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viernes, 1 de julio de 2011

EL EJÉRCITO DE LANGOSTAS



En Apocalipsis capitulo 9, Juan ve salir un temible ejército de langostas envuelto en la espesa humareda que proviene del pozo del abismo. Este ejército de langostas tiene poder, pero su poder es limitado. Las langostas no pueden tocar ni el pasto ni los árboles; sólo pueden atormentar a los hombres que no tienen el sello de Dios en sus frentes. El tormento que infligen es como el de un escorpión, y tienen autoridad sobre sus víctimas durante cinco meses.


¿De qué está hablando Juan cuando describe al ejército de langostas? Una flota de helicópteros del siglo 21? Algunos expositores populares que promueven interpretaciones modernistas no ven nada más que helicópteros en estos versos. Cristianos del pasado vieron en este ejército de langostas una profecía acerca del surgimiento y propagación del Islam. El escritor Robert Wieland afirma que los Reformadores “claramente reconocieron al Islam” en este pasaje [1]. John Foxe, autor de El Libro de los Mártires, dijo que era “más claro que la misma luz” que esta profecía era acerca de las conquistas de los Musulmanes [2]. “En el siglo diecinueve un grupo de eruditos Protestantes identificaron a las trompetas quinta y sexta como el nicho del Islam en la profecía,” dice Wieland [3]. En cuanto a esto el comentador Albert Barnes escribió: “Con sorprendente unanimidad, los comentadores concuerdan en interpretar la visión como el imperio de los Sarracenos [Musulmanes árabes], o como el surgimiento y progreso de la religión y el imperio erigido por Mahoma” [4].

Muchos de los comentadores antiguos concordaron con esta lectura. W.B. Godbey comenzó su comentario sobre Apocalipsis 9 diciendo: “Este capítulo es una escalofriante descripción del surgimiento y el progreso de las guerras mahometanas” [5].  Adam Clarke dijo que la descripción de Juan del ejército de langostas “ciertamente se identifica más con el auge de los Sarracenos que con ningún otro pueblo o nación” y “se ajusta bastante bien con la descripción de las tropas de Mahoma” [6].  Matthew Henry se refiere al ejército de langostas como “los ejércitos del imperio mahometano” [7]. John Wesley dijo: “Todo esto concuerda con la matanza que efectuaron los Sarracenos por largo tiempo después de la muerte de Mahoma” [8].

Echémosle un vistazo a algunos de los detalles de la visión de Juan, y veamos cómo podría estar describiendo el surgimiento y la propagación del Islam.

El ejército de langostas proviene de una nube de humo negro que sale del abismo. El vocablo “abismo” es, en griego, abussos; la raíz de la palabra castellana abismo. Algunas Biblias traducen este vocablo como “el abismo.” Es notable que Abdul A’la Mawdudi, uno de los eruditos del siglo 20 más prominentes del Islam, usó la misma palabra abismo cuando escribió acerca de los inicios del Islam. En un libro escrito para introducir a los angloparlantes a las premisas básicas del Islam, Mawdudi les dice a sus lectores que Mahoma y su mensaje provino de “Arabia–el Abismo de Oscuridad” [9]. Estas son exactamente sus palabras, y aparecen en negrita como subtítulo de su libro Towards Understanding Islam (Entendiendo el Islam, 8ª edición). ¿No es una gran coincidencia que este sobresaliente escritor musulmán identifique el origen del Islam, y en negrita nada menos, como “el Abismo de Oscuridad”?

¿Por qué un ejército de langostas podría representar un ejército de árabes? 

Alrededor de 900 años antes del Apocalipsis de Juan, el profeta Joel describió simbólicamente un ejército invasor como un enjambre de langostas. Cualquier ejército invasor numeroso podía compararse con un enjambre de langostas, pero los árabes y Mahoma tienen una conexión única con las langostas: En el romance beduino Antar, se presenta a la langosta como el emblema nacional de los ismaelitas [los ancestros de los árabes]. Y es de una coincidencia pasmante que la tradición musulmana hable de unas langostas que se posaron en las manos de Mahoma portando en sus alas esta inscripción–“Somos el ejército del Gran Dios” [10]

Como vimos primero, un escritor musulmán conecta los inicios del Islam con el abismo; aquí vemos escritores musulmanes conectando el Islam con las langostas que salen del abismo.

