica que dijo que provenía “del pozo del infierno”, y que quienes la realizaban debían ser muertos. [168] (He aquí su herencia, querido cristiano protestante.)

Resumiendo, los reformadores retuvieron la idea de que la ordenación era la clave para tener poder en la iglesia. Era responsabilidad del ministro ordenado transmitir la revelación de Dios a su pueblo. [169] Y se le pagaba para este papel.

Como el sacerdote católico, el ministro reformado era considerado por la iglesia como el “hombre de Dios”, el mediador pagado entre Dios y su pueblo. [170] No un mediador para perdonar pecados, sino un mediador para comunicar la voluntad divina. [171] Así que, en el protestantismo, un viejo problema asumió una forma nueva. La jerga cambió, pero el veneno permaneció.

De sacerdote a pastor

A Juan Calvino no le gustaba la palabra “sacerdote” para referirse a los ministros. [172] Prefería el término “pastor”. [173] Para él, “pastor” era la palabra más elevada que uno podía usar para el ministerio. Le gustaba porque la Biblia se refería a Jesucristo como “el gran pastor de las ovejas” (Hebreos 13:20). [174] Irónicamente, Calvino creía que estaba restaurando el obispo (episkopos) del Nuevo Testamento en la persona del pastor. [175]

A Lutero tampoco le gustaba la palabra “sacerdote” para definir a los nuevos ministros protestantes. Escribió: “No podemos ni debemos dar el nombre de sacerdote a los que están encargados de la Palabra y los sacramentos entre el pueblo. La razón por la que han sido llamados sacerdotes es por la costumbre de los pueblos paganos o como un vestigio de la nación judía. El resultado es perjudicial para la iglesia”. [176] Así que él también adoptó los términos “predicador”, “ministro” y “pastor” para referirse a este nuevo cargo.

Zwinglio y Martín Bucero (1491-1551) también preferían la palabra “pastor”. Escribieron tratados populares sobre esto. [177] Como resultado, el término empezó a penetrar en las iglesias de la Reforma. [178] Sin embargo, debido a su obsesión con la predicación, el término favorito de los reformadores para el ministro fue “predicador”. [179] Y así fue como la gente común los solía llamar. [180]

Recién en el siglo XVIII el término “pastor” se volvió de uso corriente, eclipsando a “predicador” y “ministro”. [181] Esta influencia vino de los pietistas luteranos. [182] Desde entonces, el término se ha generalizado en el cristianismo dominante. [183]

Aun así, los reformadores elevaron al pastor a cabeza funcional de la iglesia. Según Calvino, “El cargo pastoral es necesario para preservar la iglesia en la tierra de una forma mayor que el sol, los alimentos y las bebidas son necesarios para nutrir y sostener la vida presente”. [184]

Los reformadores creían que el pastor poseía poder y autoridad divinos. No hablaba por su propia cuenta, sino en nombre de Dios. Calvino reforzó aún más la primacía del pastor al considerar las acciones de desprecio o burla hacia el ministro como serias ofensas públicas. [185]

Esto no debería ser una sorpresa cuando vemos de dónde tomó Calvino su modelo para el ministerio. No lo tomó de la iglesia de la era apostólica. Tomó como modelo el gobierno del obispo único del segundo siglo. [186] Lo mismo ocurrió con los demás reformadores. [187]

La ironía aquí es que Juan Calvino se quejaba de la iglesia católica romana porque edificaba sus prácticas sobre “invenciones humanas” en vez de la Biblia. [188] Pero él hizo lo mismo. En este sentido, los protestantes son tan culpables como los católicos. Ambas denominaciones basan sus prácticas en la tradición humana.

Calvino enseñaba que la predicación de la Palabra de Dios y la administración correcta de los sacramentos son las marcas de una verdadera iglesia. [189] Para él, la predicación, el bautismo y la Eucaristía debían ser realizados por el pastor y no por la congregación. [190] Para todos los reformadores, la función primaria de un ministro es la predicación. [191]

Como Calvino, Lutero también hizo del pastor un cargo aparte y exaltado. Mientras sostenía que las llaves del reino pertenecían a todos los creyentes, Lutero confinó su uso a quienes ocupaban cargos en la iglesia. [192] “Todos somos sacerdotes”, decía Lutero, “en tanto y en cuanto somos cristianos, pero los que llamamos sacerdotes son ministros escogidos de entre nosotros para actuar en nuestro nombre, y el sacerdocio de ellos es nuestro ministerio”. [193]

