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sábado, 11 de febrero de 2012

UNA MUJER CABALGA LA BESTIA - Apocalipsis 17:1-18.

A través de todo el mundo, las mujeres se están imponiendo como nunca antes en la historia de la humanidad. Las mujeres están conquistando los que hasta hace un siglo atrás siempre se habían considerado trabajos y funciones que sólo los hombres podían realizar. Hay una creciente aceptación de las mujeres en los más altos niveles de liderazgo en los negocios, el gobierno, y la religión. Sólo el Señor le podría haber dado a Juan, 1.900 años atrás, una visión que tan acertadamente describe nuestro día: una mujer en control... de la bestia.

Nota: Este artículo (un comentario versículo por versículo de Apocalipsis 17) no está basado en el libro homónimo de Dave Hunt. Este autor, basándose en la tradición protestante heredada de la Reforma, arguye en su libro que "la madre de las rameras" (v.5) descrita aquí es la Iglesia Católica. Nuestra posición es que la Iglesia Católica está incluida en dicha designación; es parte de ella, pero no es exclusivamente ella. En Mateo 13:33 el Señor asemeja a los falsos maestros religiosos a una mujer, y a la levadura que ella esconde en la harina, a la falsa enseñanza de estos. Creemos que el Señor es consistente. La ramera descrita aquí es una síntesis y un símbolo de todos los falsos maestros religiosos (ver 1 Timoteo 2:12; 2 Timoteo 3:13). Ella representa todas las falsas religiones, incluida la católica. La harina simboliza la santa Palabra de Dios, corrompida por todos los falsos maestros y falsos profetas.

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APOCALIPSIS 17:1-18


Apocalipsis 17 es un pasaje parentético. Ha sido insertado entre el anuncio de la destrucción literal de Babilonia (Ap. 16:17-21) y la descripción de esa destrucción (Ap. 18:1-24) con el fin de explicar la relación y de contrastar el fin de la Babilonia mística y la literal. El cumplimiento de la visión ocurrió a la mitad de la Semana Septuagésima. Esto es evidenciado por el hecho de que los diez reyes le dan su poder y autoridad a la Bestia en este momento y, acto seguido, se vuelven contra la Gran Ramera y la destruyen para que la adoración a la persona de la Bestia pueda ser establecida sin impedimentos ni alternativas de ninguna clase.

v. 1 - Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían la siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas – El texto no especifica cuál de los siete ángeles es el que habla con Juan, pero no es equivocado suponer que es el mismo ángel que arroja el contenido de la séptima copa. Este ángel es el revelador de uno de los enigmas más importantes de todo el libro de Apocalipsis. “Ven acá” (deûro), le dice el ángel a Juan. El vocablo usado es un adverbio que sugiere urgencia. Equivale a decir: “¡Ven!” “¡Aquí!”. “Y te mostraré”. El verbo “mostrar” (deíxo) aparece ocho veces que en el Apocalipsis, y en cada una de ellas la interpretación involucra a un ángel (Ap. 1:1; 4:1; 17:1; 21:9, 10; 22:1, 6, 8). “La condena”, como traduce la Reina-Valera 1909 la palabra griega kríma, es más exacta en su significado que “sentencia”. Condenación se refiere tanto a un veredicto judicial como a la ejecución de dicho veredicto. Esta es “la” condenación de la Ramera. La condenación final es el tema de este capítulo. La Gran Ramera es el sujeto de dicha condenación. La condenación final de la Ramera es mencionada nuevamente en Apocalipsis 19:2. Allí se nos dice que Dios la ha condenado porque ella es culpable de la muerte de Sus siervos. Esta idea nos retrotrae a Apocalipsis 6:10. Los mártires del quinto sello le preguntan a Dios cuánto tiempo más tendrán que esperar para que Dios vengue sus muertes. Los impíos moradores de la tierra fueron los que derramaron la sangre de los mártires. La misma palabra, vengar, es usada en Apocalipsis 19:2. Allí se nos dice que la Ramera es la que ha derramado la sangre de los mártires. Esto establece un vínculo entre los moradores de la tierra y la Ramera, que es quien los corrompió con su fornicación. Esta última idea es enfatizada por la última frase del versículo, que dice: “La que está sentada sobre muchas aguas”. La mayoría de los exegetas y eruditos concuerdan en que la figura de “sentarse sobre” sugiere que la Ramera ejerce dominio, control, soberanía. En Apocalipsis 17:5 el ángel le revela a Juan que: “Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”. Es decir, la Gran Ramera posee un vasto control sobre un extenso sector de la humanidad. El hecho de que la Ramera se sienta al mismo tiempo “sobre muchas aguas” y “sobre una bestia escarlata” (Ap. 17:3) sugiere que posee poderes que escapan a la comprensión humana. Por un lado controla pueblos y naciones y, por el otro, controla también a la Bestia (aunque por breve tiempo). ¿Quién es esta Ramera? ¿Qué representa? Entre los eruditos no hay acuerdo alguno a la hora de identificar a la Ramera. Sin embargo, es imprescindible identificarla correctamente si deseamos entender el mensaje que el capítulo contiene para nosotros.

v. 2 - con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación -  La primera parte de este versículo: “con la cual han fornicado los reyes de la tierra” indica que Juan está cumpliendo la misión recibida en Apocalipsis 10:11, de profetizar contra “los reyes”. Los reyes de la tierra son acusados de fornicar con la Gran Ramera. Bajo la metáfora de inmoralidad sexual, Juan declara que los reyes de la tierra y la Gran Ramera han cometido actos que traicionan los votos de matrimonio que ella y ellos ha hecho previamente. Cuatro veces en el Apocalipsis (17:2, 18:3, 18:9, 19:2) es mencionado el rompimiento de los votos matrimoniales por parte de la Ramera y por parte de los reyes de la tierra. La Ramera también es acusada de haber “corrompido a la tierra con su fornicación” (Ap. 19:2). “Corromper” (phtheiro) significa “causar la ruina moral de alguien”. Es decir, la Gran Ramera ha causado la ruina moral de los reyes de la tierra por el hecho de haberlos guiado a servir a la Bestia.

El segundo grupo que ha sido influenciado por los actos inmorales de la Ramera son “los moradores de la tierra”, quienes “se han embriagado con el vino de su fornicación”. Repetidamente hemos visto a través del Apocalipsis que la frase “los moradores de la tierra” es un tecnicismo que se refiere a aquellas personas que son hostiles hacia Dios y Su pueblo. El griego no es precisamente idéntico a otros pasajes, pero el significado es el mismo (Cooper). La fornicación entre la Gran Ramera y los reyes de la tierra ha influenciado negativamente a “los moradores de la tierra” a un grado alarmante. La poderosa influencia negativa se describe como intoxicante. La idolatría y la exaltación carnal ha viciado hasta tal punto el pensamiento, la conducta y las creencias de los habitantes de la tierra que los ha hecho perder el control de sí mismos por encima y en contra de todo lo revelado por Dios. El texto sugiere que los reyes de la tierra se unieron voluntariamente con la Gran Ramera, y que al hacerlo forzaron a los moradores de la tierra a hacer lo mismo, quienes perdieron toda independencia y libertad de pensamiento y conducta. En otras palabras, los líderes de las naciones pagaron los deleites (Ap. 18:9) vividos con la Ramera cediéndole a ella sus propios pueblos como esclavos (Ap. 18:13d).

v. 3 - Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos – El apóstol Juan es transportado espiritualmente al desierto. El sustantivo espíritu (pneúmati) se refiere al espíritu de Juan, no al Espíritu Santo (Carballosa), por lo tanto debiera estar escrito con minúscula en las versiones bíblicas. En Apocalipsis 12:14, la Mujer simbólica del remanente piadoso de Israel es llevada al desierto para ser protegida por Dios. En Apocalipsis 17:3, la Gran ramera está en el desierto. Juan es llevado al desierto para que contemple en detalle las características de la Gran Ramera.

La Ramera esta “sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos”. La “bestia escarlata” es más similar al Dragón de Apocalipsis 12:3 que a la Bestia que sube del mar en Apocalipsis 13:1. En Apocalipsis 12:3 el Dragón es descrito como “escarlata”, con “siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas”. En Apocalipsis 13:1 la Bestia que sube del mar es descrita teniendo “siete cabezas y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas un nombre blasfemo”. En el versículo siguiente (Ap. 13:2) la Bestia es descrita como: “semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como de león”. Aquí, en Apocalipsis 17:3, la Bestia aparece “llena de nombres de blasfemia” y tiene “siete cabezas y diez cuernos”. Ni las siete cabezas ni los diez cuernos poseen diademas. En Apocalipsis 12:3 el énfasis está puesto en el Dragón y en los siete imperios históricos que controló. En Apocalipsis 13:1 el énfasis está puesto en los diez reyes controlando el antiguo territorio de los imperios Babilonio,  Medopersa y Griego. En esta coyuntura de Apocalipsis 17:3 es la Ramera quien ejerce control sobre la Bestia. La Ramera reina aquí. El hecho de que la Ramera está sentada sobre la Bestia apoya esta tesis y explica por qué es llamada “ramera”: ha buscado ser sostenida por el más grande y promisorio poder político y ha recibido de él una aparente posición dominante. Que la bestia es un poder político promisorio es evidenciado por el hecho de que ni sus cabezas ni sus cuernos tienen diademas. Esto, además, indica inequívocamente que Apocalipsis 17 es un pasaje parentético anterior a Apocalipsis 13:1-18.