El ejército de langostas tiene ciertas restricciones a las que debe someterse: “Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes” (Ap. 9:4).

Una vez más el Islam se conecta a sí mismo con estas profecías por medio de su propia literatura. En cuanto a los árboles y a la vegetación, el Koran dice: “Cuando pelees las batallas de el Señor… no destruyas las palmeras, ni quemes los campos de granos. No tales los árboles frutales…” [11]. El comentador Albert Barnes escribió: “Este precepto es el más notable porque fue la costumbre en la guerra, y particularmente entre los bárbaros y semibárbaros, destruir el grano y la fruta, y especialmente talar los árboles frutales como forma de dañar lo más posible al enemigo” [12].

Según Apocalipsis 9:4, los que poseen “el sello de Dios” no son tocados. El Califa Aboubekir, sucesor de Mahoma,  le ordenó a los ejércitos musulmanes que no mataran a los monjes humildes y piadosos que vivían en los monasterios. A tales monjes, los ejércitos musulmanes debían “dejarlos en paz, no matarlos ni destruir sus monasterios” [13].  Es un hecho bien conocido que los musulmanes tenían un profundo respeto por San Francisco de Asís. De igual forma tenían respeto por los monjes sinceros y humildes de los primeros siglos. Aparentemente estos eran quienes (al menos en las mentes de los musulmanes) tenían “el sello de Dios” sobre sus frentes para protegerlos.

Según Apocalipsis 9:5, los que no poseen “el sello de Dios en sus frentes” son atormentados–pero no hasta la muerte–por cinco meses. El comentador Albert Barnes entendió que esto significaba que al Islam le fue dado “no destruir a la iglesia, sino traer sobre ella una serie de calamidades que continuarían por un período de tiempo definido” [14] .

Los “cinco meses” son entendidos, por los comentaristas historicistas como cinco meses proféticos, esto es 150 años. Esta figura numérica se basa en el principio sugerido en Números 14:34 y Ezequiel 4:6 [*]. Los musulmanes ciertamente persiguieron y afligieron al mundo cristiano por 150 años, pero no lo destruyeron. Después de un siglo y medio de guerras y conquistas, “ocurrió un cambio importante en los seguidores de el profeta de la Meca: saciaron su sed de conquista y se entregaron al cultivo de la literatura y las ciencias” [15]. Barnes agrega: “Desde ese periodo cesaron de perseguir a los cristianos; sus límites se contrajeron gradualmente; su poderío disminuyó; y el mundo cristiano, en relación a ellos, estuvo substancialmente en paz” [16].

La descripción que Juan hace de las langostas es muy semejante a la descripción que la historia hace de los ejércitos de musulmanes en los días de Mahoma. Lo primero que Juan nota es que “El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra”. Las langostas no eran caballos, eran algo más; porque el vidente dice que su aspecto “era semejante a caballos.” Adam Clarke escribió: “Los árabes son los mejores y más expertos jinetes del mundo entero: pasan tanto tiempo sobre los caballos que estos y su jinete llegan a ser un solo animal” [17]. Estas palabras son similares a la descripción que Juan da de los caballos y sus jinetes, como si fueran un solo ser en vez de dos seres separados.

Juan dice que las langostas tenían en las cabezas “como coronas de oro”. No eran coronas, sino que eran “como coronas de oro” lo que tenían en las cabezas. En la historia árabe Antar, citada anteriormente, está escrito que Dios les dio a los árabes “turbantes en lugar de diademas–i.e., coronas” [18]. Godbey menciona que los musulmanes usaban turbantes amarillos [19]. Las langostas de Juan tienen rostros humanos (de hombre) y pelo de mujer. Referencias históricas de los siglos III, IV, y V mencionan que los árabes usaban barba (“rostro de hombre”) y pelo largo (“cabellos de mujer”) [20]. Citando nuevamente del poema árabe Antar, se ven referencias a hombres con barba, pelo largo hasta el hombro y turbantes: “El se preparó apropiadamente, se recogió la barba, y guardó su pelo debajo de su turbante, subiéndolo desde sus hombros” [21]. 