Tristemente, Lutero creía que todos están en el sacerdocio, pero no todos pueden ejercer el sacerdocio. [194] Esto es, lisa y llanamente, sacerdotalismo. Lutero se separó del campo católico al rechazar un sacerdocio sacrificial. Pero, en su lugar, creía que el ministerio de la Palabra de Dios pertenecía a un orden especial. [195]

Las siguientes son declaraciones características de Lutero en su exaltación del pastor: “Dios habla a través del predicador… Un predicador cristiano es un ministro de Dios que es apartado, sí, es un ángel de Dios, un obispo mismo enviado por Dios, un salvador de muchas personas, un rey y príncipe en el Reino de Cristo… No hay nada más precioso o noble en la tierra y en esta vida que un párroco o predicador verdadero y fiel”. [196]

Dijo Lutero: “No deberíamos permitir a nuestro pastor hablar las palabras de Cristo por sí mismo como si él estuviera hablándolas para su propia persona; más bien, él es la boca de todos nosotros y todos hablamos las palabras con él en nuestros corazones… Es una cosa maravillosa que la boca de cada pastor es la boca de Cristo, así que debemos escuchar al pastor no como un hombre, sino como Dios”. [197] Uno puede escuchar los ecos de Ignacio resonando a través de las palabras de Lutero.

Estas ideas corrompieron la visión de la iglesia de Lutero. Él consideraba que no era más que un centro de predicación. “La congregación cristiana”, dijo Lutero, “nunca debería reunirse a menos que la Palabra de Dios sea predicada y se haga oración, no importa cuán breve sea este tiempo”. [198] Lutero creía que la iglesia es simplemente una reunión de personas que escuchan la predicación. Por esta razón, llamaba al edificio de iglesia Mundhaus, que significa una boca o una casa del habla. [199] También dijo: “Los oídos son los únicos órganos de un cristiano”. [200]

Querido cristiano protestante, he aquí sus raíces.

La cura de almas

Tanto Calvino como Lutero compartían la visión de que las dos funciones clave del pastor eran la proclamación de la Palabra (predicación) y la celebración de la Eucaristía (comunión). Pero Calvino agregó un tercer elemento. Hizo énfasis en que el pastor tenía el deber de proveer cuidado y sanidad a la congregación. [201] Esto se conoce como la “cura de almas”.

La “cura de almas” se retrotrae al cuarto y quinto siglo. [202] La encontramos en la enseñanza de Gregorio de Nacianzo. Gregorio llamaba al obispo “pastor”, un médico de almas que diagnostica las enfermedades de su paciente y receta un remedio o el cuchillo. [203]

Los primeros seguidores de Lutero también practicaron el cuidado de almas. [204] Pero fue elevado a una forma de arte en la Ginebra de Calvino. Se exigía que cada pastor y un anciano visitaran los hogares de sus feligreses. También se hacían visitas periódicas a los enfermos y a los presos. [205]

Para Calvino y Bucero, el pastor no era solamente un predicador y un dispensador de los sacramentos. Era la “cura de almas” o el “cura”. Su tarea era llevar sanidad, curación y compasión al pueblo sufriente de Dios. [206]

Esta idea está viva en el mundo protestante hoy. Se la ve fácilmente en los modernos conceptos de “cuidado pastoral”, “aconsejamiento pastoral” y el “psicoparloteo cristiano”. En la iglesia moderna, la carga de este cuidado recae sobre los hombros de un hombre, el pastor. (En el primer siglo, recaía sobre los hombros de toda la congregación y un grupo de hombres maduros llamados “ancianos”.) [207]

La supremacía del pastor

En breve, la Reforma protestante asestó un golpe al sacerdotalismo católico romano. Pero no fue un golpe mortal. Los reformadores siguieron manteniendo el gobierno de un solo obispo. Simplemente sufrió un cambio semántico. Ahora el pastor cumplía el papel de obispo. Llegó a ser considerado como la cabeza local de una iglesia, el anciano principal. [208] Como escribió un escritor: “En el protestantismo, los predicadores tienden a ser los voceros y representantes de la iglesia, y la iglesia suele ser la iglesia del predicador. Esto es un gran peligro y amenaza para la religión cristiana, muy relacionado con el clericalismo”. [209]

Las reformas hechas por los reformadores no fueron lo suficientemente radicales como para cambiar el curso que habían comenzado Ignacio y Cipriano. La Reforma abrazó la estructura jerárquica católica con una aceptación irreflexiva. También mantuvo la distinción antibíblica entre ordenados y no ordenados.

