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viernes, 30 de marzo de 2012

VUESTRO ADVERSARIO EL DIABLO V - Serie Todas las Doctrinas de la Biblia

Las Buenas Noticias de un Mundo Libre

“No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:9).

Cuando el Señor Jesucristo regrese, los reinos del mundo vendrán a ser “de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15). El mundo de Satanás, basado en la mentira y el engaño, será destruido, reemplazado por el reino de la verdad y de la luz.

Para captar la magnitud de la transformación que ocurrirá con el establecimiento del Reino de Dios, necesitamos entender la magnitud del engaño que por siglos ha llevado a cabo Satanás. Es difícil comenzar siquiera a ver la facilidad con que se ha introducido en todas partes el engaño que nos ha afectado desde que nacimos. Al fin y al cabo, una persona engañada no sabe que está engañada. Para esa persona el engaño es lo que le parece normal, y la verdad es lo que le parece extraño.

Necesitamos entender el hecho de que Satanás ha manipulado y engañado constantemente a la humanidad en todas las formas imaginables. Las profecías del Apocalipsis apenas describen lo que debe ocurrir para que el Reino de Dios sea establecido. Un mensaje que es claro y evidente es que Cristo tendrá que derribar casi todo y comenzar de nuevo. Será la única forma de desarraigar hasta el último vestigio del sistema de Satanás.

Derribar todo y comenzar de nuevo

Cuando leemos todo el Apocalipsis aprendemos que no son sólo los engaños obvios (tales como los satánicos sistemas políticos y religiosos del tiempo del fin) los que deben ser desarraigados y destruidos. Al regreso de Cristo todo tendrá que ser derribado, todo tendrá que ser borrado. Él comenzará de nuevo. Todo lo que Satanás ha podido edificar —gobiernos; sistemas políticos, educativos y económicos; diversión; sistemas de comunicación e información; cualquier forma de sociedad y civilización que hayamos inventado o establecido en el transcurso de la historia del hombre— debe ser reemplazado con algo infinitamente superior.

¿Por qué? Porque todo en este mundo ha sido edificado sobre bases erróneas. Está fundado en los engaños y mentiras de Satanás; ha sido construido de acuerdo con sus principios, según sus especificaciones. Virtualmente nada de los sistemas de este mundo ha sido edificado con la guía y la dirección de Dios.

Este no es el mundo de Dios. No es Su sociedad. No es Su civilización. No fue construido con Sus principios, leyes y forma de vida. Satanás ha engañado al mundo por muchos siglos y lo ha organizado según sus propios valores y no según los de Dios.

El engaño de Satanás es activo y constante. Cada paso que da ha llevado a la humanidad más lejos de Dios y de Sus instrucciones para nosotros. Cada generación ha sido construida sobre la base de un engaño previamente establecido. Así como Satanás ha engañado al mundo entero en el pasado, está engañándolo ahora y va a continuar haciéndolo hasta que Dios lo quite de en medio al regreso del Señor Jesucristo. Entonces todo lo que Satanás ha construido tendrá que ser destruido y borrado por completo.

No es nada agradable, pero mucha de la destrucción horripilante y de la tremenda devastación que el mundo tendrá que sufrir, como está descrita en el Apocalipsis, es parte del juicio de Dios sobre el hombre y su civilización. Como dijimos anteriormente, cuando Satanás vea que el fin de su reinado está cerca, emprenderá una frenética campaña de destrucción en un tremendo esfuerzo por impedir que el Señor regrese.

Pero lo que quede del imperio de Satanás será destruido completamente por el señor Jesús, cuando asuma Su legítimo rol de Rey de reyes y Señor de señores.

Así como un edificio nuevo no puede construirse sobre el fundamento medio destruido de una estructura corroída, Dios debe arrasar completamente los restos de la obra de Satanás antes de que pueda construir algo nuevo.

Una nueva clase de gobierno

Al retorno del Señor Jesús, aquellos que hayan sido siervos fieles de Dios a lo largo de los siglos —aquellos que hayan resistido con éxito el engaño de Satanás y su rebelión— serán resucitados a la inmortalidad (1 Corintios 15:50-54; 1 Tesalonicenses 4:16). En referencia a estas personas la Palabra de Dios dice: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:6).

Como hemos visto, Cristo regresará para reinar aquí en la tierra (Zacarías 14:4, 9). Apocalipsis 5:10 nos dice lo siguiente al hablar de aquellos que serán resucitados para estar con Él: “Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”. Para Sus fieles siervos, Dios tiene en mente un extraordinario propósito. No están destinados a una vida de pereza y de tedio en el cielo por la eternidad. Dios los ha llamado y los está preparando para una gran responsabilidad: para reinar con Cristo como reyes y sacerdotes, para construir una civilización según los parámetros de Dios, perfecta y justa, aquí en la tierra.

El Reino de Dios va a ser un reino literal que regirá sobre toda la tierra. Daniel 7:27, al referirse al establecimiento de este reino, nos dice que “el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, [será] dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán”.

El versículo 14 nos dice aún más claramente que éste será un gobierno literal, mundial. Daniel describe cómo Dios le dará al Señor Jesús, el Mesías, la autoridad y la responsabilidad sobre la tierra: “Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”.

Durante muchos siglos el sistema de gobierno de la humanidad ha demostrado ser incapaz de resolver tantos problemas que afrontamos. Ahora, éste será reemplazado por un gobernante y por una forma de gobierno que por fin los resolverá. El Señor Jesucristo regirá personalmente todos los pueblos de la tierra.

Esta verdad fundamental es el meollo del evangelio —las buenas nuevas— que el señor Jesús enseñó. La perspectiva de Su mensaje es el anuncio de un venidero gobierno mundial (Lucas 21:31), que no será administrado por personas ciegas que han sido engañadas por Satanás. No será regido por seres humanos egoístas, sino por el mismo Señor Jesucristo (v. 27).

Una civilización centrada en Dios

En el Antiguo Testamento podemos leer decenas de profecías en las que los profetas hebreos hablaron acerca de esta maravillosa época. Una que describe muy claramente las diferencias entre el mundo del mañana y el mundo actual se encuentra en Isaías 11:9: “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte, porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar”.

El mundo actual está lleno de dolor y destrucción. Está cegado al conocimiento de Dios que tan desesperadamente necesita. Cuando Satanás sea quitado de en medio, juntamente con su actitud de vanidad, celos, avaricia, egoísmo y hostilidad, la humanidad podrá empezar a aprender lo que es la paz y después a disfrutarla. Satanás ya no estará cegando al mundo y envolviéndolo en tinieblas espirituales. Este mundo por fin experimentará lo que significa estar libre de la esclavitud espiritual de Satanás (Juan 8:32). La gente por fin podrá aprender los principios de Dios y la forma correcta de vivir, el camino para prevenir y quitar el dolor y la miseria.

El profeta Miqueas describió esta época de paz sin precedentes: “Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado” (Miqueas 4:1-4).

Cuando desaparezca la ceguera provocada por Satanás, los hombres, mujeres, niños y niñas en todo lugar comenzarán por fin a reconocer las bendiciones que vienen por seguir los caminos de Dios. Ansiosamente acudirán a Jerusalén, la ciudad capital de Cristo, para aprender de Sus caminos y forma de vida.

Profecías acerca del reinado de Cristo

En uno de los pasajes más conocidos y menos entendidos de la Biblia, el profeta Isaías nos describe cómo será Jesús como gobernante: “. . . Y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (Isaías 9:6-7).

En contraste con la injusticia, la incompetencia y la opresión que con tanta frecuencia caracterizan a los gobiernos de la actualidad, el juicio y la justicia serán las características principales del venidero reinado de Cristo. Una epidemia nueva, benigna, inundará el mundo en gran beneficio de los matrimonios, las familias, las comunidades y las naciones. Será una epidemia de paz. Como Isaías lo profetizó, la paz no tendrá límite bajo el reinado del Señor Jesucristo (v. 7). El Príncipe de paz traerá la calma y el bienestar a un mundo que nunca ha conocido la paz duradera.

Bajo el reinado justo de Cristo, la humanidad por fin aprenderá los caminos de Dios y experimentará una paz maravillosa. Las instituciones educativas les enseñarán a las personas cómo deben conducir sus vidas, no solamente cómo ganar lo necesario para vivir. Los principios bíblicos para las relaciones duraderas y estables, serán explicados en todas partes. Innumerables millones de personas que nunca han conocido las leyes y los caminos de Dios en un mundo cegado por Satanás, por fin tendrán acceso a este conocimiento maravilloso y salvador.