Nótese la relación que existe entre el Dragón, la Bestia y la Ramera. A los tres se los relaciona con el color escarlata (Ap. 12:3; 17:3, 4). El color escarlata era muy popular en tiempos del imperio romano y era emblemático de lujo y esplendor arrogante (Carballosa/Rienecker). De modo que la Gran Ramera se caracterizará por su influencia tanto sobre los gobernantes de las naciones como sobre los habitantes de la tierra en general. Además, se destacará por su opulencia. Exhibirá grandes riquezas y con ellas controlará a muchos pueblos y, brevemente, dominará al que será la base del poder imperial del Anticristo.

“Llena de nombres de blasfemia” (gémonta onómata blaspheimías). El vocablo “llena” (gémonta) es el participio presente, voz activa, neutro, acusativo, plural de gémo, que significa “estar lleno”. Dicho participio califica al sustantivo “bestia” (theiríon), que en el texto griego es neutro. El participio presente sugiere un estado continuo (Carballosa). Una de las características esenciales de la Bestia es su blasfemia. En Apocalipsis 13:1, los nombres de blasfemia aparecen sobre las siete cabezas de la Bestia, pero aquí, en Apocalipsis, todo su cuerpo está cubierto de blasfemias. Dichas blasfemias tienen que ver con el hecho de que la Bestia se alza contra Dios y se opone a su autoridad. Su propósito es hacer que los hombres adoren al Dragón/Satanás a quién él representa en la tierra. Es importante recalcar la diferencia que existe entre la Ramera y la Bestia. La Bestia, como vimos en nuestro análisis de Apocalipsis 13, representa al Anticristo, a la entidad satánica que lo gobierna y al su imperio. La Ramera será identificada más adelante (Ap. 17:5).

La Bestia que transporta o sostiene a la Ramera “tenía siete cabezas y diez cuernos”. Ya hemos visto las similitudes y diferencias entre esta Bestia de Apocalipsis 17:3, y las de Apocalipsis 13:1, 2 y 12:3. En Apocalipsis 17:9-10 leemos el significado inspirado e inerrante de las siete cabezas: “… son siete montes… y son siete reyes”. Los que quieren hacer pasar a la Gran Ramera solamente por Roma, se equivocan. Los siete montes sobre los que también se sienta está impúdica mujer no son las siete colinas sobre las que ha sido construida la ciudad de Roma, representan a siete reyes/reinos/imperios. Creemos que estos siete imperios son los imperios identificados en nuestro análisis de Apocalipsis 12:3. Los diez cuernos, según Apocalipsis 17:12, “son diez reyes”. Estos reinarán en forma simultánea pero “por una hora” (Ap. 17:12); es decir, brevemente; pues al momento determinado por Dios le darán su poder y autoridad a la Bestia. ¿Existe alguna relación entre las siete cabezas y los diez cuernos? Las siete cabezas son los troncos de donde los diez reyes, como vástagos, recibirán su sabia imperial.

v.4 - Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación – Los colores “púrpura y escarlata” son los colores del lujo y la ostentación. El color púrpura se usaba a menudo para los colores reales (véase Jue. 8:26; Dn. 5:7), y el escarlata era el color de la magnificencia (Nah. 2:3). De manera que la mujer ostenta ocupar el lugar de una gran reina. El costoso atavío púrpura y el espectacular escarlata de la Ramera contrasta con el color blanco que es el de la santidad. Los ancianos de la corte celestial visten de blanco (Ap. 4:4); a los santos mártires se les dan vestiduras blancas (Ap. 6:11); la multitud de redimidos de la tribulación comparecen “delante del trono y en presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas” (Ap. 7:9); y a la Esposa del Cordero se le ha concedido que se vista de “lino fino, limpio y resplandeciente” (Ap. 19:8).

La opulencia de la Ramera se pone de manifiesto, además, por las joyas con que se adorna: “…oro… piedras preciosas… perlas”. Es evidente que la Ramera intenta conquistar a sus seguidores mediante la influencia de las riquezas. Los reyes de las naciones han ido en pos de esta mujer con el fin de beneficiarse con sus riquezas. Además de sus pomposos vestidos y magníficas joyas, la mujer sostiene en su mano una copa de oro repleta de impurezas. “Y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación”. El vocablo abominaciones (bdelygmátón) significa algo maloliente, algo detestable (Carballosa). Dicho vocablo se usa en la Septuaginta respecto a la impureza ceremonial y moral relacionada con las prácticas idolátricas (Mounce). Es el mismo vocablo usado por el Señor Jesús en Mateo 24:15 para referirse a la “abominación desoladora” (véase también Dn. 9:27; 11:31; 12:11). La frase “la inmundicia de su fornicación” amplía el significado del sustantivo “abominaciones”. Dicha frase guarda relación con la práctica de la idolatría (2 Co. 6:17) y, quizás, con los cultos paganos de prostitución. De modo que la Ramera ha prosperado esparciendo sus inmundos vicios y corrupciones y permitiendo que los habitantes de la tierra beban de su hermosa pero contaminada copa (Thomas). La copa de la Ramera está llena de abominaciones mientras que las copas de los cuatro seres vivientes y las de los veinticuatro ancianos están llenas de las oraciones de los santos (Ap. 5:8). La Ramera encarna el colmo de la rebeldía contra Dios

v. 5 - y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA – La frase “y en su frente un nombre escrito, un misterio” indica que la mujer se ha sometido a los requerimientos de la Bestia escarlata que la sostiene. Esta mujer ha sido marcada como Dios marcó con Su nombre a los 144. 000 y la Bestia que sube del mar marcó a sus seguidores con el número de su nombre. El texto no dice explícitamente quién marcó a la mujer en la frente. Su nombre es ofensivo y denigrante. En forma implícita, se entiende que ha sido Dios quien la ha marcado de acuerdo a como Él, en Su santidad, la ve. El hecho de que su nombre es un “misterio” (mystéirion) implica que es simbólico y que requiere ser interpretado. Así es como el vocablo misterio ha sido usado en el Apocalipsis previamente (Ap. 1:20; 16:7). Apocalipsis 17:7 confirma esta conclusión.

El nombre de la mujer: “Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra” indica la clave para entender la metáfora. ¿Quién o qué es Babilonia? El texto, en Apocalipsis 18, no permite alegorizar o espiritualizar a “Babilonia” para intentar demostrar que significa otra ciudad, digamos Roma. Allí lo más prudente y apegado al texto es entender que la referencia es a la Babilonia literal. La Babilonia de Apocalipsis 17 representa a la Babilonia literal de Apocalipsis 18, esto nos lo dice el mismo texto (Ap. 17:18). Pero que “Babilonia la grande” de Apocalipsis 17 simboliza algo más también es claro. Hay quince diferencias entre la Babilonia de Apocalipsis 17 y la Babilonia de Apocalipsis 18 que prueban que son entidades diferentes (ver Apéndice A). Entre esas diferencias esta el hecho de que aquí, en Apocalipsis 17:5, se nos dice que el nombre de la mujer es un “misterio”. En este punto, entonces, la interpretación no debe ser literal.

En Génesis 11, Babilonia es la capital del mundo civilizado. En aquel entonces todos los habitantes de la tierra hablaban un mismo idioma. Al establecerse en la tierra de Sinar, se dijeron unos a otros: “Vamos, edifiquémonos una ciudad (una comunidad organizada), y una torre (un templo de adoración), cuya cúspide llegue al cielo (donde habita Dios); y hagámonos un nombre (destaquémonos por nuestra unidad y poder), por si fuéremos esparcidos sobre la faz de la tierra (rebelión contra la voluntad revelada de Dios – Gn. 1:28; 9:1)” (Gn. 11:4). Estas personas no eran un grupo de ignorantes cavernícolas que pensaban que todo lo que tenían que hacer era elevarse a unos cuantos metros del suelo para obtener una audiencia personal con Dios. Ellos creían que la multitud de los habitantes de su ciudad y la magnificencia de su templo provocaría una respuesta positiva de parte de Dios. Pero en vez de agradar a Dios, Él dijo: “Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero” (Gn. 11:7). Esto frustró el plan de los babilonios y los obligó a abandonar momentáneamente el proyecto y la ciudad. “Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra” (Gn. 11:9). Esta curiosa palabra, “Babel” tiene dos significados. En hebreo (el idioma en el que el Antiguo Testamento fue escrito) significa “confusión”. En caldeo (el idioma de los antiguos babilonios) significa “puerta de Dios”. “Babilonia” proviene del griego babylonia, que significa “la tierra de Babel”. El doble significado de la palabra “Babel” describe el aspecto religioso de Babilonia. La Ramera, cuyo nombre también es doble: “Babilonia la grande” y “la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra”, representa lo mismo que ocurrió en Babel alrededor de 4.000 años atrás, antes que Dios interviniera. Así como los babilonios de Génesis 11 edificaron una comunidad organizada (una ciudad) con el fin de acercarse a Dios (una torre) y hacerse famosos e importantes (un nombre), los modernos discípulos de la Babilonia Mística (la Gran Ramera) se han edificado una Comunidad Religiosa Organizada y Global (mundial).