En la descripción acerca de los “dientes como de leones,” se menciona la ferocidad y la violencia del ejército. Las “corazas como corazas de hierro” apuntan a la armadura usada por los árabes. El poema Antar hace al menos cuatro referencias a las armaduras de los guerreros [22]. El Koran dice: “Dios os ha dado cotas de malla (armaduras) para defenderos en vuestras guerras” [23]. 

Las langostas también tienen “colas como de escorpiones”. Esto sería una referencia a (1) la habilidad de los musulmanes para “disparar hacia atrás sin errar el blanco” mientras se retiraban a completo galope [24]; o, (2) al hecho de que los musulmanes victoriosos “infectaron a sus conquistados con doctrinas perniciosas”, forzándolos a convertirse al Islam [25].

Cualquiera que sepa algo de la historia de la iglesia católica sabe que estos fueron exactamente los mismos pecados en los que cayó tras el surgimiento del profeta Mahoma. “De la misma forma en la que Dios usó los reyes paganos de Asiria y Babilonia como azote de corrección para castigar y purificar a Su pueblo en tiempos antiguos, así usó al pagano Mahoma, ‘el azote de Dios’ para purificar una religión mancillada” [26]. Después de un siglo y medio de guerras y conquistas, el Islam suplantó a la cristiandad en gran parte del imperio oriental. Adam Clarke destaca que la parte de la iglesia (católica) que sobrevivió a las guerras islámicas “no fue corregida en lo absoluto por los juicios que cayeron sobre ella, sino que persistió en su insensata adoración de ángeles, santos, reliquias, etc., hasta el día de hoy” [27].

CONCLUSIÓN

Como hemos visto, los cristianos del pasado creían que Apocalipsis 9 era una profecía acerca del surgimiento del Islam y la invasión musulmana del mundo cristianizado. Si, a diferencia de ellos, nosotros no creemos que estos eventos hayan ocurrido aún; y si, a diferencia de los idealistas, no creemos tampoco que su cumplimiento sea ni simbólico ni gradual, si no literal y absoluto (en el futuro, durante la gran tribulación); entonces, ¿por qué presentamos esta posición aquí? Porque nos sirve para relacionar al Islam con el futuro holocausto de judíos y cristianos que los libros de Daniel y el Apocalipsis predicen; holocausto que Dios mismo vengará.

¿Es equivocado hacer esta relación?

Como ya vimos, en lugar de la predicación el método proselitista favorito del Islam (que literalmente significa “sumisión a Alá”) se llama jihad: “Guerra Santa”.
La cimitarra es el símbolo principal de la jihad. En el pasado, esta espada se usó para cortar las cabezas de aquellos que rehusaban inclinarse ante Alá. Millones de cristianos murieron de esta forma a través de los siglos [28]. Luego, los musulmanes abandonaron su deseo de conquistar y dominar al mundo para dedicarse al cultivo de la literatura y las ciencias. Pero, desde el trágico evento del 11 de Septiembre del 2001 en el World Trade Center de Nueva York, se hizo evidente para los cristianos (con ojos para ver) que los musulmanes han vuelto a su antiguo y verdadero amor: la cimitarra.

Los ejércitos del islamismo se están levantando nuevamente y están atacando a los países protestantes tal como una plaga de langostas ataca a las cosechas en los campos. Las estadísticas muestran que hoy en el mundo hay alrededor de 2,000 millones de personas que militan en las filas del Islam. ¿Cuántos de los que no tienen “el sello de Dios en sus frentes”, mencionados en Apocalipsis 9, serán musulmanes? ¿Es equivocado suponer que el Islam juegue un papel crucial en la persecución de los cristianos mencionada en los cuatro primeros sellos del Apocalipsis? ¿Es equivocado suponer que el Islam tenga algo que ver con los mártires decapitados que aparecen en Apocalipsis 20:4? ¿Cuántos de estos mártires cristianos morirán a manos de los que profesan una religión que los considera infieles? ¿Cuántos musulmanes serán los receptores de las plagas de las trompetas quinta y sexta por haber sido los victimarios de los creyentes en Cristo? (Ap 20:4)

Al final del capítulo nueve del Apocalipsis se menciona en forma explícita que los receptores de estas plagas son, entre otras cosas, idólatras y homicidas (Ap. 9:20-21). La deificación del Anticristo no será muy diferente de la que son objeto los líderes musulmanes en sus países, y no tenemos espacio para hablar de los homicidios cometidos en el nombre de Alá.