En su retórica, los reformadores denunciaron la división entre el clero y los laicos. Pero en su práctica la retuvieron completamente. Como dijo Kevin Giles: “Las diferencias entre el clero católico y el clero protestante se desdibujaron en la práctica y en la teología. En ambos tipos de iglesias, el clero era una clase aparte; en ambas, su estatus especial se basaba en iniciativas divinas (mediadas de diferentes maneras); y, en ambas, ciertas tareas eran reservadas para ellos”. [210]

La larga tradición posbíblica del gobierno del obispo único (ahora personificado en el pastor) prevalece en la iglesia protestante hoy. Debido a que la línea de falla entre el clero y los laicos está grabada en piedra, existen tremendas presiones psicológicas que hacen que los denominados “laicos” sientan que el ministerio es la responsabilidad del pastor. “Es su trabajo. Él es el experto”, es la forma de pensar.

La palabra del Nuevo Testamento para ministro es diakonos. Significa ‘siervo’. Pero, esta palabra ha sido prostituida porque los hombres han profesionalizado el ministerio. Hemos tomado la palabra “ministro” y la hemos equiparado con el pastor sin ninguna justificación bíblica. De la misma manera, hemos equiparado erróneamente la predicación y el ministerio con el sermón del púlpito. Otra vez, sin justificación bíblica.

Siguiendo la tendencia de Calvino y Lutero, los escritores puritanos John Owen (1616-1683) y Thomas Goodwin (1600-1680) elevaron el pastorado a un aditamento fijo en la casa de Dios. [211] Owen y Goodwin llevaron a los puritanos a centrar toda la autoridad en el papel pastoral. [212] Para ellos, al pastor se le da “el poder de las llaves”. Sólo él está ordenado para predicar, [213] administrar a los sacramentos, [214] leer las Escrituras públicamente [215] y ser capacitado en los idiomas originales de la Biblia, así como en lógica y filosofía.

Tanto los reformadores como los puritanos sostenían que los ministros de Dios debían ser profesionales competentes. Por lo tanto, los pastores debían tener una amplia capacitación académica para cumplir su función. [216]

Todas estas características explican cómo y por qué hoy se trata al pastor como una clase de elite… un cristiano especial… alguien que merece ser reverenciado (de ahí el título de “Reverendo”). El pastor y su púlpito son centrales para el culto protestante. [217]

Cómo destruye el pastor la vida de Cuerpo

Ahora que hemos desenterrado las raíces del pastor moderno, consideremos los efectos prácticos que un pastor tiene sobre el pueblo de Dios.

La distinción antibíblica entre el clero y los laicos ha causado un daño incalculable al cuerpo de Cristo. Ha dividido a la comunidad de creyentes entre cristianos de primera y de segunda clase. Esta dicotomía perpetúa una terrible falsedad. A saber, que algunos cristianos son más privilegiados que otros en cuanto a servir al Señor.

Nuestro desconocimiento de la historia de la iglesia ha permitido que seamos embaucados. El ministerio de un solo hombre es completamente ajeno al Nuevo Testamento, pero lo aceptamos mientras ahoga nuestro funcionamiento. Somos piedras vivas, no muertas. Sin embargo, el cargo pastoral nos ha transformado en piedras que no respiran.

Permítame hablar en tono personal. La función pastoral le ha quitado su derecho de funcionar como miembro del Cuerpo de Cristo. Ha cerrado su boca y lo ha amarrado a un banco. Ha distorsionado la realidad del Cuerpo, convirtiendo al pastor en una gran boca y a usted en una diminuta oreja. [218] Lo ha transformado en un espectador mudo experto en tomar apuntes de sermón y pasar el plato de la ofrenda.