Por siglos desde La Reforma los protestantes han identificado a la Gran Ramera, o Babilonia Mística, de Apocalipsis 17 como la Iglesia Católica. Se ha enfatizado el hecho de que esta Iglesia se hace pasar por una virgen, pero es culpable de las fornicaciones espirituales más terribles. Al contrario del Señor Jesucristo, que durante los tiempos de Su humillación no tenía “donde recostar la cabeza”, la Iglesia Católica ha codiciado el oro y la plata del mundo, exhibiendo una codicia y un afán de lujos mundanos que los fieles creyentes de todos los siglos han despreciado y denunciado. Además, se puede probar fácilmente que la Iglesia Católica ha tenido relaciones ilícitas con los reyes de la tierra, y que se ha embriagado con la sangre de los santos. Se pueden encontrar, todavía, muchos otros paralelos entre la Gran Ramera de Apocalipsis 17 y la Iglesia Católica. Los puntos de correspondencia entre una y la otra son demasiados para que podamos decir que se trata de mera coincidencia. Hasta los teólogos católicos honestos confiesan abiertamente que la Ramera de Apocalipsis 17 es una alegoría de la Iglesia Católica. Muchas pruebas se podrían dar, citando sólo a escritores y teólogos católicos, que apoyan la tesis de que la Ramera y la Iglesia Católica son una misma entidad. (Nota: No es el objetivo de este breve comentario dar una lista de estas pruebas para tratar de convencer al lector. Si este está interesado en el tema lo remitimos a los libros Las Dos Babilonias, por Alexander Hislop; Babilonia, Misterio Religioso, por Ralph Wooddrow; y a las numerosas citas bibliográficas proporcionadas por estos autores.)

Sin duda alguna la Iglesia Católica ha proporcionado un cumplimiento parcial a la profecía simbólica de Apocalipsis 17. Aquí está el valor práctico para el pueblo de Dios durante las épocas oscuras. Apocalipsis 17 muestra con demasiada precisión las similitudes que existen entre la Ramera y la Iglesia Católica como para que los creyentes evangélicos de todas las épocas las pasaran por alto. Ellas confirmaron la fe de los anabaptistas y sus similares  contemporáneos, que actuaron en conformidad a la voluntad revelada de Dios cuando denunciaron lo que de un modo manifiesto se oponía a la verdad bíblica – la Iglesia Católica. Sin embargo, debemos ser honestos y rigurosos. Hay otros aspectos en Apocalipsis 17 que no se aplican sólo a la Iglesia Católica. Entre estos, el hecho de que la Ramera de Apocalipsis 17 es escatológica. Es decir, debemos buscar su identificación en las Escrituras que tendrán su cumplimiento literal en la Semana Septuagésima.

Quienes dicen que la Gran Ramera es la Iglesia Católica pasan por alto el hecho de que la mujer también es llamada: “la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra”. Ahora bien, ¿quién se supone que son sus “hijas”? Concordamos con la mayoría de los intérpretes que dicen que el Anticristo va a ser “amigo” de la Iglesia Católica. Lo inquietante es que, actualmente, la Iglesia Católica y las denominaciones Protestantes que desde los tiempos de La Reforma se separaron de su seno, están volviendo a juntarse. ¿Cómo puede suceder esto? La Biblia es enfática en señalar que habrá una apostasía de la Cristiandad antes de que el Anticristo se manifieste. “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá (el Día del Señor) sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición (el Anticristo)” (2 Ts. 2:3). Es muy importante destacar que el sustantivo griego que aquí se traduce “apostasía” es  apostasia. El erudito bíblico Spiros Zodhiates, cuya lengua materna es el griego, proporciona el siguiente comentario en relación a la palabra griega apostasia: “…En la mayoría de los casos… esto no significa que una persona se vaya de donde está a otro lugar; significa apartarse, haber escogido hacerse a un lado”. De tal forma que, según Zodhiates, “apostatar” es “apartarse” de la Fe, no dejar de profesarla. El Diccionario Expositivo Vine (Ed. Caribe) confirma la definición de Zodhiates; dice que apostasia significa: “Apartamiento…” ¿Puede alguien “profesar” ser cristiano cuando en realidad se mantiene “aparte” de la Fe? La Cristiandad está repleta de profesantes. Profesar el Cristianismo, habiéndose apartado de la fe verdadera es algo que puede suceder. Nuevamente, la Biblia es enfática sobre el tema: “Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis” (2 Co. 11:4). Aquí tenemos una total y acertada descripción de un Cristianismo y/o Fe falsos que fue aceptado por creyentes genuinos, pero indoctos. Para que cualquier versión de la fe que ha sido una vez dada a los santos (Jud. 3) sea completamente falsa, Pablo dice que tiene que ser defectuosa en al menos tres puntos. Debe: 1.- predicar a otro Jesús; 2.- ofrecer (y provenir de) otro espíritu; 3.- y, finalmente, debe ofrecer (y provenir de) otro evangelio. Para definir los puntos falsos o destacar los verdaderos dejando que los otros sean expuestos por contraste, necesitaríamos más espacio de lo que tenemos aquí. Cualquier creyente instruido, sin embargo, sabe que hoy en día son predicados muchos Jesuses, que son ofrecidos muchos espíritus y que son predicados muchos evangelios. Y todo esto desde el púlpito de denominaciones que un día fueron consideradas fundamentalistas. ¿Cómo ha sucedido esto? ¿Cómo ha llegado a esta apostasía la iglesia evangélica?

El Espíritu Santo advirtió que “los malos hombres y los engañadores” irían “de mal en peor, engañando y siendo engañados” (2 Tim. 3:13). Esta es la historia de la iglesia. La apostasía que estaba comenzando en los días de los apóstoles creció rápidamente con el pasar de los siglos. Eventualmente produjo a la Iglesia Católica, pero no se detuvo allí. Continuó creciendo y diseminándose hasta sentar sus reales en casi toda la Cristiandad. Casi es lógico que sucediera así. Cansada de las persecuciones sufridas a raíz de la Reforma, la Cristiandad comenzó a buscar unidad a expensas de la Verdad. Después de todo, la unidad hace la fuerza, ¿o no? ¿Para qué sufrir persecución y luchas intestinas si se puede gozar de prosperidad, influencia y prestigio, cediendo un poco en esto y otro poco en aquello? El fin justifica los medios, y el fin es “cristianizar” el mundo entero, ¿o no? En vez de convertir al mundo, la Cristiandad se convirtió a él e imitó su ejemplo. Nunca hubo antes en la historia de la humanidad un día como el nuestro, que se caracteriza por las fusiones y amalgamas. Nadie quiere ver en esto la vieja alegoría del pez gordo comiéndose al más pequeño, pero eso es justamente lo que sucede. Lo vemos a diario en el mundo comercial, en donde las empresas independientes y las pequeñas casas bancarias y comerciales son “anexadas” a (devoradas por) una más grande. Uniones, fusiones, corporaciones dominan la industria y el comercio. En el mundo social, nunca antes existieron tantos clubes, fraternidades y organizaciones entrelazadas e interdependientes. Lo mismo sucede en el mundo político, donde vemos un sinnúmero de organizaciones y comunidades internacionales (ONU, OLP, UE, etc) que extienden sus tentáculos hacia los cuatro puntos del compás. Países antes enemigos acérrimos, hoy se estrechan la mano por causa del comercio y la política. Mientras tanto, en el mundo religioso, el nuevo evangelio del ecumenismo que dice que “todos los caminos llevan a Dios” ya es casi la “religión oficial” del “mundo civilizado”. Este nuevo evangelio derrumba las antiguas paredes denominacionales para dar vida a esa Religión Universal que la Aldea Global tanto necesita.

Nada nuevo bajo el sol. En cuatro de las ocho Parábolas del Reino registradas en Mateo 13, el Señor ya expuso lo que pasaría. En la “Parábola del Sembrador” el Señor ilustra cómo Su palabra, ampliamente diseminada sería también ampliamente rechazada. En la “Parábola del Trigo y la Cizaña”, el Señor revela la presencia del enemigo entre las filas de los creyentes e ilustra cómo Su obra sería falsificada desde adentro. En la “Parábola de la Semilla de Mostaza”, el Señor profetiza cómo el Cristianismo, por causa de sus alianzas mundanas, se convertiría en la Cristiandad posmoderna caracterizada por un gran crecimiento externo. En la “Parábola de la Levadura” muestra cómo la obra oculta de un falso sistema religioso corrompería la sana doctrina. Si sólo el Señor nos hubiera dado estas cuatro parábolas, con sus sombrías y pesimistas profecías, podríamos vernos tentados a preguntar: “¿Fracasará el propósito divino?” “¿Triunfará Satanás después de todo?” “Y si es así, ¿para qué luchar?” En las Parábolas del Tesoro Escondido y La Perla de Gran Precio el Señor enfatiza dos grandes verdades: 1.- el Tesoro (la Perla) es muy costoso; y 2.- el Mercader (Jesús) siente gozo al adquirirlo. Habiendo pagado un precio tan alto, el Señor Jesús no se arriesgará a perder lo que ha adquirido. La Cristiandad, como organización se corromperá y fracasará; pero los verdaderos creyentes que se aparten de ella recibirán galardón. En la siguiente ilustración, la “Parábola de la Red”, el Señor les da, a los que le pertenecen, la completa seguridad de que un juicio total será realizado. En el presente estado de cosas, mucha semilla parece desperdiciarse: las cizañas abundan y hasta dominan el campo de trigo; la semilla de mostaza es manipulada por el hombre para transformarla en un árbol, siendo que es una hortaliza; la levadura corrompe la masa de harina pura. Pero el día viene en que el Señor no transará al separar lo bueno de lo malo. Su última medida para la desesperada situación será una limpieza total. En la octava y última ilustración, la “Parábola de los Tesoros Nuevos y Viejos”, el Señor se presenta como el Escriba divino, el Maestro; y nos habla de la necesidad que el Reino de los Cielos tiene de escribas instruidos y aptos para enseñar la verdad de la Escritura. Son estos escribas fieles los encargados de hacer nueva la vieja enseñanza de Su Maestro.