El reinado milenario y lo que seguirá después

Cristo introducirá un reino literal, el Reino de Dios, aquí en la tierra. Pero este no es el fin de todo. Veamos lo que se nos dice en Apocalipsis 11:15: “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”.

El Señor Jesucristo va a reinar sobre las naciones en un reino literal de 1.000 años (Apocalipsis 20:3-7). Y además se nos dice que “él reinará por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 11:15). En otras palabras, el reinado de 1.000 años, llamado comúnmente el Milenio, es tan sólo el comienzo del reinado eterno del Señor Jesús en el Reino de Dios.

De hecho, el reinado que Cristo compartirá con los santos resucitados durante ese tiempo tendrá el propósito de ofrecerle a la humanidad la oportunidad de entrar en el eterno Reino de Dios. Millones de seres humanos físicos en el momento del regreso de Cristo habrán sobrevivido a la devastación de los acontecimientos profetizados para el tiempo del fin, y después de esto varias generaciones nacerán y vivirán en el Milenio. A todos ellos se les dará la oportunidad de recibir la vida eterna, de ser cambiados de su vida y cuerpos físicos a una existencia espiritual para entrar en el eterno Reino de Dios.

Cuando el Señor Jesús enseñó acerca del Reino de Dios, dijo claramente que sería un reino eterno, no uno que tan sólo duraría 1.000 años. En Mateo 19:16 leemos acerca de un joven rico que le hizo al Señor una pregunta fundamental: “Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. El Señor Jesús le explicó además que debía “ser perfecto” (v. 21). Cuando se hizo claro que el joven no haría todo lo que se requería, el señor Jesús dijo que “es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (v. 24). Aquí, entrar en el Reino de Dios es equivalente a recibir la vida eterna.

Sí, en el reinado milenario de Cristo millones de seres humanos tendrán la oportunidad de ser salvos y de entrar en el eterno Reino de Dios. El Milenio, una época de paz, felicidad y prosperidad sin paralelo en la historia, será tan sólo un anticipo de un reino eterno más grande aún.

Aunque muchas personas lo ignoran, Dios estableció una serie de fiestas que simbolizan cómo Él va finalmente a reconciliar la humanidad consigo mismo. En el proceso representado por los festivales aprendemos por qué Dios permitirá que Satanás exista hasta que el señor Jesucristo regrese a la tierra a establecer el Reino de Dios.

El último papel de Satanás

La Biblia revela además que Satanás desempeñará un último papel después del regreso de Cristo y el establecimiento del Reino de Dios. Anteriormente leímos que Satanás sería atado “para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años”. Pero luego, “después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (Apocalipsis 20:3).

Durante el Milenio nacerá mucha gente, y no se verá expuesta a la influencia de Satanás; sólo conocerá el camino de Dios. Sin embargo, las Escrituras nos revelan que Dios nos prueba para saber si lo obedeceremos de todo corazón o no (Deuteronomio 8:2; Apocalipsis 2:10). Una forma por la que lleva a cabo esto es cuando nos permite escoger entre el bien y el mal (Deuteronomio 30:19). En el Apocalipsis se describe una forma en que esto se cumplirá al final del Milenio.

Veamos lo que ocurrirá: “Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió” (Apocalipsis 20:7-9).

Dios no nos revela si esta es la única prueba que llevará a cabo durante el Milenio con el fin de separar a aquellos que sinceramente desean obedecerlo y seguirlo, de aquellos que no quieren. Pero será de verdad la última prueba y la más significativa. Será parte fundamental del proceso del juicio, para determinar de una vez por todas si algo de las actitudes y pensamientos de Satanás todavía permanece en la tierra. Aquí, al final del Milenio, aquellos que sigan a Satanás serán reunidos y destruidos de una vez por todas. Ya no se les dará más oportunidad a los seres humanos de que escojan los caminos satánicos y perversos.

Luego viene el momento en que Satanás será restringido para siempre. “El diablo, que los había engañado, será arrojado al lago de fuego y azufre, donde también habrán sido arrojados la bestia y el falso profeta. Allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (v. 10, NVI). Nunca jamás se le permitirá volver a engañar a nadie. Al final, sólo quedarán Dios y los que hayan escogido Sus caminos en lugar de los de Satanás.

Cielo nuevo y tierra nueva

Después de los mil años de reinado de Cristo todo está como al principio del Milenio, Juan lo describe con estas palabras: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apocalipsis 21:1).

En este nuevo mundo, “el tabernáculo de Dios [estará] con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (v. 3). Del reinado de Satanás como “dios de este siglo” (2 Corintios 4:4), no quedará ni el recuerdo.

Apocalipsis 21:4 nos dice cómo será el mundo cuando ya no exista la influencia de Satanás: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”.

¿Existe realmente el diablo? Sí, ¡absolutamente! Pero Dios nos asegura que habrá un tiempo en el que Satanás y su obra —el sufrimiento físico, la miseria, la angustia mental y los lamentos que trae a la humanidad— ya no existirán más. ¡Que todos recibamos del Señor la sabiduría, la fortaleza y el amor por la verdad para resistir su engaño y poder ver ese momento!
                      

sábado, 24 de marzo de 2012

CREADA CON UN PROPÓSITO—GÉNESIS 1 Y 2


En los primeros capítulos de Génesis vemos a un Creador inteligente trabajando de acuerdo a un patrón y a un diseño. “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Todo lo que había hecho funcionaba de acuerdo a su plan y “Dios… reposó” (Génesis 2:2). Había orden, paz y satisfacción cuando cada parte de la creación llevaba a cabo aquello para lo cual había sido creada.

De igual manera, el secreto de una vida feliz es descubrir cuál es el propósito de Dios para las mujeres, y conocer aquello para lo cual Él las capacitó, aceptando con agrado el lugar que Él les ha designado de acuerdo a Su plan. Si Dios tiene un propósito para todas sus criaturas, entonces nuestra primera responsabilidad es descubrir ese propósito.

Nuestro primer encuentro con el propósito de Dios para la mujer ocurre en Génesis 1:27, 28: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó: varón y hembra los creó.” Aquí la naturaleza bisexual de la humanidad queda claramente expuesta. Ambos, hombre y mujer, son creados a la imagen de Dios. “Y los bendijo Dios.” La voluntad de Dios para los hombres y las mujeres siempre ha sido el bendecirles. Recordemos eso.

“Y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.” El hombre y la mujer ocupan una posición de igualdad delante de Dios. Unidos en vida y trabajo, unidos en naturaleza y señorío, son los representantes de Dios sobre la tierra.

A medida que vamos leyendo el capítulo dos de Génesis y vamos encontrando los detalles de la creación, la mujer aparece con personalidad distinta, diferente a la del hombre. Debemos observar la diferencia en el tiempo, la manera y el propósito de la creación de la mujer.

La Creación de la Mujer

La Biblia nos dice que Adán fue creado primero. “Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida… Tomó, pues, el SEÑOR Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén para que lo labrara y guardase… Y dijo el SEÑOR Dios: No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:7, 15-18).

Adán, el primer ser humano, estaba solo en medio de la belleza y vida abundante del huerto. Y por primera vez Dios dijo: “No es bueno…” Adán era un ser social, creado para comunión y la necesitaba: pero en toda la creación animal no había una criatura semejante a él, no había nada al nivel de su humanidad (2:20). Así que Dios dijo: “Haré ayuda idónea para él” (2:18).

Dios hizo que el hombre cayera en un sueño profundo y tomó de su costado carne y hueso, y de esto Dios formó a la mujer. Ella no fue hecha del polvo, como lo fue el hombre; ella fue hecha del hombre. Era hueso de sus huesos y carne de su carne (2:23). La mujer fue hecha del hombre y para el hombre y le fue presentada como su semejante, su compañera, su complemento.

La Importancia del Orden de la Creación

¿Es importante el orden de la creación: el hombre primero y después la mujer? El Nuevo Testamento nos dice que sí lo es. Pablo escribió a Timoteo: “No permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva” (1 Timoteo 2:12, 13). Abordando el tema del señorío al escribir a los corintios dice: “El varón es la cabeza de la mujer… porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón. Y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón” (1 Corintios 11:3, 8, 9).

Obviamente, hay una diferencia en la posición del que fue formado primero, quien debe ser la “cabeza”, y la que fue formada posteriormente, quien no debe “ejercer dominio” sobre el primero. Esto no menoscaba el valor o el mérito de la mujer como persona ante los ojos de Dios. En una sociedad de iguales, alguien tiene que liderar.