Dados los signos que descifra la posición histórica–signos que identifican al Islam, utilizando sus propias fuentes, como una fe que proviene del abismo–no es equivocado relacionar al Islam con el futuro holocausto de judíos y cristianos que la profecía describe.

No es popular hoy en día decir que el Islam es una fe diabólica, que proviene del abismo; y que los que la profesan deben renunciar a ella en el acto, antes de que sea demasiado tarde. El espíritu del siglo XXI nos compele a adaptarnos a la nueva era de paz y entendimiento que le da cabida a todas las religiones, considerándolas como legítimas. El proclamar que sólo el cristianismo evangélico es la única religión verdadera y que Cristo es el único camino al Padre no nos hará ganar ningún concurso de popularidad, especialmente entre los que hacen del derramamiento de sangre ajeno, y del suyo propio, la máxima ofrenda que pueden depositar en el altar de su dios. Sin embargo, el Nuevo Testamento habla de sólo “una fe” (Ef. 4:5), “la fe que fue entregada una vez a los santos” (Judas 1:3 RVA). El contender por esta única fe nos traerá aflicciones como las que la historia nos enseña, las señales nos anuncian y las profecías nos revelan. Pero aún estas aflicciones son menores que las que sufrirán los que no tienen “el sello de Dios en sus frentes”. Menores porque son temporales, y porque no son enviadas por Dios si no tan sólo permitidas por Él para hacernos partícipes de Sus sufrimientos por medio de la sabiduría de la cruz (Filipenses 3:10; Efesios 3:8-12; 1 Corintios 1:17-30; 2:1, 4-7, 13; 3:19). En cambio, los que no tienen “el sello de Dios en sus frentes”, comenzarán en vida a probar lo que sufrirán por toda la eternidad. Y “buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos” (Ap. 9:6).

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NOTAS


[*] Esta teoría es una falacia. Sectas como los Adventistas y Los Testigos de Jehová han caído en muchas herejías por usar tal sistema para sostener sus puntos de vistas en profecía. Sólo porque Dios maldijo a Israel a vagar por el desierto durante 40 años, según el número de días que los 12 espías estuvieron en Canaán, y porque Judá fue castigada 40 años según el número de días que Ezequiel yació sobre su costado, no se puede aplicar a cada referencia de tiempo que aparece en las escrituras proféticas sin que el texto nos lo diga. Aún en los pasajes en los que pretende apoyarse esta falaz teoría un día fue un día y un año fue un año. Hay, al menos, 18 ejemplos más, todos escriturales, que se pueden dar como ejemplo de que esta teoría es errónea.
 [1] Robert J. Wieland, “Islam Challenges the World,” Signs of the Times (Aug. 1985), 12.
[2] Ibid.
[3] Ibid.
[4] Albert Barnes, Barnes’ Notes on the Bible, Vol. 18, 398.
[5] W.B. Godbey, Commentary on the New Testament, Vol. 1, 49.
[6] Adam Clarke, Clarke’s Commentary, Vol. 18, 1098, 1100.
[7] Matthew Henry, Commentary on the Whole Bible, Vol. 10, 1167.
[8] John Wesley, Notes on the Whole Bible, 903.
[9] Abul A’la Mawdudi, Towards Understanding Islam, 8th ed. (Riyadh, Saudi Arabia: National Offset Printing Press, 1986), 63.
[10] Barnes, quoting Forster’s Mohammedism Unveiled (vol.i. p.217), 399.
[11] Ibid., 403.
[12] Ibid.
[13] Ibid.
[14] Ibid., 405.
[15] Barnes, 408.
[16] Ibid.
[17] Clarke, 1100.
[18] Barnes, 401.
[19] Godbey, 58.
[20] Barnes, 400f.
[21] Ibid., 401.
[22] Ibid., 401f.
[23] Ibid., 402.
[24] Godbey, 59.
[25] Clarke, 1101.
[26] Godbey, 58.
[27] Clarke, 1103.
[28] William Schnoebelen, “La Masonería: Más Allá de la Luz”.