La presente unidad religiosa culminará en lo que Apocalipsis 17 describe como la Gran Ramera (la planta de mostaza convertida en árbol; la masa leudada). Su nombre es: “Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra”. El “síndrome babilónico” que afecta a la Cristiandad actual es la idea de que Dios se dejará impresionar por la magnificencia y las multitudes. Los discípulos y profetas de la Gran Ramera trabajan duro cada día para elevarla al lugar de prominencia en el que aparece en Apocalipsis 17. Cada día que pasa avanzan un poco más hacia esta síntesis de las religiones -o, más bien, síntesis del conocimiento religioso antiguo. La idea básica es disolver la distinción tradicional de cada religión y denominación porque ninguna es superior a la otra, sino que cada una informa y completa a la otra. Los discípulos y profetas de la Gran Ramera, estos neo-babilonios, son ecuménicos. Acarician la fantasía de que la sabiduría pagana, la fe cristiana y las disciplinas materiales producirán gran iluminación espiritual cuando logren mezclarlas totalmente. El resultado de esa mezcla, será la Gran Ramera; la Religión Universal que será también la Religión Oficial predicada en, y practicada por, la mayoría de los “cristianos” de la tierra en el tiempo del fin. En este popurrí de creencias se reflejará el flagrante repudio a la prohibición de Dios contra la transigencia, las obras y el esfuerzo humano que quedó de manifiesto en el “incidente” de la Torre de Babel. La comunidad religiosa organizada no será ya sólo una ciudad, sino el mundo entero; la torre cuya cúspide llegue al cielo será, sin duda, un templo internacional de adoración que le dará prestigio (hagámonos un nombre) a todos los que en él se congregan. Por eso el nombre de la Ramera es: “Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra”. Todas las religiones paganas tienen su origen en Babel – el foco del ingenio y esfuerzo humano por llegar hasta Dios en vez de entrar por la Puerta proporcionada por Él mismo (Jn. 10:1). El rastro brillante que ha dejado Babel a nuestros pies nos conduce a “los lugares altos” (altares elevados) de la idolatría adoptada por el antiguo Israel (Lv. 26:30; 1R. 11:7; 2 R. 23:15; Ez. 16:24-39, etc.) y por cada religión falsa existente hoy en día. Los templos fastuosamente adornados, las mezquitas y las elaboradas ceremonias practicadas en el catolicismo, el islamismo, el hinduismo, el mormonismo y otros cultos y sectas ocultistas, son ramificaciones que han brotado de Babel. Nimrod y sus seguidores, ataviados con lujosas vestimentas, siguen ofreciendo hoy en día su adoración en las magníficas catedrales, en los empinados altares, y a través de los impresionantes rituales que se ven en la mayoría de las denominaciones “cristianas”. El sacramentalismo – la creencia de que las formas y fórmulas litúrgicas contienen y transmiten poderes espirituales, como la salvación – ha invadido hasta al Protestantismo. Todavía hay algunos entre sus filas que creen que el bautismo salva, o que participar del pan y beber de la copa transmite vida. No es sorprendente que el corazón del hombre en rebeldía contra Dios se exprese mejor a través de la religión. Somos hijos de Eva por naturaleza y nacemos con la inclinación a seguir los caminos de Caín y Babel. Cada lugar de adoración que ha sido decorado con la intención de ganar el favor de Dios viola Exodo 20: 24-26, al igual que el resto de la Escritura, y perpetúa el pecado de Babel, la madre de las religiones falsas de la tierra. Todos esos “santuarios” son monumentos a la rebelión humana y a su orgullosa y pervertida religión de esfuerzo y obras personales, no son monumentos a Dios; quien así piense está engañado todavía. Es muy fácil creer que formando parte de la membresía de una iglesia o denominación y “adorar” periódicamente en el “santuario” hace que alguien sea un “cristiano”. Nada de esto compensa la falta de consistente santidad personal. Nadie creería que puede llegar al cielo subiendo por los peldaños de una torre. Sin embargo, el engaño de las religiones actuales es así de monumental. La anarquía contra Dios que motiva tales creencias es la misma que motivó a los constructores de la Torre de Babel. Millones continúan, en el espíritu de Babel, diseñando programas religiosos que les permitan llegar al cielo. En el proceso, la verdad y la doctrina bíblicas son dejadas de lado. Hay aspectos menores en los cuales los que se dicen cristianos pueden diferir, tales cómo qué comer o qué no, cómo vestir, qué días guardar, cuán a menudo realizar la Cena del Señor, etc. La doctrina de la salvación, sin embargo, es el punto principal del Evangelio del Señor Jesucristo en el cual todos los que lo profesan deben estar de acuerdo. Pablo maldijo a aquellos que enseñaban que uno debe creer en el Evangelio y guardar la ley para obtener la salvación (Gá. 1:6-12). Esa pequeña adición, destruye por completo el Evangelio. ¡Nadie que crea tal mensaje puede ser salvo! Tampoco puede ser salvo aquél que cree que todos los caminos (las religiones) conducen a Dios. El Evangelio de Cristo es muy específico en sus demandas y debe ser creído totalmente para recibir la salvación. “… porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mt. 7:14). Esa declaración “estrecha de mente” no es la invención de algún dogmático fundamentalista o fanático religioso; fue pronunciada por el mismísimo Señor Jesucristo. La Fe por la que debemos contender ardientemente (Jud. 3) tiene muy bien definido el contenido moral y doctrinal que debe ser creído para recibir la salvación. Cualquier cosa que se le añada o se le quite, es Babel y/o alguna de sus hijas.

Concluimos que la Gran Ramera es llamada “la madre de las rameras” porque representa a toda la Cristiandad profesante unida con todos los falsos sistemas religiosos existentes, bajo una cabeza  -casi con toda seguridad, el Papa de turno. Parafraseando su nombre en lenguaje moderno, el nombre de la Ramera sería: “Unidad, Diversidad y Tolerancia Religiosa”. Es la peor Ramera que el mundo ha visto y verá. Su nombre y sus características son usadas en un puro sentido bíblico. Es decir, esta Ramera tuvo alguna vez una relación con Dios; una relación que ella rompió. Esta es la única forma en que su nombre superlativo se puede explicar.

Sin embargo, la Gran Ramera no representa sólo a este falso sistema religioso. Representa también a la literal, reconstruida ciudad de Babilonia que será la capital del imperio del Anticristo.

v. 6 - Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro – “Vi a la mujer ebria”. Esta no es ebriedad literal, sino figurada. El motivo “ebria de la sangre” aparece en Ezequiel 39:18-19. Allí Dios, por medio del profeta, les dice a los pájaros: “beberéis hasta embriagaros de sangre…” La idea es que los pájaros comerán carne y beberán sangre hasta saciarse. Esta figura indica que la mortandad será grande. La Ramera es descrita como saciada “de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús”. Los sustantivos “santos” y “mártires” se refieren a un solo grupo de personas: los creyentes fieles a Cristo. “Santos” destaca la separación de las cosas del mundo y “mártires” indica el precio que pagan por esa fidelidad. La Gran Ramera es la responsable de la muerte de aquellos que son fieles a “Jesús”, lo que indica que el texto se está refiriendo específicamente a creyentes nuevotestamentarios. Que la Ramera está ebria de la sangre de los santos, es lo mismo que decir: La Ramera ya se cansó de matar a los creyentes en Cristo.

La visión hace que Juan se asombre en gran manera. La expresión “y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro” es la combinación de un verbo con un sustantivo afín que produce una expresión superlativa (Carballosa/Bullinger). El apóstol desea destacar la magnitud de su asombro o sorpresa al contemplar en visión la actitud en extremo hostil de la Ramera hacia los seguidores de Cristo Jesús. Juan queda atónito al observar los terribles excesos de la Ramera contra los santos, porque entiende además lo que la Ramera representa. Por imposible que parezca, la religión mundial que utilizará el Anticristo para ganarse la simpatía del mundo no será el ateísmo, ni el judaísmo, ni el hinduísmo, ni el islamismo, ni el budismo, ni el humanismo, ni la Nueva Era. Será el Cristianismo apóstata aliado con todas las demás religiones existentes. Que la Cristiandad se puede paganizar es algo que ya lo demostró Constantino y sus sucesores, los papas. Es importante volver a destacar el hecho de que la Ramera representa tanto a esta “Religión de religiones”, como a una ciudad. Por un lado, la interpretación inspirada de la visión no deja lugar a dudas de que la Ramera es un símbolo de la ciudad de Babilonia (Ap. 17:18). Por otro lado, las quince diferencias entre la Babilonia de Apocalipsis 17 y la Babilonia de Apocalipsis 18 prueban que son entidades diferentes. Hay once razones que prueban que la Ramera es un símbolo de la Cristiandad apóstata en alianza con las demás religiones del mundo (ver Apéndice B). 