El Propósito de la Creación de la Mujer

Dios expuso con claridad Su propósito al crear a la mujer. Sería “ayuda idónea” para el hombre. La palabra “ayuda” no significa inferioridad. Esta palabra aparece veintiún veces en el Antiguo Testamento y se usa dieciséis veces para referirse a alguien superior, con frecuencia a Dios mismo (Génesis 49:25; Éxodo 18:4). La mujer debía compartir la dignidad y la gloria de Adán como soberano sobre la tierra; ella debe ayudar al hombre a cumplir la función que Dios le ha encomendado (Génesis 1:28).

Dios mismo “la trajo al hombre” (Génesis 2:22) y Adán exclamó: “Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne.” Aquí no se hace mención de la mujer como madre. Ella vale por sí misma como una persona que puede compartir ideas, conversación y la misma existencia de Adán ya que comparte la misma vida y naturaleza. En su sabio diseño Dios creó un varón y una mujer. Él estableció las diferencias entre ellos (Mateo 19:4).

Los sexos serían complementarios, no competitivos. Cada uno contribuye algo al otro y es capaz de hacer esto por las características particulares que Dios implantó en cada uno.

Al reconocer la posición de privilegio y honor de la mujer, haremos bien en tener presente el propósito de su creación en relación al hombre. Ella no estaba sola en la tierra, relacionada únicamente con Dios. Adán fue la primera criatura que Dios formó y la mujer fue creada para ser la “ayuda” de Adán. Fue formada después de él, formada de él y formada para él. Adán fue quien dio sentido a la vida de ella, no obstante, sin ella él estaba incompleto. Ella es su complemento y es indispensable para que él esté completo.

El orden de la creación del hombre y de la mujer manifiesta el orden de relación y autoridad. El primero debe dirigir, y la que fue formada después debe seguir y dar su apoyo. El hombre no fue creado para ser ayudante de la mujer sino que la mujer fue creada para ayudar al hombre. Este es el orden que Dios dispuso.

Mujer, ¿cómo quiere Dios que ayudes a tu esposo? Piensa cuidadosamente en esto. Dale tu apoyo y comprensión. No le hagas difícil que sea el hombre que Dios quiere que sea. En la iglesia, respeta y coopera con los ancianos (líderes, pastores). Ayúdalos a realizar la obra para la cual Dios los ha llamado.

El Matrimonio

Después de la creación de la mujer y del placer de Adán al recibirla como su compañera, se nos da el ideal de Dios para el matrimonio: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24). El matrimonio es la institución más antigua de la humanidad. Fue establecido por Dios mismo para el bienestar de la sociedad. El matrimonio no es una institución cristiana y no es un precepto exclusivo de la iglesia. Más bien se estableció desde el comienzo de la raza humana y tiene por objeto el bienestar de toda la gente sin tomar en consideración las creencias religiosas o la falta de ellas.

En los pasos para el matrimonio que se dan en Génesis 2:24 las palabras “dejará” y “se unirá” destacan el carácter exclusivo y vitalicio que Dios dispuso para esta relación. Al convertirse en “una sola carne” el hombre y la mujer establecen una unidad nueva y permanente en la sociedad; abandonan sus relaciones anteriores para participar en esta nueva relación. El plan de Dios es la monogamia: un hombre unido a una mujer, cada uno complementando al otro en todos los aspectos de la vida, funcionando como una unidad. Esta es una relación exclusiva.

En los Evangelios encontramos que el Señor Jesús reafirmó los principios de Génesis 2:24. Léase Mateo 19:4-6 y Marcos 10:6-9. Él concluyó diciendo: “Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” En otras palabras, Él estaba afirmando que esta relación es para toda la vida. El matrimonio no es una cosa que se toma sin pensarlo para luego echarlo a un lado porque resulta poco conveniente. Debe ser un compromiso serio, para toda la vida, del marido hacia la mujer y de la mujer hacia el marido. De igual modo Pablo confirma la importancia del principio que ha expuesto al citar Génesis 2:24 en Efesios 5:31.

Estas restricciones no son para coartar nuestra libertad ni limitar nuestra felicidad. El Dios que nos hizo conoce mejor que nosotras lo que ha de traer estabilidad a la sociedad y verdadero gozo y bendición a sus criaturas.

Para Reflexionar

1. ¿Enseña la Biblia que la mujer es inferior al hombre? Hermana, ¿te sientes inferior? ¿Por qué?

2. Hermana, ¿cómo puedes demostrar que aceptas el señorío del hombre?

3. ¿Es tu matrimonio lo que Dios dispuso que sea el matrimonio? Si no lo es, ¿tienen la culpa de ello tus actitudes? ¿Estás rehusando el papel de ayuda idónea y queriendo ser la líder?

4. Enfréntate a tus propios sentimientos: ¿Te irritas por la función que Dios te asignó como mujer? (Muchas mujeres se irritan por esto).

Hermana, pídele a Dios que te dé una actitud correcta de corazón, un espíritu sumiso a Él y el deseo ferviente de que su buen propósito se logre en todos los aspectos de tu vida diaria.
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LA MUJER QUE AGRADA A DIOS

La primera responsabilidad de todos los cristianos, hombres y mujeres, es descubrir el lugar que Dios les tiene designado. No hay honor más alto que el de ser lo que Dios dispuso que seamos y el de hacer lo que Él ordenó que hiciéramos. ¿Cuál es la voluntad de Dios para la mujer? El objetivo de esta pregunta nos debiera llevar a examinar lo que dice la Biblia acerca de la mujer para así poder:

1. Discernir el plan y el propósito de Dios para ella.
2. Aprender por ejemplos y enseñanzas bíblicas cuáles son las virtudes femeninas que agradan a Dios.
3. Descubrir los principios del Nuevo Testamento que rigen el comportamiento y las relaciones de la mujer.
4. Examinar los distintos ministerios que la mujer puede ejercer en el hogar, en la iglesia, en la comunidad y en el campo misionero.
5. Estudiar los dones espirituales con el propósito de que cada hermana haga una evaluación personal y establezca metas de acuerdo a lo que Dios espera de las mujeres cristianas.

No se puede sobre-enfatizar la importancia de conservar limpios y puros los manantiales pequeños en lo alto de las montañas para que los ríos estén limpios y libres de impurezas para el bien de la humanidad. Las mujeres son “las guardianes de los manantiales” porque ellas educan y ejercen influencia sobre los niños formando el carácter de los que serán los cristianos del futuro. Todas las mujeres, solteras y casadas, comparten este privilegio y responsabilidad. La calidad de la mujer tiene gran influencia sobre la moral y la fortaleza de una nación.

Que Dios nos ayude a descubrir nuestro lugar en Su gran plan y, al hacer Su voluntad, a glorificarle.

Partes que forman esta serie:

2. El Pecado y sus Efectos
3. Lecciones del Pasado
4. Una Mujer Virtuosa
5. El Señor Jesús y las Mujeres
6. Un Cuadro Compuesto
7. El Papel de la Mujer en la Iglesia
8. Instrucciones Adicionales a las Mujeres
9. Las Mujeres en el Hogar
10. El Ministerio de la Mujer Más Allá del Hogar
11. Libertad: La Falsa y la Verdadera
12. Los Dones Espirituales



                                                             


viernes, 23 de marzo de 2012

UNO SEMEJANTE AL HIJO DEL HOMBRE - Apocalipsis 1:1-20



APOCALIPSIS 1:1-20

V. 1 - La revelación del Señor Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan - La revelación del Señor Jesucristo. Revelación=Apocalupsis (griego), es decir que el velo es quitado por el Señor Jesucristo. Apocalipsis es también conocido como un tipo de literatura del tipo de Daniel. Proviene del Señor Jesucristo y quita el velo al plan de Dios para el mundo y especialmente para sus siervos. Muestra lo que ocurre detrás de la escena, en el cielo. También puede ser leída como la revelación de la persona del Señor Jesucristo, pero en el contexto descrito aquí Dios le dio la revelación al Señor Jesús para que le mostrara a sus siervos lo que pronto tendría lugar. Es la primera interpretación la más probable (ver 22:16). Por cierto nos revela al Señor Jesús como el Rey de reyes y Señor de señores, el Alfa y el Omega, el Cordero que fue inmolado, y hay muchas más descripciones del Señor Jesús en el libro. Nos da una descripción completa del Cristo glorificado en Su gloria celestial, en tanto que los evangelios nos describen al Señor Jesús en Su humildad. Sin Apocalipsis tendríamos una comprensión más pobre del Cristo glorificado. La palabra Apocalupsis (quitar el velo) es también usada para la segunda venida, lo que apunta a quitar aquello que obstruye ahora nuestra visión de Cristo (1 Co. 1:7, 2 Ts. 1:7, 1 Pedro 1:7, 13, 4:13). Pablo recibió su revelación del evangelio del Señor Jesucristo (Gá. 1:12). Apocalipsis nos muestra a Cristo ahora, como Él es en Su gloria celestial y cuando Él venga todo ojo verá Su gloria y poder celestial.