Pero eso no es todo. La moderna función pastoral ha dado por tierra con el punto central de la carta a los Hebreos: la finalización del antiguo sacerdocio. Ha hecho ineficaz la enseñanza de 1 Corintios 12 a 14, que cada miembro tiene el derecho y el privilegio de ministrar en una reunión de iglesia. Ha anulado el mensaje de 1 Pedro 2, que cada hermano y hermana es un sacerdote funcional.

Ser un sacerdote funcional no quiere decir que sólo puede realizar algunas formas reducidas de ministerio como cantar canciones desde su banco, alzar las manos durante la adoración, pasar transparencias o enseñar en una clase de escuela dominical. Esta no es la idea de ministerio del Nuevo Testamento. Estas son sólo ayudas para el ministerio del pastor. Como dijo un erudito: “Gran parte del culto protestante hasta hoy ha sido infectada también por una abrumadora tendencia de considerar al culto como el trabajo del pastor (y tal vez el coro), donde la mayoría de los laicos tienen muy poco para hacer excepto cantar unos himnos y escuchar atentamente en actitud de oración”. [219]

Tratamos al pastor como si fuera el experto profesional. Esperamos que los médicos y abogados nos sirvan, no que nos capaciten para servir a otros. ¿Por qué? Porque son los expertos. Son profesionales capacitados. Lamentablemente, vemos al pastor de la misma manera. Todo esto vulnera el hecho de que cada creyente es un sacerdote. No solamente ante Dios, sino unos para con otros.

Pero hay algo más. El pastorado moderno compite con el liderazgo funcional de Cristo en su iglesia. Ocupa ilegítimamente el lugar único de centralidad y liderazgo entre el pueblo de Dios. Un lugar que está reservado sólo para una Persona: el Señor Jesús. Jesucristo es la única cabeza de la iglesia y la palabra final para ella.220 Por su cargo, el pastor desplaza y suplanta el liderazgo de Cristo al colocarse como la cabeza humana de la iglesia.

Por esta razón, no hay nada que obstaculiza tanto el cumplimiento del propósito eterno de Dios como la moderna función pastoral. ¿Por qué? Porque ese propósito está centrado en hacer que el liderazgo de Cristo se manifieste visiblemente en la iglesia a través del funcionamiento libre y abierto de todos los miembros del Cuerpo. Mientras el cargo pastoral esté presente, usted nunca verá algo así.

Cómo se autodestruye el pastor

El pastor moderno no solamente perjudica al pueblo de Dios, sino que se perjudica a sí mismo. La función pastoral tiene la virtud de destruir todo lo que se le acerca. Las depresiones, los agotamientos, el estrés y las crisis emocionales son sumamente frecuentes entre los pastores. Al momento de escribir esto, hay más de 500.000 pastores trabajando en iglesias de Estados Unidos.221 Entre este gran número, considere las siguientes estadísticas que dejan al descubierto el peligro mortal del cargo pastoral:

  • El 94% se siente presionado para tener una familia ideal.
  • El 90% trabaja más de 46 horas semanales.
  • El 81% dice que pasa tiempo insuficiente con su cónyuge.
  • El 80% cree que el ministerio pastoral afecta a su familia negativamente.
  • El 70% no tiene alguien que consideren un amigo íntimo.
  • El 70% tiene una autoestima más baja ahora que cuando ingresó al ministerio.
  • El 50% se siente incapaz de cumplir los requisitos del cargo. [222]
  • El 80% está desanimado o tratando con la depresión.
  • Más del 40% dice que sufre de agotamiento, horarios frenéticos y expectativas irreales. [223]
  • El 33% considera que el ministerio pastoral es un claro peligro para la familia. [224]
  • El 33% ha pensado seriamente en renunciar a su cargo durante el último año. [225]
  • El 40% de las renuncias pastorales se deben al agotamiento. [226]

Se espera de la mayoría de los pastores que hagan 16 tareas importantes a la vez. [227] Y la mayoría se derrumba bajo la presión. Por esta razón, 1.600 ministros de todas las denominaciones de Estados Unidos son despedidos u obligados a renunciar cada mes. [228]

Durante los últimos 20 años, la duración promedio de un pastorado ha bajado, de siete años a poco más de dos. [229]

Lamentablemente, pocos pastores han unido los puntos para descubrir que es su cargo de pastor el que causa esta turbulencia subyacente. [230] Sencillamente, nunca fue la intención de Jesucristo que ninguna persona usara todos los sombreros que se espera que use el pastor. Jamás fue su intención que ningún hombre llevara una carga tal.