El asombro de Juan encuentra un paralelo en Jeremías 2:12-13, que dice: “Espantaos cielos, sobre esto; y horrorizaos; desolaos en gran manera dijo Jehová. Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”. Todo Jeremías 2 es acerca de lo que Jehová siente a causa de la apostasía de Israel. El lenguaje gráfico del profeta pareciera estar describiendo a la misma Ramera (el Israel espiritual) que asombra a Juan: “Porque desde muy atrás rompiste tu yugo y tus ataduras, y dijiste: No serviré. Con todo eso, sobre todo collado alto y debajo de todo árbol frondoso te echabas como ramera. Te planté vid escogida, simiente verdadera toda ella: ¿cómo, pues, te me has vuelto sarmiento de vid extraña? Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor. ¿Cómo puedes decir: No soy inmunda, nunca anduve tras los baales? Mira tu proceder en el valle, conoce lo que has hecho, dromedaria ligera que tuerce su camino, asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea al viento. De su lujuria, ¿quién la detendrá? Todos los que la buscaren no se fatigarán, porque en el tiempo de su celo la hallarán… ¡Oh generación!, atended vosotros a la palabra de Jehová. ¿He sido yo un desierto para Israel, o tierra de tinieblas? ¿Por qué ha dicho mi pueblo: Somos libres; nunca más vendremos a ti? ¿Por qué adornas tu camino para hallar amor? Aún a las malvadas enseñaste tus caminos. Aun en tus faldas se halló la sangre de los pobres, de los inocentes. No los hallaste en ningún delito; sin embargo, en todas estas cosas dices: Soy inocente, de cierto su ira se apartó de mí” (Jer. 2:20-24, 31-35). El lector diligente encontrará muchos pasajes similares en el Antiguo Testamento. Los vocablos “ramera” y “fornicar” son utilizados a lo largo de toda la Escritura para describir la apostasía de un pueblo o ciudad que había jurado adorar sólo al Dios único y verdadero, y no cumplió.

v. 7 - Y el ángel me dijo: ¿Por qué te asombras? Yo te diré el misterio de la mujer, y de la bestia que la trae, la cual tiene las siete cabezas y los diez cuernos – La pregunta del ángel: “¿Por qué te asombras?” es puramente retórica. Por eso, acto seguido, le hace saber a Juan que le revelará el misterio (mystéirion) de la Ramera y de la Bestia que la transporta. Esto es muy importante, pues la intención del ángel es evitar que Juan especule respecto al significado de la visión. En los versículos 8-17 el ángel le declara a Juan el significado de la Bestia y en el versículo 18 le da el significado literal de la Ramera. El significado místico de la Ramera está implícito en el texto y es apoyado por los Apéndices A y B.

Vemos en este versículo un cambio importante de un verbo clave. En Apocalipsis 17:3, Juan vio “a una mujer sentada sobre una bestia escarlata”. El verbo “sentada” (katheiménein) contrasta con el que es usado aquí, en Apocalipsis 17:7, que dice: “… y la bestia que la trae”. El verbo “trae” (bastádsonton) es el participio presente, voz activa de bastádso, que significa “transportar”, “traer” (Carballosa). El verbo del versículo 3 sugiere que la Ramera, al menos en apariencia, tiene control sobre la Bestia y por eso está cómodamente “sentada” sobre ella. El segundo verbo (“trae”) sugiere que la Ramera es más bien un instrumento de la Bestia. La Bestia es quien suple la fuerza motivadora y el propósito dinámico de la Ramera (Thomas). De tal forma que la Ramera -que en su afectación y orgullo cree que cabalga sobre la Bestia, controlándola -es en realidad sostenida por la Bestia; esto, con la clara intención de engañar a los seguidores de la malhadada mujer, que creen que reinan con ella.

v. 8 - La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será – La cláusula “que has visto” (tiempo pasado) indica que Juan ya no está contemplando a la Ramera ni a la Bestia. Primero las vio. Ahora recibe entendimiento acerca de la visión. La Bestia “era, y no es” explica la existencia cronológica de la Bestia. Esto equivale a decir que la Bestia tiene un pasado, un presente y un futuro. La Bestia “está para subir del abismo”. Esta cláusula nos remite a Apocalipsis 11:7 y sugiere restauración a la vida después de la muerte. La Bestia está, también, por “ir a perdición”. Esta palabra “perdición” (apoleia) indica una pérdida del bienestar, no del ser (Vine). La idea de la palabra “destruir” (apolumi) no es la de la extinción, sino de ruina; no del ser, sino de bienestar. Se usa en el NT para referirse a los perdidos en el más allá (Mt. 10:28; Lc. 13:3, 5; Jn. 3:16; Ro. 2:12: 1 Co. 15:18, etc.). Puesto que el texto dice que la Bestia “está para subir del abismo e ir a perdición” sabemos que “la Bestia” que se menciona aquí no es una persona humana, sino un ser angélico. Ya vimos en Apocalipsis 11 y 13 que el abismo no es una habitación de seres humanos, sino un lugar de reclusión para seres angélicos castigados. La “destrucción” es el lago de fuego (Ap. 19:20). Concluimos, por lo tanto, que “la Bestia” mencionada aquí no es el Anticristo, sino el poderoso ángel satánico que lo poseerá: el príncipe de Grecia. Nadie, aparte de Dios, tiene poder para resucitar a un ser humano de los muertos. Y no hay ninguna evidencia en toda la Escritura que apoye la teoría de que Dios le dará a Satanás el poder de resucitar. Ni Daniel 2 ni 7 dicen nada que sirva de fundamento para deducir que el Anticristo será un ser resucitado. Toda la confusión nace del hecho de que no se ha discernido que el vocablo bestia es utilizado en el Apocalipsis para indicar a tres diferentes entidades: el octavo y último imperio mundial de Satanás, el líder humano de ese imperio (el Anticristo) y el demonio asignado por Satanás para controlar a ese líder humano (el príncipe de Grecia). Cada vez que hay una alusión directa al lugar de procedencia de la Bestia (“el abismo”) debemos entender que la referencia es al príncipe de Grecia, y no al Anticristo o a su imperio.

“Los moradores de la tierra” es un término técnico en el Apocalipsis (significa lo mismo cada vez que se usa). Se repite once veces en todo el libro (6: 10; 8:13; 11:10a, 11:10b; 12:12; 13:8, 12, 14; 14:6;17:2, 8) y se refiere a aquellos que tienen todos sus afectos cifrados en la tierra. No tienen interés en las cosas celestiales y se han sometido a la autoridad de la Bestia. Sus nombres no están escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo, puesto que no han creído en Cristo para salvación. Estos son quienes “se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será”. El vocablo “bestia” aquí es usado para señalar al imperio. ¿Cómo lo sabemos? Si bien es cierto que el príncipe de Grecia no será visible para los moradores de la tierra, la restauración de su imperio sí lo será. El significado de esto lo analizaremos en el siguiente versículo.

v. 9 – 10 - Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo – La frase: “Esto, para la mente que tenga sabiduría” anticipa la dificultad y complejidad de la revelación que sigue. El lector es advertido de que se requiere sabiduría espiritual para entender lo que ha sido revelado (Carballosa/Walvoord).

“Las siete cabezas son siete montes…, y son siete reyes”. En el vocabulario profético del Antiguo Testamento, el vocablo monte simboliza a un reino. Por supuesto que un reino, para que sea tal, debe tener también un rey. La doble identificación como siete reinos y al mismo tiempo como siete reyes no es nada extraño en el ambiente bíblico. Repetidas veces hemos visto en el Apocalipsis que un símbolo puede representar a una o más cosas o entidades. Por lo tanto cuando el ángel dice que los “montes… son siete reyes”, debemos entender que son siete reinos también. Y los reinos simbolizados por los siete montes deben relacionarse históricamente con la nación de Israel, puesto que Israel es el centro de la profecía tanto antiguo como nuevotestamentaria. El ángel le dice a Juan que: “Cinco de ellos han caído”. En relación a la historia de Israel, el primer reino/imperio en caer fue Egipto. Asiria fue el segundo. Babilonia fue el tercero. Medo-Persia fue el cuarto. Grecia fue el quinto. Estos son los cinco reyes/reinos que habían caído para el momento en que Juan recibió la revelación. Pero inmediatamente el ángel agrega: “uno es”, este es el sexto reino: Roma. El ángel continúa. Proféticamente, indica hacia el futuro: “y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo”. “El otro” que aún no había aparecido, el séptimo, es el Imperio Musulmán o Mahometano. Como la historia nos enseña, este imperio duró “breve tiempo”. Dentro del primer año después de la muerte de Mahoma, el imperio se dividió en dos.

La imagen del sueño de Nabucodonosor (Dn. 2) muestra que de las piernas de hierro (el sexto imperio: Roma) surgirían los pies mitad de hierro y mitad de barro cocido (el séptimo imperio: el Musulmán). De estos pies surgirán los diez dedos de hierro y barro (el octavo y último imperio compuesto por los diez cuernos/reyes). Es evidente que la profecía está describiendo el resurgimiento no de Roma, como muchos intérpretes piensan, sino del Imperio Musulmán. La confusión nace del hecho de que la porción Seléucida del Imperio Griego, que es el territorio del Reino Hachemita (del Imperio Musulmán), fue conquistada por los romanos. Y los diez dedos de la imagen del sueño de Nabucodonosor, que son los diez cuernos/reyes de la Bestia compuesta del Apocalipsis, surgen de este territorio – la parte griega del antiguo Imperio Romano que luego estuvo bajo el dominio del Imperio Musulmán. Es de este territorio del que surgirán los diez dedos/cuernos/reyes escatológicos que compondrán el Octavo Imperio. Es decir, el Octavo Imperio será la reconstitución del Séptimo Imperio (el Reino Hachemita del Imperio Musulmán).

v. 11 - La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a perdición - La bestia que era” es el príncipe de Grecia, quien rigió desde las tinieblas el quinto imperio. Una vez que el Imperio Griego pasó a la historia y le sucedió el Imperio Romano, este poderoso príncipe satánico que era la fuerza motriz de Alejandro Magno, fue encerrado en el abismo. Juan recibió el Apocalipsis en la isla de Patmos, a donde había sido desterrado por el emperador Domiciano, cabeza del Imperio Romano. Por eso el ángel le dice a Juan que “la bestia era”, es decir, estuvo en ejercicio en un tiempo anterior al de Juan. Para el momento en que Juan recibió la visión, la bestia ya no era: “y no es”. O sea, estaba prisionera en el abismo. Pero sería puesta en libertad, pues en el futuro se transformaría en “el octavo”. Ya hemos visto que el vocablo bestia significa tres cosas en el Apocalipsis: 1.- un poderoso ángel satánico que gobierna desde las tinieblas el último imperio y al líder de ese imperio; 2.- el líder humano del último imperio: el Anticristo; y 3.- el imperio mismo. El príncipe de Grecia liderará desde las tinieblas el Octavo Imperio, o Imperio del Anticristo, de la misma forma que lo hizo con Alejandro Magno y su Imperio Greco-macedónico. Fue la quinta bestia, y será también la octava. Pero su destino definitivo será el Lago de Fuego “preparado para Satanás y sus ángeles” (Mt. 25:41); por eso el ángel agrega que “va a perdición”.    