V.1b - que Dios le dio, para manifestar a sus siervos - Este libro tiene la afirmación más plena y explícita de autoría divina que cualquier libro de la Biblia. Por lo tanto si fue Juan el apóstol que lo escribió o no es irrelevante. El autor es Dios; Dios se lo dio al Señor Jesús, de la misma forma en que le da al Señor Jesús el libro más adelante (5:7). Está escrito para sus siervos (¿todos los cristianos?). La palabra griega para siervos significa esclavos. Siervo es una expresión común en el Apocalipsis (ver 1:6, 2:20, 6:11, 7:3 y 7:15). Siervo, o servir, es usado 19 veces en total. El libro está escrito para los siervos de Dios; es decir, para sus santos, para mostrarnos lo que sucederá pronto y para que no seamos sorprendidos por los eventos mundiales y la persecución en la que el enemigo parece triunfar. 22:16 dice: "Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias...". Daros es plural. Finalmente el último versículo dice, "La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén." Otras expresiones usadas para el pueblo de Dios son hermanos y santos. Aquellos que sirven a Dios en la tierra también lo servirán en el cielo (1:6, 5:10, 7:15, 22:3).

V.1c - las cosas que deben suceder pronto - es decir "una crisis inminente" o "las cosas que están a punto de suceder". La palabra griega para "pronto", al igual que en Apocalipsis 22:7, 12, 20, destaca que esto no significa "rápidamente" sino "en poco tiempo", "pronto" - "el tiempo está cerca" (V.3). "Pronto" en el sentido bíblico puede significar un tiempo humanamente largo. Por ejemplo, "Vengo pronto", pero note que el V.3 dice que hay una bendición para aquellos que guardan el mensaje de Apocalipsis "porque el tiempo está cerca". Los eventos que describe el libro están a punto de suceder. La frase "vengo pronto" abarca toda la era del evangelio, y el libro de Apocalipsis hace lo mismo. La frase "las cosas que deben suceder pronto" es repetida en Apocalipsis 22:6, y hay una versión parecida en Apocalipsis 1:19 (ver también 4:1). Apocalipsis 4:1 indica que lo que pronto sucederá es observado desde el cielo. Los eventos terrenales son observados con una perspectiva celestial; esto da una visión importante de lo que trata el libro. En 22:10 a Juan se le dice que no selle las palabras de la profecía porque el tiempo está cerca. A Daniel se le dice que selle las palabras en el libro hasta el tiempo del fin (Dn. 12:4). Por lo tanto el Apocalipsis es relevante para todas las generaciones, desde el tiempo de las siete iglesias hasta que venga el Señor Jesús de nuevo. 

En la literatura escatológica y apocalíptica, el futuro siempre es visto como inminente sin la necesidad de un tiempo intermedio (cf. Lucas 18:8). En otras palabras "Pronto" no descarta demoras o eventos intermedios, como lo sugiere el mismo Apocalipsis. En el cap. 6 oímos el clamor de los santos martirizados: "¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre...?" Se les dice que "descansen todavía un poco de tiempo" (vs. 10-11). Por lo tanto, la "prontitud" significa inminencia en términos escatológicos. La iglesia en cada era ha vivido siempre con la expectativa de la consumación de todas las cosas en su tiempo.

V.1d - Y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan - Este es el método por medio del cual lo hizo conocer a Juan; ángel significa mensajero. Las palabras "la declaró" quieren decir "lo hizo significar" (semaino) en griego, así que le vino a Juan en forma de señales (por ejemplo, 12:1, 12:3, 15:1). Esta referencia al ángel es repetida en los capítulos 22:6 y 22:16. Juan es un profeta (22:9-10) y Dios está revelando Su plan y conocimiento de lo que ocurrirá pronto a Juan (Am. 3:7) y Juan no debe guardárselo para él (22:10). El capítulo 10 en el que el ángel poderoso le da a Juan el librito para que coma puede entenderse como un ejemplo de un ángel dándole a Juan esta profecía, porque a Juan se le dice que debe profetizar nuevamente sobre muchas personas, naciones, lenguas y reyes (10:11). También puede notarse aquí que el ángel tiene la apariencia de Cristo porque es el ángel de Cristo. Compare Su apariencia en Apocalipsis 10:1 con la descripción de Cristo en Apocalipsis 1:13-16. En Apocalipsis 17:1 un ángel le muestra a Juan el castigo de la gran Ramera y en 21:9 un ángel le muestra a Juan la novia, la esposa del Cordero.

V.2 - que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio del Señor Jesucristo - Juan ahora da su testimonio verificando la veracidad del libro. Lo que vio era la palabra de Dios y el testimonio dado por el Señor Jesús (ver el versículo anterior y 22:16) o el testimonio de quién es Jesús, es decir el Rey de reyes y Señor de señores. Esta es también la razón por la que Juan estaba en la isla de Patmos (V. 9), por la palabra de Dios y el testimonio del Señor Jesús. Siguiendo del V. 1 en que se nos dice que el Apocalipsis proviene de Dios, se nos dice que es la palabra de Dios así como el testimonio del Señor Jesucristo. No es el producto de la mente de ningún hombre; la declaración de ser la palabra de Dios lo hace el más importante de todos los libros en la Biblia. No deberíamos, por tanto, poner el libro a un lado porque es difícil de entender, ya que tiene un mensaje que es muy importante para los santos. Nos insta a ser fieles aun hasta la muerte (2:10, 12:11) y declara la más alta Autoridad como Su autoría. Los mártires de Apocalipsis 6:9 y Apocalipsis 20:4 fueron muertos por (su obediencia a) la palabra de Dios y el testimonio del Señor Jesús que habían mantenido.

Apocalipsis es el último libro de la Biblia, tanto en su ubicación como que es el último en ser escrito. Requiere de todas las secciones anteriores de la Biblia y ciertamente de su mismo contenido para una cabal comprensión de su mensaje. En Juan 21:24, el discípulo que escribió el evangelio de Juan testifica que su testimonio es verdadero (ver también 19:35, 3 Juan 1:12 cf. Ap. 22:8). En Apocalipsis 22:16, el Señor Jesús personalmente declara que le ha dado a Juan este testimonio y en Apocalipsis 22:20 el Señor Jesús testifica de estas cosas, es decir testifica de Su veracidad. En Apocalipsis 19:9 el ángel le dice a Juan "Estas son palabras verdaderas de Dios" y en Apocalipsis 22:6 el ángel le dice a Juan "Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto." El punto de esto es confirmar vez tras vez con la Autoridad más alta que estas cosas son ciertas porque los siervos de Dios necesitan estar preparados para morir por su fe; la verdad de estas palabras son de suprema importancia. Si no hay ningún cielo nuevo ni tierra nueva y no hay lago de fuego, ¿para qué molestarse en morir por la fe que uno tiene?

V. 3 - Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca - Esta es la primera de 7 bendiciones en el libro. Al decir "lee" quiere decir leer en voz alta. Las cartas a las iglesias eran para ser leídas en voz alta; ésta era una práctica común en la iglesia primitiva (Col. 4:16, 1 Ts. 5:27). El que lee es singular, en tanto que los que oyen y guardan es plural, significando el resto de la iglesia. Al decir esta profecía significa todo el libro, y no sólo una parte de él (ver también 22:7, 22:18). Esto nos previene contra la idea de que la iglesia no estará aquí desde el capitulo cuatro hasta el capítulo veinte y que no necesita guardar esa parte del libro. El "tiempo está cerca" implica que lo que está escrito es útil para todas las generaciones de la iglesia, no sólo para aquellos para quienes fue escrito. Esto significa que no debe aplicarse sólo a la generación de Juan o a la generación que esté viva cuando vuelva el Señor Jesús, sino que se aplica al pueblo de Dios a través de todas las generaciones. Esto está confirmado por la historia de la iglesia, en la que creyentes de todas las generaciones han sido perseguidos. Bienaventurados... los que oyen las palabras, guardan las cosas en ella escritas - en Apocalipsis 22:7 hay una bendición para quienes guardan las palabras de la profecía en este libro. Lo purificará y sostendrá durante la persecución; lo guardará de enmarañarse o transigir con el mundo. Le dará coraje a través de la gran tribulación. Será un vencedor para que pueda unirse al pueblo de Dios en la adoración del Cordero en la cena de las bodas del Cordero (19:9).