Las demandas del pastorado son abrumadoras. A tal punto que pueden agotar a cualquier mortal. Imagínese por un momento que usted estuviera trabajando para una compañía que le pagara de acuerdo con lo bien que hace que se sientan las personas que están con usted. ¿Y si su pago dependiera de cuán entretenido, cuán amistoso es usted, cuán populares son su esposa y sus hijos, lo bien que se viste y lo perfecto de su comportamiento?

¿Puede imaginarse el profundo estrés que le causaría? ¿Puede ver cómo esta presión lo obligaría a cumplir el papel de una persona altanera para mantener su poder, su prestigio y la seguridad de su trabajo? (Por esta razón, la mayoría de los pastores se resisten a recibir cualquier tipo de ayuda.)

La profesión pastoral fija normas de conducta, como cualquier otra profesión, sea maestro, médico o abogado. La profesión dicta cómo el pastor debe vestirse, hablar y actuar. Esta es una de las principales razones por las que tantos pastores viven vidas muy artificiales.

En este sentido, la función pastoral fomenta la deshonestidad. Los feligreses esperan que su pastor siempre esté alegre, disponible al instante ante cualquier llamado, nunca ofendido, nunca amargado, con una familia perfectamente disciplinada, y completamente espiritual en todo momento. [231] Los pastores cumplen este papel como actores en un drama griego. Esto explica el extraño cambio de voz cuando ora la mayoría de los pastores. Explica su manera piadosa de unir las manos. La manera particular de pronunciar la frase “el Señor”. Y la forma especial de vestirse. [232]

Todas estas cosas son mayormente cartón pintado, completamente vacías de realidad espiritual. La mayoría de los pastores no pueden mantenerse en su cargo sin corromperse en alguna medida. La política del poder endémica del cargo es un enorme problema que aísla a muchos de ellos y contamina su relación con los demás.

En un agudo artículo para pastores titulado Preventing Clergy Burnout (Cómo impedir el agotamiento del clero), el autor sugiere algo asombroso. Su consejo a los pastores nos da una clara mirada a la política del poder que acompaña el pastorado.233 Implora a los pastores que “fraternicen con el clero de otras denominaciones. Estas personas no lo pueden dañar eclesiásticamente, ya que no pertenecen a su círculo oficial. No hay hilos políticos que puedan tirar para deshacerlo a usted”. [234]

La soledad profesional es otro virus muy frecuente entre pastores. La plaga del llanero solitario impulsa a algunos pastores a otras carreras. A otros, los lleva a destinos más crueles. [235]

Todas estas patologías encuentran su raíz en la historia del pastorado. Se está “muy solo en la cima” porque Dios nunca quiso que alguien estuviera en la cima, salvo su Hijo. En efecto, el pastor moderno trata de cargar sobre sus hombros las cincuenta y ocho exhortaciones de “unos a otros” del Nuevo Testamento por su cuenta. [236] No es de extrañar que la mayoría termine aplastada por el peso. [237]

Conclusión

El pastor moderno es el elemento menos cuestionado del cristianismo moderno. Sin embargo, no tiene una pizca de apoyo escritural para su existencia, ni una hoja de higuera para cubrirla.

Más bien, el pastor moderno nació del gobierno del obispo único que pergeñaron Ignacio y Cipriano. El obispo evolucionó hacia el presbítero local. En la Edad Media, el presbítero evolucionó hacia el sacerdote católico. Durante la Reforma, se transformó en “el Predicador”, “el Ministro” y, finalmente, en “el pastor”, el hombre del cual pende todo el protestantismo. Para resumirlo en una frase: El pastor protestante no es más que un sacerdote católico ligeramente reformado.

Los sacerdotes católicos tenían siete tareas en el tiempo de la Reforma: predicar, los sacramentos, oraciones por la grey, una vida piadosa, disciplina, ritos de la iglesia, y apoyar a los pobres y visitar a los enfermos. [238] El pastor protestante asume todas estas responsabilidades; además, a veces bendice eventos cívicos.

El famoso poeta John Milton fue quien mejor lo expresó cuando dijo: “Presbítero nuevo no es más que sacerdote viejo escrito en grande”. [239] Esto significa: El pastor moderno no es nada más que un viejo sacerdote escrito con letras más grandes.

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