v. 12 - Y los diez cuernos que has visto son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia - Para el momento del sueño de la imagen de Nabucodonosor, dos imperios eran ya historia: el Egipcio y el Asirio. Por eso la imagen, que es profética, no los menciona. Pero menciona cinco: Babilonia (cabeza de oro), Medo-Persia (pecho y brazos de plata), Grecia (vientre y muslos de bronce), Roma (piernas de hierro), y el que la historia identifica como el Imperio Musulmán (pies de hierro y barro). Tenemos siete imperios. Del séptimo, representado por los pies de hierro y barro, surgen los diez dedos de hierro y barro que son identificados como los diez reyes escatológicos mencionados aquí. Estos conformarán el Octavo Imperio. De estos diez reyes, tres serán arrancados por el Cuerno Pequeño que surge después (el Anticristo – Dn. 7:8), y los siete restantes se hacen sus vasallos.

Es importante destacar que de acuerdo a lectura que le hemos dado al texto, este claramente indica que el islamismo llegará a su clímax en los últimos tiempos. Los “diez reyes” mencionados por la profecía serán musulmanes, y encarnarán el resurgimiento del Imperio Musulmán. El Imperio Musulmán incluyó a Iraq, Siria, Turquía, Kuwait, el Líbano, Israel, Palestina/Jordania, Egipto, Libia, Moroco, Irán, todas tierras musulmanas alrededor del Mar Negro, el Mar Caspio, las montañas del Cáucaso (entre ellas las tierras de Magog) y Arabia Saudita. El lector notará que esto concuerda con todo lo que hemos dicho en los capítulos anteriores: habrá un Nuevo Oriente Medio que regirá al mundo poco antes del fin.

Es importante observar que los diez reyes coexisten con la Bestia/Anticristo. Esto significa que son contemporáneos de él y que reinan simultáneamente. Tal conclusión queda plenamente corroborada por el contenido del versículo siguiente.

v. 13 - Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia -  Además de reforzar el hecho de que los diez reyes representados por los diez cuernos reinarán de manera simultánea con la Bestia/Anticristo, el texto también da a entender que el imperio del Anticristo no se constituye por la fuerza sino por el consentimiento y con el voto de aprobación de los diez reyes. La singularidad de propósito de dichos reyes tiene que ver primordialmente con su oposición al Mesías, cuya venida ha sido anunciada. Evidentemente, los diez reyes entienden que para poder oponerse al Mesías necesitan un líder con las capacidades del Anticristo. Ven en él capacidades sobrehumanas que ningún líder en la tierra posee y por eso están dispuestos a someterse a su autoridad.

El texto enfatiza el acto de los diez reyes de entregar su poder y autoridad a la Bestia. El verbo “entregarán” (didóasin) es el presente indicativo, voz activa de dídomi, que significa dar, otorgar. El tiempo presente realiza acción de futuro y señala al tiempo en que dichos reyes estarán gobernando (Carballosa). Tal como el Dragón dio su poder y autoridad a la Bestia (Ap. 13:2), así estos reyes están plenamente al servicio de la Bestia (Robertson). Por supuesto que existe una notable diferencia. El Dragón da su poder y autoridad a la Bestia para controlarla plenamente y cumplir su propósito a través de él. Los diez reyes, por el contrario, se someten a la autoridad de la Bestia y se convierten en instrumentos usados por el Anticristo para controlar a los habitantes de la tierra. Como se ha indicado, la razón primordial del por qué los diez reyes entregan su poder y autoridad a la Bestia guarda relación directa con la venida en gloria de Cristo. En los postreros días, los reyes de la tierra harán alianza para oponerse al Dios Soberano y al Mesías, con el fin de evitar que el Mesías reine sobre ellos y sobre toda la tierra como único soberano.

v. 14 - Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de Señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles – Este versículo pone de manifiesto las verdaderas intenciones de los diez reyes. Su objetivo fundamental es hacer guerra contra el Mesías, puesto que no quieren que Él reine. Este texto es, además, el cumplimiento de Apocalipsis 16:14. Obsérvese, también, el tiempo futuro de los verbos “pelearán” o “harán guerra” (poleméisousin) y “vencerá” (nikéisei). La batalla y la victoria del Mesías se describen en Apocalipsis 19:11-21. Particularmente, los versículos 19 y 20, donde dice: “Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre”. Esto ocurre “en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (Ap. 16:16).

La majestuosa y gloriosa manifestación del Mesías victorioso frente a sus ejércitos causará la derrota aplastante de la Bestia y sus aliados. La Bestia será vencida porque se ha enfrentado a Aquel a quien todos los demás a la postre tendrán que someterse (Mounce).

El Mesías es vencedor “porque él es Señor de Señores y Rey de reyes”. Esta frase es una solemne declaración de la deidad y de la soberanía de Cristo (Ap. 19:16). A través del libro de Apocalipsis, el Señor Jesucristo recibe los mismos títulos que el Padre (Ap. 1:5). El Hijo es alabado y reconocido juntamente con el Padre (Ap. 5:8, 13) porque posee los mismos atributos y la misma esencia de la deidad. Cuando reine sobre la tierra, el Mesías exhibirá toda la gloria de sus atributos y será adorado como Rey de reyes y Señor de señores.

La última frase del versículo: “los que están con él son llamados y elegidos y fieles” es inusual (Cooper). Los vocablos “llamados” (klatos) y “elegidos” (eklektos) son usados sólo aquí, no aparecen en ninguna otra parte del Apocalipsis. No se dice nada respecto a la función específica de los que acompañan al Señor; si se dijera, sabríamos a ciencia cierta si se trata de ángeles o de santos humanos.

v. 15 - Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, y muchedumbres, naciones y lenguas – En Apocalipsis 17:1, el ángel le muestra a Juan la visión de la Gran Ramera “sentada sobre muchas aguas”. Aquí se da la interpretación del simbolismo de “las muchas aguas”. El texto no sólo revela el hecho de que “las muchas aguas” representan “pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”, sino que, además, sugiere el hecho de que la Ramera ejerce una influencia universal. La Gran Ramera controla el estilo de vida de los pueblos del mundo.

En nuestro comentario de Apocalipsis 17:5 dijimos: “La Babilonia de Apocalipsis 17 representa a la Babilonia literal de Apocalipsis 18, esto nos lo dice el mismo texto (Ap. 17:18). Pero que ‘Babilonia la grande’ de Apocalipsis 17 simboliza algo más también es claro. Hay catorce diferencias entre la Babilonia de Apocalipsis 17 y la Babilonia de Apocalipsis 18 que prueban que son entidades diferentes (ver Apéndice A)”. Y concluimos nuestro comentario de Apocalipsis 17:5 diciendo que ese algo más que la Gran Ramera representa, razón por la que es llamada ‘la madre de las rameras’, es “toda la Cristiandad profesante unida con todos los falsos sistemas religiosos existentes, bajo una cabeza  -el Papa de turno, casi con toda seguridad. Es la peor Ramera que el mundo ha visto y verá. Su nombre y sus características son usadas en un puro sentido bíblico. Es decir, esta Ramera tuvo alguna vez una relación con Dios; una relación que ella rompió. Esta es la única forma en que su nombre superlativo se puede explicar”. Es decir, la Ramera representa a una ciudad (Babilonia) y a una religión universal (la religión babilonia). Por eso es que el nombre de la Ramera es: “Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra” (Ap. 17:5).

Babilonia (o Babel), la gran ciudad que desde su fundación por Nimrod ha desafiado la soberanía de Dios, ha sido el centro de idolatría más notorio en la historia de la humanidad. Su influencia se dejó sentir en todos los reinos/imperios de la antigüedad. La religión de  Egipto, de Asiria, de Babilonia, de Medo-Persia, de Grecia y de Roma era en esencia la misma religión fundada por Nimrod en Babel y diseminada luego de su muerte por su esposa, la sacerdotisa Semíramis. Por eso es que en Apocalipsis 17:9 se nos dice que la Ramera también se sienta sobre los siete reinos que ya hemos identificado: “Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes”. Siendo el islamismo otra religión más que ofrece la salvación por medio de obras, también es acertado denominarla “babilónica”. Y el islamismo fue la religión del Imperio Musulmán, el séptimo reino. La religión islámica es una las hijas de la Gran Ramera que está destinada a jugar un papel importantísimo en los últimos tiempos.