V. 3b - las palabras de esta profecía - Este libro es una profecía. Esto se repite en otra bendición en 22:7 donde el Señor Jesús dice "Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro." La profecía nos está diciendo lo que va a ocurrir en el futuro, pero es también un mensaje moral, como lo pone en claro la bendición anterior. Hay consecuencias funestas para cualquiera que altere las palabras de esta profecía (22:18-19). En Apocalipsis 19:10 se nos dice que "el testimonio del Señor Jesús es el espíritu de la profecía" y en Apocalipsis 22:6 se nos dice que "El Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado Su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto." En 2 Apocalipsis 2:10 el  ángel le dice a Juan "No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca."

El profetizar es un rasgo del libro de Juan. En 10:11, después de comer el librito, a Juan se le dice "Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes." Los dos testigos son profetas y profetizan por 1.260 días. Tienen el poder de cerrar el cielo para que no llueva durante el tiempo que están profetizando. Los habitantes de la tierra se regocijarán y celebrarán porque estos dos profetas los habían atormentado (11:3, 6, 11). Juan se considera claramente un profeta (22:9). Los profetas se distinguen de los santos en 11:18, 16:6, 18:20, 18:24; los apóstoles son incluidos en 18:20. La iglesia está edificada sobre los cimientos de los apóstoles y los profetas, con Jesucristo mismo como la piedra principal (Ef. 2:20).

V. 3c - porque el tiempo está cerca - Esto nos ofrece otra pista para la lectura del Apocalipsis. La venida del Señor está cerca. Aunque la profecía del libro tendrá un cumplimiento literal y definitivo durante la semana septuagésima y está hablando principalmente acerca de aquellas cosas que le ocurrirán a la última generación de creyentes, también tiene un mensaje para los creyentes de todas las generaciones, puesto que técnicamente los últimos días son desde los días de Pentecostés hasta la venida del Señor Jesús. Ver también 1:1 (para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder), 1:19 (Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas), 22:6 (ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto). Esta es la última carta de Dios a los suyos, destinada a ser de ayuda a la iglesia porque será perseguida. Juan está puntualizando que debemos guardar el mensaje del libro.

V. 4 - Juan, a las siete iglesias que están en Asia - Esta es la presentación de Juan. Él es conocido por las siete iglesias y, por lo tanto, se llama a sí mismo simplemente Juan. Había más de siete iglesias en Asia. Las siete iglesias de Asia, es decir la Turquía de hoy día, son representativas de toda la iglesia. El número siete aparece 52 veces en el libro e indica plenitud divina, porque Dios terminó la obra de la creación y descansó el día séptimo (ver Gn. 2:2). Esta carta probablemente habría circulado por las iglesias como circularon las cartas de Pablo (Col. 4:16).

V. 4b - Gracia y paz a vosotros - Es un saludo adecuado para los santos que han sido salvados por gracia y que consecuentemente están en paz con Dios. Está incluida como un saludo en 17 libros del Nuevo Testamento, todas las cartas de Pablo (Ro. 1:7), de Pedro (1 P. 1:2, 2 P. 1:2) y 2 Juan. "Paz" resume las bendiciones del reino; "gracia" describe su origen. Todas las bendiciones que descienden del cielo para el hombre desvalido que trabaja bajo el terrible peso del pecado, el temor y la desdicha de las pasiones encontradas, los deseos insatisfechos y las penurias terrenales, están incluidas forzosa y conmovedoramente en una palabra: "paz". La paz que proviene de Dios y que nos reconcilia con Dios. Las mismas palabras que llegan cargadas con las misericordias más ricas del cielo, para alegrar nuestra alma, implican que Dios considera que estamos por naturaleza enemistados con Él, y bajo el castigo de Su santa ley; y que la liberación de este estado de pecado no puede conseguirse por ninguna obra o mérito nuestro o de ninguna otra criatura, sino que debe ser Su regalo, un don perfectamente gratuito e inmerecido por nosotros.

V. 4c - del que es y que era y que ha de venir - Sigue ahora una fórmula de tres partes para la Trinidad. Del Dios eterno quien es ahora, que ha sido desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura (ver también 1:8, 4:8, 11:17). Este saludo es de Dios el Padre, el Espíritu Santo y el Hijo (ver V. 4, 5 más abajo). Esto es similar al nombre de Dios declarado a Moisés, "Yo Soy El Que Soy" y "Yo Soy" (Ex. 3:14). Él habita la eternidad (Is. 57:15). Esta designación sólo se aplica a Dios.

V. 4d - y de los siete espíritus que están delante del trono - Siete se refiere a estar completo; otra lectura es "espíritu de siete partes". Isaías da siete modos de operación del Espíritu para la vida de Cristo (Is. 11:2-4). Ver también Juan 14:16-27: el Espíritu consuela (16), es el Espíritu de Verdad (17), vive en nosotros (17), manifiesta al Señor Jesús (21), manifiesta al Señor Jesús y al Padre (23), nos enseña (26), nos da paz (27). Los siete espíritus son mencionados de nuevo en la carta a Sardis (3:1), y cuando menciona las siete lámparas de fuego delante del trono de Dios (4:5) y cuando menciona los siete ojos del Cordero, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra (5:6). Juan no está yendo en contra de la doctrina tradicional de que hay un solo Espíritu.

V. 5 - y del Señor Jesucristo el testigo fiel - El Señor Jesús es el último miembro de la Trinidad en ser mencionado, con una referencia de tres partes de Su identidad y función: "el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra". El Señor Jesús nos dice y nos muestra cómo es Dios en realidad en Su ministerio en la tierra. Él es el testigo fiel (Juan 8:13); Antipas era un testigo fiel (2:13) y fue fiel hasta la muerte así como
el Señor Jesús fue fiel hasta la muerte en la cruz. Para la iglesia de Laodicea Él es el testigo fiel y verdadero. Ver también el jinete del caballo blanco (19:11) cuyo nombre es Fiel y Verdadero. La palabra para testigo en griego es martus, y la misma palabra es usada del mártir Antipas (2:13), del Señor Jesús el testigo verdadero (3:14), de los dos testigos (11:3) y de la sangre de los mártires (17:6), siendo el tema común que todos sellan su testimonio con su sangre.

V. 5 - el primogénito de los muertos - El "primogénito de los muertos" es uno de los muchos títulos del Señor Jesucristo. Él es el primero que resucitó de los muertos (ver Col. 1:18). En el censo de Israel en Apocalipsis  7:5 encontramos la primera tribu, que es generalmente la del primogénito, listada como Judá porque el Señor Jesús descendió de Judá. Esta mención  del Señor Jesús como el primogénito también nos asegura que cuando Él vuelva nosotros también resucitaremos de los muertos porque Él es el primogénito de muchos hermanos (Ro. 8:29, 1 Co. 15:20-23). Este es un punto importante porque el Apocalipsis dice claramente que muchos cristianos necesitan ser fieles hasta la muerte (2:10, 6:9, 11:7, 13:7-10, 13:15, 17:6, 20:4).

V. 5b - el soberano de los reyes de la tierra - Uno de los propósitos del Apocalipsis es  mostrar que, a pesar de las apariencias que indican lo contrario, el Señor Jesús es el soberano de los reyes de la tierra. Es también un título divino (cf. 1 Ti. 6:15). Hay muchas referencias a los reyes de la tierra en el Apocalipsis. Es también una expresión común en la Biblia (Mt. 17:25). Los reyes de la tierra se esconden del Cordero (6:15), guerrean contra el Cordero (19:19) y pierden (19:21). El Apocalipsis muestra que el Señor Jesús es el  soberano del hombre más exaltado así como del más humilde (6:15). Los reyes de la tierra traen su esplendor a la ciudad de Dios (21:24). Jesús es Rey de reyes y Señor de señores (17:4, 19:16) y en este libro demuestra Su autoridad al vencer a aquellos que luchan contra Él. Juan era consciente de la tendencia de su tiempo de deificar y adorar al emperador romano. El senado romano había declarado oficialmente a los emperadores Julio César, Augusto, Claudio, Vespasiano y Tito divinos después de su muerte, y los últimos tres habían usado el término DIVUS (divino) en sus monedas. Domiciano, el emperador en el tiempo en que Juan escribió, pidió que se lo llamara Dominus et Deus (Señor y Dios). Uno de los propósitos de Apocalipsis es mostrar que, a pesar de las apariencias, el Señor Jesucristo es  el verdadero soberano de los reyes de la tierra. Él es Rey de reyes y Señor de señores. Para los cristianos que vivían entre la primera venida y la segunda venida, el hecho que Cristo es el soberano de los reyes de la tierra tiene que ser aceptado por fe, porque la evidencia de la historia frecuentemente es opuesta a esto. Apocalipsis, sin embargo, nos muestra la realidad espiritual detrás de lo que vemos con nuestros ojos. Por ejemplo, la bestia recibe su poder de Satanás, pero en la segunda venida el Señor Jesús será declarado con poder Señor de señores y derrotará tanto a la bestia como a Satanás.