La Gran Ramera, esa síntesis de religiones paganas y humanistas aliadas con la Cristiandad apóstata, ejercerá una influencia sobre los habitantes de la tierra que alcanzará enormes proporciones en los últimos tiempos. Durante la primera mitad de la Semana Septuagésima (los primeros tres años y medio), por lo menos en apariencia, la Ramera tendrá control incluso de la Bestia. El Anticristo la usará  para subir al poder. Pero una vez que lo obtenga, no admitirá rivales a su alrededor. Destruirá a la Ramera para declarar como oficial la adoración sólo de su propia persona. Este es el tema de los versículos que veremos a continuación.

v. 16 - Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego – En el Apéndice A destacamos quince diferencias entre la Babilonia de Apocalipsis 17 y la Babilonia de Apocalipsis 18 que prueban que son entidades diferentes. En el Apéndice B destacamos diez razones que prueban que la Ramera o Babilonia mística es, también, un símbolo de la Cristiandad apóstata. El tema de este versículo no es la destrucción de la Babilonia literal, sino de la Babilonia mística. Es imprescindible que al lector le quede claro la diferencia entre las dos Babilonias para que entienda por qué ambas son destruidas, aunque en tiempos y por agentes distintos.

La lectura de este versículo en el texto griego es como sigue: “Y los diez cuernos que viste y la bestia, estos odiarán a la ramera, y la harán desolada y desnuda, y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego” (Carballosa). Todo este lenguaje es figurado. La destrucción descrita aquí es simbólica. La Ramera es tanto un alegoría de la religión escatológica como de una ciudad literal (Ap. 17:18). La destrucción de la ciudad literal es el tema de Apocalipsis 18. Lo que se representa aquí, en Apocalipsis 17:16, es la destrucción del Sistema Religioso que ha apoyado al Anticristo a llegar a su posición de poder absoluto. Siendo la Ramera la madre de todas las religiones falsas, se puede decir que este versículo narra breve y simbólicamente la eliminación de todo culto o religión que depende de templos, ceremonias, clero y cualquier otro tipo de externalización para mantenerse viva.

La Religión será prohibida. El asalto inicial de la Bestia/Anticristo y sus aliados contra la Ramera resulta en la total devastación de su riqueza. Los vocablos “desolada” (eireimôménein) y “desnuda” (gymnéin) describen los daños que sufrirá la Ramera a manos del Anticristo y sus diez reyes vasallos. Será desnudada, es decir, sus propiedades y riquezas le serán expropiadas. El Anticristo y sus diez reyes vasallos “devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego”. Es decir, toda organización religiosa será despojada de todo lo que le da vida hasta que no quede nada que recuerde su existencia. La Bestia que en un principio parecía estar controlada por la Religión, a la postre se convierte en el instrumento de su destrucción.

El texto presenta un marcado contraste en la vida de la Ramera. En Apocalipsis 17:4 aparece vestida con ropa y joyas lujosas. En Apocalipsis 17:16 se halla desnuda y desolada. En Apocalipsis 17:3 la Ramera se sienta cómodamente sobre la Bestia, en aparente control de ella. Pero, finalmente, en Apocalipsis 17:16 es destruida por completo por la misma Bestia.

v. 17 - porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios – Aunque la Bestia y sus diez reyes vasallos son los instrumentos que llevan a cabo la destrucción de la Ramera, lo hacen en conformidad con el plan soberano de Dios. El Dios Todopoderoso gobierna la historia de la humanidad de principio a fin. Su soberanía es evidente en el cambio político de las naciones (Dn. 2:21; 4:17). En el último análisis, los poderes del mal sirven al propósito de Dios (Carballosa/Mounce).

De forma involuntaria, la Bestia y los diez reyes son instrumentos ejecutores de la voluntad de Dios. Es por la voluntad soberana de Dios que los diez reyes le entregan su autoridad a la Bestia y se comprometen a hacer su voluntad. De igual forma, Dios pone en el corazón tanto de los diez reyes como de la Bestia “el ejecutar lo que él quiso”. En el pasado Dios usó a Babilonia para castigar a la nación de Israel (Hab. 1:5-11; Jer. 25:9-11). En los postreros días, Dios usará al reino malvado de la Bestia cuya capital será Babilonia para destruir la Religión de los hombres.

El plural “hasta que se cumplan las palabras de Dios” indica que la destrucción de la Ramera es un cumplimiento de todo lo que Dios ha profetizado en su Palabra. Dios ha de permitir que el mal agote su curso y entonces intervendrá con todo el poder de Su fuerza para poner fin al reino de las tinieblas (Mt. 13). El reino fraudulento del enemigo será destruido y el Mesías reinará con poder y gran gloria.

v. 17 - Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra – La interpretación inspirada que el ángel le da a Juan tocante a la figura de la Ramera es clara y terminante: “la mujer que has visto es la gran ciudad”.

En el Apocalipsis las palabras “es” y “son”, en las secciones simbólicas, significan “representa(n)”. Así tenemos que las siete estrellas son los ángeles de las sietes iglesias (Ap. 1:20), significa en realidad las siete estrellas representan a los ángeles de las siete iglesias. Los siete candeleros..., son las siete iglesias, significa los siete candeleros representan siete iglesias (Ap. 1:20). Las siete cabezas son (representan) siete montañas (Ap. 17:9). Los diez cuernos son (representan) diez reyes (Ap. 17:12). Las aguas... son (representan) pueblos (Ap. 17:15). Y, finalmente, “la mujer que has visto es (representa) la gran ciudad” (Ap. 17:18). Tomando esto en cuenta, decimos que la referencia aquí, en Apocalipsis 17:18, es a la ciudad de Babilonia.

Si al lector le parece confuso que el texto comience hablando de la Babilonia mística para terminar refiriéndose a la Babilonia literal, le sugerimos que lea con cuidado los apéndices proporcionados. Hay dos Babilonias en Apocalipsis. La Babilonia mística o religiosa es llamada Gran Ramera. El texto nos dice explícitamente que esta Gran Ramera representa, es decir, es una alegoría de la Babilonia literal. Pero el texto nos dice también, aunque de forma implícita, que la Gran Ramera es una síntesis de religiones que cooperará con el Anticristo al menos durante los primeros tres años y medio de la Semana Septuagésima.

Todo Apocalipsis 17 es un pasaje parentético. Ha sido insertado entre el anuncio de la destrucción literal de Babilonia (Ap. 16:17-21) y la descripción de esa destrucción (Ap. 18:1-24) con el fin de explicar la relación y de contrastar el fin de la Babilonia mística y la literal. El cumplimiento de la destrucción de la Babilonia mística o Gran Ramera ocurre a la mitad de la Semana Septuagésima. Esto es evidenciado por el hecho de que los diez reyes le dan su poder y autoridad a la Bestia en este momento y, acto seguido, se vuelven contra la Gran Ramera y la destruyen para que la adoración a la persona de la Bestia pueda ser establecida sin impedimentos ni alternativas de ninguna clase. Es vital que el lector entienda este doble simbolismo para que capte el mensaje de la visión.

La última característica que se nos da de esta mujer que representa a Babilonia es “que reina sobre los reyes de la tierra”. La forma en que una ciudad como Babilonia reinará sobre los reyes de la tierra es a través del Anticristo. Esto es lo que la hace también una ramera. Se ha prostituido con el Anticristo siendo que le pertenece a Dios.

Isaías 1:21 llama ramera a Jerusalén. Isaías 23:13-18 describe a Tiro como a una ramera. Nahúm 3:4 declara que Nínive es una ramera. Repetidamente la nación de Israel es acusada por los profetas de ser una ramera (Jer. 3:6-10; Ez. 16:15-22; Os. 4:12-13). Todas estas referencias son a ciudades y/o a naciones. Es obvio por qué es que Jerusalén y Israel son consideradas rameras en el sentido bíblico. Tanto la nación entera, como su capital se comportaron de forma que violó el pacto que tenían con Dios. En Jerusalén y en todo Israel se podía oír y ver cómo se adoraban a dioses que no podían hablar, moverse o bendecir. También se puede entender por qué es que el profeta Nahum declara que Nínive (la capital de Asiria) es una ramera. Cien años antes, el profeta Jonás había anunciado el juicio divino sobre la ciudad, produciendo un genuino arrepentimiento de la población ante Dios. La promesa de Nínive de adorar a Dios pospuso la ira divina en tiempos de Jonás. Pero para los tiempos de Nahúm, la ciudad había vuelto a sus malos caminos. Es por esto que Nínive es calificada como ramera por Nahúm. El volver a la idolatría después de prometerle a Dios que lo serviría (el prostituirse) le costó caro a la ciudad. Dios no perdonó su infidelidad. Su devastación fue tan grande que después de la época griega y romana llegó a considerarse la misma existencia de la ciudad como un mito (Diccionario Bíblico CLIE).

Que Isaías llame ramera a  Tiro es un poco más difícil de explicar en términos bíblicos. ¿Tuvieron alguna vez los habitantes de Tiro una relación con Dios? En otras palabras, ¿cómo puede Tiro ser considerada una ramera en el sentido bíblico de violar su promesa de servir a Dios? No hay ninguna declaración explícita en toda la Escritura que diga que Tiro hizo alguna vez una promesa así. Sin embargo, hay evidencia que Hiram, rey de Tiro, y por extensión la población de Tiro, tuvo un profundo conocimiento de Dios (2 Cr. 2:11-16). Y es imposible tener un profundo conocimiento de Dios sin tener una relación personal con él. La relación que Hiram tuvo con Dios hacía a la población de Tiro responsable ante Dios también, pues sin duda alguna el rey promovió la adoración a Jehová entre su pueblo. Concluimos, por lo tanto, que para que una ciudad sea llamada ramera en el sentido bíblico, su líder y su población debieron en algún momento haber tenido una relación con el Dios único y verdadero, y la rompieron. Cuando la población de una ciudad o nación deja de ser fiel a Dios, esa ciudad o nación es llamada “ramera”.