V. 5c - Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre - Sigue una descripción de tres partes de Su obra redentora. Adoración a nuestro redentor, al que nos ama y lo comprobó con Su muerte en la cruz en la que canceló nuestros pecados. Esta es una definición de un cristiano, uno que es amado por Cristo y liberado de sus pecados. Este libro está escrito para aquellos que son salvados de la ira de Dios por medio de la sangre de Cristo, que es Su muerte en la cruz. Sólo esto es suficiente para limpiarnos y liberarnos de nuestros pecados y hacernos aceptos a Dios. En todas las circunstancias los santos somos  más que vencedores mediante el Señor Jesús quien nos ama. Sólo aquellos que reconocen la palabra de Dios y el testimonio del Señor Jesús se beneficiarán realmente o entenderán el libro. El Señor Jesús es quien nos salva de la ira de Dios contenida en las copas del Apocalipsis, y quien nos salva del lago de fuego (1 Ts. 1:10). Aquí, en un libro que contiene mucho juicio, se nos recuerda desde el principio el evangelio que nos enseña que por medio de la cruz y la resurrección de Cristo "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados... (2 Co. 5:19). La sangre del Señor Jesús que nos purifica del pecado es el tema de la carta de Juan (1 Jn. 1:7); también lo es el amor de Dios (1 Jn. 4:7-11).

V. 6 - y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén - Aparte de amarnos y morir por nosotros, Él nos ha hecho reyes y sacerdotes. Esto es similar a Apocalipsis 5:10, "y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra" (ver también 20:6, 22:5). Es el Señor Jesús el que nos ha hecho reyes y sacerdotes. Los creyentes son llamados a formar parte de un reino no  sólo porque están bajo un Rey, sino porque participarán del reinado mesiánico de Cristo (ver 5:10 y también Mt. 5:2-5, 19:28, Lucas 22:30). La principal referencia al reino y a los sacerdotes viene de Éxodo 19:5-6, en el Antiguo Testamento y en 1 Pedro 2:9 en el Nuevo Testamento. En Éxodo 19:5-6 a los israelitas se les prometió que si obedecían a Dios entonces serían la posesión preciada de Dios entre todas las naciones de la tierra y serían para Dios un reino de sacerdotes y una nación santa. La tribu de los levitas se convirtieron en los sacerdotes y con la muerte del Señor Jesús el velo del templo fue partido en dos, porque de ahí en más todos los santos, no sólo los levitas, son sacerdotes. 1 Pedro 2:9 enfatiza que los santos son un pueblo elegido, un pueblo que le pertenece a Dios, un sacerdocio real y una nación santa que declarará las alabanzas de Dios que los llamó de las tinieblas (el reino de Satanás, Hechos 26:18) a Su luz admirable. En el Antiguo Testamento un sacerdote era un mediador entre Dios y el pueblo y ofrecía sacrificios e incienso por ellos y por sus pecados. En el Nuevo Testamento el sacerdocio de los creyentes significa declarar al mundo las buenas noticias del evangelio (que Jesús murió por sus pecados), y ofrecer oraciones por ellos.

Otras referencias a "servir a Dios" son Apocalipsis 7:15 y 22:3. Los santos son súbditos de un reino cuyo rey es Cristo. Anteriormente éramos parte del reino de Satanás (Col. 1:13). Servir a Su Dios y Padre nos recuerda las palabras del Señor Jesús a sus discípulos después de la resurrección, de que Su Padre es ahora nuestro Padre y Su Dios es ahora nuestro Dios (Juan 20:17). Estos dos versículos (5, 6) se refieren a aquellos que conocen al Señor Jesús. El versículo siguiente se refiere a aquellos que no lo conocen. Para aquellos que conocen al Señor Jesús, Su retorno a la tierra traerá un nuevo cuerpo y vida eterna.

V. 7 - He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén - Contrastando con los dos versículos anteriores que se refieren a nuestras riquezas en Cristo, este versículo trae la lamentación de la gente de la tierra que no conocen el amor de Dios y que no han sido limpiados de sus pecados. La venida del Señor Jesús será pública; todo ojo lo verá (2 Ts.1:7-9, Ap. 6:15-17, 11:18, 14:17-20, 19:15) pero será admirada por los santos (2 Ts. 1:10, Ap. 19:6-9). Esta visión del Señor Jesús es una combinación de Daniel 7:13 y Zacarías 12:10. El anuncio de la del Señor Jesús es un tema principal en el libro y está basado en Zacarías 12:10 (ver también Mt. 24:30). Para los redimidos, esto traerá solaz, pero para el mundo traerá juicio. Juan 19:37, "Mirarán al que traspasaron" también está basado en Zacarías 12:10 y usa la misma palabra griega ekkenteo que el Apocalipsis, las únicas dos veces que es usada en el Nuevo Testamento.

La segunda venida y el juicio sobre la humanidad es uno de los grandes temas de este libro. Su primera mención es en el V. 7; su última, en el antepenúltimo versículo de Apocalipsis. Particularmente, el libro trata los eventos que conducen a la venida del Señor Jesús (ver Mt. 24). Hay al menos doce referencias a la venida del Señor Jesús en el libro. (Para más información sobre la venida visible del Señor a la tierra, leer TODO OJO LE VERA y los artículos mencionados al final de dicho artículo.)

V. 8 - Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor - Alfa y Omega son la primera y la última letras del alfabeto griego; esto debe considerarse como el principio y el fin de la historia. Él es el autor de la historia. Los siete sellos, las siete trompetas y las siete copas tratan de la conclusión del plan de Dios en los últimos 7 años de la historia de la humanidad. El Apocalipsis nos muestra que Dios es soberano sobre la historia humana. Que Dios sea a la vez el principio y el fin es particularmente apropiado para este libro. La designación de Alfa y Omega es repetida en 21:6, 22:13. Él vino a la tierra y murió en la cruz (que era), está ahora exaltado a la diestra de Dios intercediendo por nosotros (que es) y viene de nuevo en poder y gloria para reclamar a los suyos (que ha de venir). En Colosenses  1:15-20 encontramos que todas las cosas fueron creadas por Él y para Él. Él es el principio de la creación y el primogénito de los muertos, siendo el primero en resucitar de los muertos. Cuando Él vuelva llevará a su consumación esta era presente y los justos resucitarán de los muertos y habrá una nueva era con un cielo nuevo y una tierra nueva.

Juan ve a Cristo resucitado en Su gloria y recibe la comisión de escribir a las siete iglesias. Pablo, Isaías, Jeremías y Ezequiel todos tuvieron visiones significativas al comienzo de su ministerio. Se le dice que escriba lo que ha visto, lo que es ahora y lo que tendrá lugar más tarde. También se le da la interpretación de las siete estrellas y los siete candeleros.

V. 9 - Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia del Señor Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio del Señor Jesucristo – Juan se identifica a sí mismo simplemente como “vuestro hermano”. A estas alturas de la era apostólica, Juan tenía alrededor de 95 años de edad, y habría caminado con el Señor por alrededor de 70 años; pero aún así es sólo “vuestro hermano”. No era el reverendo Juan, no era el doctor Juan, ni siquiera era el pastor Juan. El Señor les enseñó a Sus discípulos evitar todo tipo de títulos honoríficos y a relacionarse entre ellos y Su rebaño simplemente como hermanos (Mt. 23:8-11). Los verdaderos cristianos tenemos solo un Pastor y Líder: el señor Jesucristo. Todos los demás somos hermanos, sin importar qué ministerio o cuánta experiencia en Cristo tengamos. Aquí hay una buena forma de conocer quién es quién en Cristo Jesús. Si un renombrado ministro cristiano se ofende porque lo llamamos simplemente “hermano”, es un falso ministro de Dios, y muy probablemente es todo lo contrario: un ministro de Satanás (1 Co. 11:13-15, un lobo con piel de oveja.

“Paciencia” es una de las palabras claves en este libro (13:10, 14:12). Implica paciencia bajo la persecución. Juan era un hermano y un copartícipe en la tribulación con los lectores de su carta que pertenecen al reino de Dios. No está escribiendo desde la comodidad del hogar sino como un compañero que sufre; por lo tanto, lo que escribe es práctico y tiene significado. Él sufría en la isla de Patmos porque proclamaba la palabra de Dios y testificaba que el Señor Jesús era el Cristo; esto es una repetición de Apocalipsis 1:2. La tribulación en el mundo es parte de la vida del cristiano, como lo enfatiza el Señor Jesús (Jn. 16:33) y Pablo (Hch. 14:22). Así como Él venció, nosotros también debemos vencer. La paciencia está en contraste con la represalia (cf. 1 P. 2:23).

V. 10 - Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta - Esto está traducido incorrectamente en la mayoría de las versiones como "el día del Señor", una frase que no se usó hasta bien después de la era apostólica. La mayoría de los eruditos creen que Juan estaba escribiendo en el año 95 d.C., hacia el final del reino de Domiciano (81-96). Este emperador romano en particular condujo una persecución terrible de todos los cristianos que se rehusaban a reconocer su "divinidad". En un cierto día de cada año todos los ciudadanos romanos debían ir al santuario local de su ciudad, arrojar un poco de incienso en el altar oficial y declarar, "¡César es señor!" Este día se conocía como el "día del señor". Pero está más de acuerdo con las reglas de la interpretación literal decir que se refiere al contexto escatológico del libro: el Día del señor es una expresión del Antiguo Testamento para referirse al fin del mundo. En todo caso, el hecho de que Juan estaba "en el Espíritu" en Apocalipsis 4:2, 17:3 y 21:10 descarta toda posibilidad de que se esté refiriendo al día domingo, como algunos arguyen. "En el Espíritu" él ve al Cristo resucitado; en Apocalipsis 4:2 ve a Dios en Su trono; en Apocalipsis 17:3 ve una mujer sentada sobre una bestia  escarlata; en Apocalipsis 21:10 ve la Ciudad Santa, Jerusalén, descendiendo del cielo de Dios. Fue tomado por el Espíritu a un estado en el que perdió contacto con el tiempo y los sentidos y fue transportado al mundo invisible de realidades espirituales. Compárese esto con la experiencia de Ezequiel (2:2) en el que el Espíritu vino a él y le habló, o la experiencia de Pablo en 2 Corintios 12:1 en donde fue arrebatado al cielo.

V. 11 - que decía: ... Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea - A Juan se le ordenó que escribiera lo que vio. Era una visión de lo que vio Juan cuando él estaba en el espíritu. El mensaje debía ser enviado a las siete iglesias de Asia inicialmente. Siete es el número de la plenitud divina, porque Dios descansó el séptimo día de la creación (Gn. 2:2). Las siete iglesias representan a la plenitud de los redimidos de Cristo, así que son para nosotros también, así como las cartas de Pablo a los Efesios, Romanos, Corintios, etc. son también para todos los santos. (Para más información, leer ¿SON LAS CARTAS PARA LAS SIETE IGLESIAS PARA NOSOTROS?)

V. 12 - Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro - Los siete candeleros, se nos dice más adelante, son las siete iglesias (V. 20). Cada candelero tendría una lámpara. La plenitud de los redimidos consistiría por lo tanto de los siete candeleros con siete lámparas (ver V. 20). En Apocalipsis 4:5 las siete lámparas se vinculan con el Espíritu de Dios. El templo de Salomón tenía diez candeleros de oro puro (1 Reyes 7:49), y en Apocalipsis 11:4 encontramos que "los dos candeleros están de pie delante del Dios de la tierra", donde el número dos representa el testimonio de la iglesia.

V. 13 - y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro - Uno "semejante al Hijo del Hombre" es claramente una referencia a Cristo, y es usado para Cristo de nuevo en Apocalipsis 14:14. La expresión "semejante al Hijo del Hombre" es usada por primera vez en Daniel 7:13. Es también la designación de Cristo usada en los evangelios. "Hijo del Hombre" es usado 30 veces en Mateo, 14 en Marcos, 25 en Lucas y 13 en Juan. Note que "Hijo de Dios" es utilizado sólo 8 veces en Mateo, 3 en Marcos, 6 en Lucas y 6 en Juan. Cristo está entre los candeleros, es decir, está "entre" los redimidos. Esto ilustra la intimidad de Cristo con los Suyos, como lo prometió en la Gran Comisión (Mt. 28:20), "He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo." El cinto de oro alrededor de Su cintura indica fidelidad (Is. 11:5). El sacerdocio también usaba cintos (Éx. 28:4, 39:29) y un profeta podía estar vestido así (Zac. 3:4). En Apocalipsis 19:13 Él está vestido con una ropa teñida de sangre, y en 19:16 sobre Su ropa tiene escrito el nombre: Rey de Reyes y Señor de Señores. Daniel (10:5) vio un hombre vestido de lino, con un cinto del oro puro alrededor de Su cintura.

V. 14 - Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve - Esto habla de edad y sabiduría, como la del juez que usa una peluca para indicar estas características. Ver la descripción de Daniel del Anciano de días cuyo cabello era blanco como lana (Dn. 7:9). En esta descripción de Cristo, como el cabello blanco usado por Dios en Daniel, enfatiza Su divinidad.

V. 14b - sus ojos como llama de fuego - Es decir que ve todo con una claridad penetrante y juzga lo que ve de acuerdo con Su santidad. Alaba lo bueno y corrige lo que está mal. Aparece nuevamente con ojos como llama de fuego en la carta a Tiatira, en la que está identificado claramente como el Hijo de Dios (2:18). Esta descripción se repite en 19:12 cuando aparece como el jinete sobre el caballo blanco, y en Daniel 10:6 encontramos que tiene ojos como antorchas de fuego. En Apocalipsis 5:6 tiene siete ojos que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra (ver 2 Cr. 16:9, "Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él" y Zacarías 4:10 dice: "Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra"). Nuestro Señor ve todo lo referente a las sietes iglesias. Él es plenamente consciente de su condición como se indica en la frase "Yo conozco tus obras" que se usa en la mayoría de las siete cartas.

V. 15 - y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas - Sus pies son de bronce, lo cual indica fortaleza y estabilidad (ver Dn 10:6 donde sus brazos y piernas son del color del bronce bruñido). Su voz es como el estruendo de muchas aguas. Ver también Ezequiel 1:24 y 43:2 en donde Su voz es como el sonido de muchas aguas. Parte de la auto introducción que usa aquí es usada también en la introducción a la iglesia en Tiatira (2:18).

V. 16 - Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza - Las siete estrellas que tenía en Su mano derecha son los ángeles de las siete iglesias (V. 20) a quienes están dirigidas las siete cartas (2:1, etc.). Las siete estrellas que Cristo tiene también son mencionadas en la carta a la iglesia en Éfeso (2:1) y en la carta a Sardis (3:1). "Su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza" nos recuerda al Cristo transfigurado (Mt. 17:2). Pablo también experimentó al Cristo resucitado como una luz brillante (Hch. 22:6). No puede haber duda de que esto se refiere al Cristo resucitado en toda Su gloria. Compare con la descripción de Dios en 1 Ti. 6:16 "que habita en luz inaccesible".

V. 16 - de su boca salía una espada aguda de dos filos - Isaías dice "puso mi boca como espada aguda". Una espada de dos filos (rhomphia) es una referencia a la palabra de Dios (ver He. 4:12). Compare la descripción dada aquí con la del jinete sobre el caballo blanco en Apocalipsis 19:15, 21: de Su boca salía una espada aguda (rhomphia) para juzgar al mundo. En Apocalipsis  2:12 es descrito como Aquél que tiene la espada aguda de dos filos (rhomphia) y en 2:16 luchará con la espada de dos filos (rhomphia) contra aquellos en la iglesia de Pérgamo que no se arrepienten. Compárese con Isaías 11:4 "Herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío". Esta espada tiene que ver con el juicio de la iglesia y del mundo.