La ciudad de Babilonia es representada por la Gran Ramera porque aun cuando conoció al Dios verdadero, ha dado origen a las peores formas de idolatría que se han esparcido por el mundo. Nabucodonosor reconoció, engrandeció y glorificó a Dios como “el Rey del cielo” (Dn. 2:37). Darío ordenó “Que en todo el dominio de mi reino todos teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque es el Dios viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin” (Dn. 6:26). Aún en el Nuevo Testamento encontramos referencias a una relación directa entre Babilonia y Dios. Por ejemplo, el apóstol Pedro termina su primera epístola diciendo: “La iglesia que esta en Babilonia, elegida justamente con vosotros, y Marcos, mi hijo, os saludan” (1 P. 5:13). Y en Apocalipsis 18:4, el Señor clama: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas”. Sí, en el más estricto sentido bíblico, la Babilonia en el Éufrates es acertadamente representada por la Gran Ramera.

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Apéndice A


Diferencias entre la Babilonia mística de Apocalipsis 17 (la Gran Ramera) y la Babilonia literal de Apocalipsis 18 que prueban que son entidades diferentes.

1.- La primera es claramente identificada como una alegoría (Ap. 17:17). La segunda es una ciudad literal (Ap. 16:17-21; 18:1-24).

2.- Una es un misterio (Ap. 17:5, 7); la otra no (Ap. 16:19; 18:1-24).

3.- Todo en Apocalipsis 17 debe ser explicado por el ángel. En Apocalipsis 18 todo es tan claro y evidente que no necesita de ninguna explicación.

5.- Juan se asombró al ver a la Gran Ramera (Ap. 17:6), pero no al ver a la ciudad que la Gran Ramera representa.

6.- Una se sienta sobre la Bestia (Ap. 17:3-7), la otra no.

7.- Más de un nombre ha sido escrito en la frente de una (Ap. 17:5). Nada ha sido escrito en la otra.

8.- La primera no es mencionada en ninguna otra parte de la Escritura. La segunda es mencionada profusamente por los profetas antiguotestamentarios (Is. 13-14; 47; Jer. 50-51).

9.- La primera se ha enriquecido engañando a los hombres (Ap. 17:4). La segunda ha enriquecido a los hombres (Ap. 18:3, 9-19).

10.- La primera es destruida por el Anticristo y sus diez reyes vasallos (Ap. 17:12-17). La segunda es destruida por Dios (Ap. 16:17-21; 18:5-20) tras ser derramado por el ángel el contenido de la última copa de la ira.

11.- La destrucción de la primera satisface a los diez reyes y a la Bestia (Ap. 17:16-17). La destrucción de la segunda es lamentada por los hombres (Ap. 18:9-19).

12.- Dios ha puesto en el corazón de la Bestia y sus diez reyes vasallos es el destruir a la primera (Ap. 17:15-17). La otra es destruida por Dios (Ap. 16:17-21; 18:5-20).

13.- Ni la Bestia y sus diez reyes vasallos podrían destruir a la primera en una hora. Una ciudad literal, sin embargo, puede ser destruida en una hora (Ap. 18:8, 10, 17).

14.- No se menciona que la primera comercie con ningún artículo (material/físico). La segunda, en cambio, comercia con treinta artículos diferentes (Ap. 18:11-14).

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Apéndice B


Razones que prueban que la Gran Ramera es un símbolo de la Cristiandad apóstata en alianza con las demás religiones del mundo.

1.- Dios utiliza los vocablos “ramera” y “fornicar” para referirse a la idolatría y/o infidelidad espiritual (apostasía) de Su pueblo (Ap. 17:1-4; Is. 23:17; 57:3-11; Jer. 3:2-9; Ez. 16:1-63; 20:30-32; 23:7-49; Os. 4:12-19; Nah. 3:4).

2.- El que la Gran Ramera haga que los hombres forniquen con ella prueba que el texto se refiere a prácticas religiosas, como lo confirman los pasajes citados arriba.

3.- La Gran Ramera no es un poder político; si lo fuera, ella sería clasificada junto con “los reyes de la tierra” (Ap. 2:4). Sin embargo, el texto dice que ella embriaga a los reyes y a los habitantes de la tierra con el vino de su fornicación (Ap. 17:2, 4). Puesto que ya hemos probado que el vocablo “fornicación” se refiere a la idolatría y/o infidelidad espiritual (apostasía), es evidente que la influencia que la Ramera ejerce sobre las naciones es a través de la religión.

4.- La Gran Ramera no es un poder político que forme parte de la Bestia, el octavo imperio. En Apocalipsis 17 la Bestia y la Ramera son identificadas como dos poderes/entidades diferentes. Puesto que los siete primeros imperios fueron todos dominados por una religión con raíces en Babel, es lógico deducir que el octavo imperio seguirá el mismo patrón.

5.- El ostentoso atuendo de la Gran Ramera la identifica como un sistema religioso que engaña a los poderes políticos apartándolos del Dios único y verdadero. Los colores púrpura y escarlata, las joyas y las piedras preciosas indican la riqueza material que esta religión ha alcanzado (Ez. 23:40-41).

6.- La copa de oro llena de las abominaciones y fornicaciones que la Ramera ha cometido prueban que se trata de un poder religioso (Ez. 23:29-31).

7.-  El que el texto claramente diga que su nombre es un “misterio” (mystéirion - Ap. 17:5, 7) demuestra que la Ramera no es sólo un símbolo de la Babilonia literal. El vocablo “misterio” la identifica con los ritos religiosos ocultistas practicados en Babel. Según Alexander Hislop (Las Dos Babilonias), quien cita 260 fuentes, el antiguo culto de Babel comenzado por Nimrod y su esposa Semíramis se diseminó rápidamente por todas las naciones del mundo antiguo. Los objetos de adoración fueron “el padre supremo”, “la reina del cielo”, y “el hijo”. El culto decía poseer la sabiduría más excelsa y la llave a los misterios divinos. Además de la confesión a los sacerdotes, poseía muchos otros ritos misteriosos (ocultos). Julio César llegó a ser la cabeza romana del culto babilónico en el 63 a. C. En el año 313 d. C., con la supuesta conversión de Constantino, se efectuó oficialmente el casamiento de la Iglesia con el Estado (con el emperador a la cabeza del híbrido resultante) y el culto babilónico se instaló de lleno y sin máscaras en el Cristianismo. Desde este año en adelante el culto babilónico y la religión cristiana organizada fueron una sola cosa. Los ritos babilónicos fueron “cristianizados” sin pérdida de tiempo por la Iglesia, los templos paganos fueron restaurados y utilizados como principales centros para difundir la adoración y la veneración a imágenes de santos, a reliquias, a cruces, a estatuas, y para alentar la práctica de la mediación sacerdotal, la misa, las penitencias, las flagelaciones, los peregrinajes a “lugares santos”, etc. Así fue como las festividades paganas de Navidad, Anunciación, Cuaresma, Pascua de Resurrección y muchos otros ritos y festivales fueron “cristianizados” y adoptados como parte del “cristianismo”.

8.- El nombre de la Ramera: “Madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra” la identifica como un sistema religioso que tolera y promueve todo tipo de creencias, lo cual es “abominación” ante Dios, quien ha revelado en Su Palabra que hay un solo camino para llegar a Él. La Ramera simboliza a una “Religión de religiones apóstatas y paganas”. Es una síntesis de todas las creencias religiosas manufacturadas por el hombre.

9.- El hecho de que la Ramera es descrita como “ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús” prueba más allá de toda sombra de duda que se trata de una entidad religiosa. La Religión de los hombres ha matado a los mártires de Jesús a lo largo de toda la historia de la humanidad, empezando por Caín, quien mató a su hermano Abel (Gn. 4:8).  En términos generales, la Historia Universal registra el martirio de muchos miles de cristianos a manos de: 1.- el Antiguo Imperio Romano; 2.- los Judíos (Hch. 7:51-60; 8:1; 9:1); 3.- los Musulmanes; 4.- la Iglesia Ortodoxa Griega; y 5.- la Iglesia Católica Romana. La mayoría de las veces, fueron los gobiernos civiles los que derramaron la sangre de los mártires cristianos; pero detrás de los gobiernos siempre estaba la religión organizada de turno moviendo sus hilos. Así será también en los postreros días. El martirio de los santos volverá a ser practicado por los gobiernos del mundo, y detrás de ellos estará la Gran Ramera bebiendo la sangre de los “mártires de Jesús” hasta quedar harta.

10.- La explicación angélica de la Ramera prueba que ella representa a un sistema religioso que gobierna a/reina sobre los reyes de la tierra. El texto griego correspondiente a Apocalipsis 17:18 dice, literalmente: “Y la mujer que viste representa la ciudad la grande, que tiene un reino sobre los reyes de la tierra”. Ella representa a un reino entre los reinos y sobre los reinos. Este reino es la ciudad de Babilonia en la tierra de Sinar, construida entre los ríos Eufrates y Tigris, de la cual ha emanado toda la idolatría, el ocultismo y el paganismo que vemos hoy en día en todas las religiones practicadas por los hombres en rebeldía contra el Dios único y verdadero.

11.- En las Escrituras, el sustantivo femenino “mujer”, cuando se utiliza en un sentido figurado negativo, representa impiedad, mentira e impureza (Zac. 5:5-11; Mt. 13: 33; Ap. 17:5); infidelidad (Lm. 1:17); prostitución espiritual – lo que siempre está asociado con la práctica de una religión falsa (Ez. 16:15, 22, 26, 28-59; 23.1-49; 36:17; Os. 1:2; 2:2-17: 3:1; Ap. 17). Sólo cuando “mujer” es usado en sentido figurado positivo significa Israel (Gn. 37:9-10; Ap. 12); los dos pactos (Gal. 4:21-31); y justicia y pureza (2 Cr. 11:2; Ap. 19:7-8).