V. 17 - Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último - Cuando Juan lo vio, vio la gloria de Cristo y cayó a Sus pies por la indignidad de su humanidad. Esto le ocurrió tres veces a Daniel cuando vio un ángel poderoso; tuvo que ser fortalecido porque estaba tan sobrecogido por lo que había visto (Dn. 8:18, 10:9, 10:18). El Señor Jesús coloca Su mano derecha sobre Juan para consolarlo y fortalecerlo. El Señor usa la frase "no temas" después de Su resurrección (Mt. 28:10). La frase "yo soy el primero y le último" es un título divino citado de Isaías 44:6, 48:12. El Cristo es el primero y el último. Esta descripción es usada en la introducción a la carta a la iglesia en Esmirna. En Apocalipsis 21:6 es descrito como el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Esto se repite en el capítulo 22:13; de nuevo, enfatiza Su divinidad.

V. 18 - y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades - Esta es una clara referencia a Su vida, muerte y resurrección y enfatiza que Cristo está vivo por siempre y siempre. Habiendo muerto y resucitado de la muerte, y habiendo visitado el Hades, la morada de los muertos (1 P. 3:18), tiene autoridad sobre ambos. Tiene autoridad sobre el libro de la vida que determina el destino de cada hombre (3:5). La designación de "el primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió" es usada por Cristo para introducir Su carta a la iglesia de Esmirna. Su relevancia particular para ellos era que estaban a punto de pasar por un período de persecución y aun martirio (2:8). Enfatiza que así como Cristo vivió, murió y resucitó de nuevo, así nosotros si morimos resucitaremos de nuevo cuando Él venga; porque Él vive, nosotros también viviremos (Jn. 14:19). Él nos levantará en el día final (Jn. 6:40).

V. 19 - Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas - Jesús es el Principio y el Fin y por lo tanto está calificado en forma suprema para decirle a Juan lo que ocurrirá más adelante ya que sabe cómo será el final. A Juan se le ordena por lo tanto que escriba. El autor de este libro es Cristo; Juan es el escriba. Se le dice que escriba lo que ha visto, lo que es ahora y lo que tendrá lugar más adelante. Esto nos ofrece otra pista para la lectura del Apocalipsis: el Apocalipsis muestra “lo que has visto”: el presente, es decir, las cartas a las siete iglesias; y el futuro, las cosas que han de ser después de estas. Es específicamente el futuro distante que incluye los eventos de los últimos tiempos. Apocalipsis 4:1 presenta el futuro y marca una división importante en el libro. Las cartas individuales a las siete iglesias son "lo que es".

V. 20 - El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias - Cristo ahora revela el misterio de las siete estrellas y los siete candeleros como lo prometió en el primer versículo del Apocalipsis. Dios es un revelador de misterios a Sus siervos (Dn. 2:29, 2:47) y no hace nada sin revelar antes Su plan a Sus siervos los profetas (Am. 3:7). Esta es la primera ilustración de auto interpretación en Apocalipsis; es decir, los siete candeleros son simbólicos de las siete iglesias. Cristo nos muestra que en el Apocalipsis hay varios símbolos, pero no debemos por esto leer todo el libro como simbólico. Tampoco debemos caer en el error de interpretar los símbolos por nosotros mismos a fin de entender su mensaje. El Señor Jesús no nos da las claves para interpretar los símbolos utilizados, Él mismo es quien nos da el significado de la mayoría de los símbolos en el mismo texto. Cuando se nos da un símbolo sin su interpretación, debemos recurrir al resto de la Biblia para que ella nos diga lo que significa, pues toda la simbología del Apocalipsis se fundamenta principalmente en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, el Señor Jesús es la única luz (lámpara) en la oscuridad del mundo y la iglesia lleva esta luz ante el mundo y es por lo tanto un candelero (comparar con Mt. 5:15 en donde una lámpara es colocada en un candelero). Debemos notar que la iglesia es un candelero (gr. luchnia) y no la lámpara (gr. luchnos). La lámpara es el Espíritu Santo (ver 4-5) y el Señor Jesús (21:33). La iglesia es un recipiente para la lámpara y el Espíritu Santo mora en ella. La misma idea se expresa en los dos testigos en los que el Espíritu Santo es el aceite (11:4). También encontramos que el Cordero es la Lámpara de la Nueva Jerusalén (ver 21:23 y 22:5, ver nota sobre 21:23). Somos vasijas de barro; la gloria incomparable que tenemos es Cristo (2 Co. 4:6-7). En Mateo 5:14 el Señor dice "vosotros sois la luz (gr. phos) del mundo" a Sus discípulos, queriendo decir que estaban testificando del Señor Jesús. La iglesia es el cuerpo de Cristo sobre la tierra, Sus manos, Su voz, etc. Los candeleros están hechos de oro, lo que indica la preciosidad de la iglesia a los ojos de Dios; la nueva Jerusalén también está hecha de oro. Al ver a Cristo en Su gloria de resucitado debemos reflejarla y mostrarla al mundo. Su gloria ya está descrita en Apocalipsis 1:16 (ver 2 Co. 3:18). En Apocalipsis 4:5  encontramos siete lámparas de fuego ante el trono de Dios, que son los siete espíritus de Dios. Por lo tanto, el símbolo de la iglesia como candelero es también la de una iglesia habitada por el Espíritu Santo (las siete lámparas de los candeleros). Juan tal vez tenía en mente un candelero con siete lámparas que se usaba para la iluminación del Lugar Santo (Éx. 25:31-40, Núm. 8:2), indicando la plenitud de los redimidos. El símbolo de la iglesia como un candelero es adecuada porque su deber es llevar la luz al mundo, para mostrar a al Señor Jesús. Vemos en esto la descripción de los dos testigos que reciben poder del Espíritu Santo para testificar con poder al mundo (11:4). El testimonio de la iglesia en la vida y la muerte de sus miembros es un tema que corre a lo largo del libro (2:13, 6:9, 12:11, 12:17, 19:10, 20:4).

Cristo interpreta el simbolismo de las siete estrellas en Su mano derecha como los ángeles de las siete iglesias, lo cual es tan enigmático como las siete estrellas. La quinta trompeta nos muestra a una estrella que cae del cielo a la tierra (9:1). En Apocalipsis 12:4 la cola del dragón barrió un tercio de las estrellas del cielo y los arrojó a la tierra. Esta es una referencia a los ángeles que cayeron con Satanás. Las cartas a las siete iglesias están dirigidas, cada una de ellas, al ángel de esa iglesia. Note que ángel (gr. angelos) significa mensajero. Éxodo 23:20-23 se refiere a un ángel que iba a guardar a los israelitas cuando atravesaban el desierto, para guiarlos a la tierra a la que Dios los estaba llevando. Daniel se refiere al príncipe del reino de Persia, un ángel caído, que resistió al ángel que vino a traerle a Daniel un mensaje. Fue ayudado por Miguel quien es el gran príncipe que protege al pueblo de Daniel (Dn. 10:13, 21, 12:1). Miguel probablemente es el arcángel Miguel al que se refiere Judas 1:9 y Ap. 1:7. Se nos dice que los niños creyentes tienen ángeles en el cielo que siempre contemplan el rostro de Dios (Mt. 18:10). En el Apocalipsis encontramos el ángel del abismo (Ap. 9:11), el ángel encargado del fuego (Ap. 14:18) y el ángel encargado de las aguas (Ap. 16:5). Por lo tanto, es bastante posible que cada iglesia tenga su propio ángel.

Una solución alternativa se da en Malaquías 2:7 en donde un sacerdote que da instrucciones es un mensajero del Señor Todopoderoso; un ángel es un mensajero. Ver también Daniel 12:3 en donde aquellos que conducen a muchos a la justicia brillarán como estrellas por siempre y en Judas 1:13 los falsos maestros son llamados "estrellas errantes". El punto de vista más plausible es que los ángeles son mensajeros humanos que son representativos de la iglesia y no poseen ninguna función de liderazgo única, citando como evidencia a Epafrodito y Epafras, que representaban a las iglesias de Filipos y Colosas y fueron a Roma para ofrecer ayuda al prisionero Pablo cuando estaba bajo arresto domiciliario (Fil. 2:25, 4:18, Col. 4:12). La palabra griega angelos es usada bastante frecuentemente para referirse a mensajeros humanos (por ejemplo, Mt. 1:10, Lc. 7:24, 9:52, Stg. 2:25). La  explicación de Cristo de las estrellas le informó a Juan que representaban siete visitantes a Patmos, ya sea presentes o a punto de llegar; hombres que vienen para ayudar a Juan pero que volverán a su casa con una misión específica a las iglesias que los enviaron. Serán los portadores de un mensaje a su propia ciudad como parte de un paquete más grande del cual el Apocalipsis es parte.