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viernes, 17 de junio de 2011

LO QUE LA BIBLIA DICE SOBRE EL ARREBATAMIENTO

A pesar de la popularidad de la enseñanza sobre el arrebatamiento pretribulacional, la doctrina no se encuentra en la Biblia. Es sólo una inferencia de un puñado de pasajes, una libertad doctrinal que no permiten los textos utilizados. Según el pretribulacionismo, el Señor Jesús regresará para arrebatar a Su Novia, los verdaderos creyentes que componen el cuerpo de Cristo, antes del “Periodo Tribulacional” de siete años descrito en el libro de Apocalipsis. Este periodo incluye tres series de juicios: los sellos, las trompetas y las copas. Como los pretribulacionistas ven a esta triple serie de juicios como la ira de Dios, enseñan que la Iglesia debe ser arrebatada antes de que estos juicios comiencen. Esta enseñanza se basa en la promesa: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Ts. 5:9).

El pretribulacionismo parte mal. En ninguna parte la Biblia dice que los sellos son parte de la ira de Dios. Es cierto de que son parte de un periodo de intensa dificultad decretado por Dios, pero eso no los hace parte de Su ira. Para comprender cuánta  diferencia hay entre juicio e ira, veamos la definición que nos da un diccionario de estas dos palabras. Según el Noveno Diccionario Colegiado de Webster, juicio en este contexto se define como “una sentencia divina o decisión; una calamidad enviada por Dios”. Ira, por otra parte, se define como “cólera furiosa y vengativa, o indignación; castigo retributivo por una ofensa o un crimen”. ¡Gran diferencia!

A través de la historia, Dios ha decretado muchos juicios — sobre individuos, sobre naciones y sobre toda la humanidad. En el Huerto del Edén, Dios pronunció juicios sobre Adán y Eva, y sobre la serpiente (Gn. 3:14–19). En el tiempo de Noé, Dios pronunció un juicio sobre todo el mundo (Gn. 6:7). En el siglo I, el Señor Jesús pronunció juicios sobre la higuera, sobre Jerusalén y sobre las ciudades que rechazaron el evangelio (Mt. 21:18–19, 11:21–24; Mt. 24:2). Hay cientos de juicios en la Biblia; como los juicios de los sellos, las trompetas y las copas descritos en el Apocalipsis.

¿Pueden ser todos los juicios del Apocalipsis la ira de Dios? La respuesta es: No. La Biblia enseña claramente que la ira de Dios comenzará después del sexto sello, y que será parte del Día del Señor (véase el capítulo 4, “¿Cuándo Comienza la Ira de Dios?”). Por lo tanto, no hay ninguna razón bíblica que requiera que el arrebatamiento tenga que ocurrir antes. De hecho, el que el arrebatamiento ocurriera antes crearía muchas contradicciones en la Biblia, que analizaremos a lo largo de este libro.

¿Cuándo, entonces, ocurrirá el arrebatamiento?

La Biblia nos dice que, como en el tiempo de Noé, llegará el día en el que a Dios se le acabará la paciencia para soportar la impiedad de la humanidad. Aunque la mayoría de las personas equiparan “el fin del mundo” a la batalla de Armagedón, “el fin del siglo”, como el Señor Jesús lo llamó, comenzará poco antes de que Él regrese a la tierra a ocupar Su legítimo lugar como Rey soberano (Mt. 24:3, 29–30). Este evento es el que introducirá el Día del Señor, durante el cual Dios derramará Su ira sobre el mundo impenitente.

¿Cuándo Vendrá el Juicio?

Una vez que Sus discípulos aceptaron al Señor Jesús como al Mesías, era natural que quisieran saber cuándo comenzaría el Día del Señor. El Señor Jesús ya les había dicho que Él los dejaría por un tiempo, y aunque los discípulos no entendieron la verdadera naturaleza de Su partida, sí entendieron una cosa: el Señor regresaría, y cuando lo hiciera, Él juzgaría a todo el mundo tal como los profetas lo habían anunciado. ¿Pero cuándo? Esta fue exactamente la pregunta que le hicieron en Mateo 24: “¿Qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (v. 3).

El Señor les respondió dándoles una larga lista de los eventos que precederán Su regreso:

1. Surgirán muchos falsos cristos (v. 5).
2. Habrá guerras entre las naciones (v. 6).
3. Habrá pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares (v. 7).
4. El Anticristo  profanará el templo de Dios (v. 15).
5. Habrá un periodo de severa tribulación para el pueblo de Dios, la más intensa en toda la historia de la humanidad (v. 21).

Luego de describir todos estos eventos, el Señor Jesús dice:

"E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro"  (Mt. 24:29–31).

El momento no podría haber sido mencionado más claramente. Habrá señales específicas — el surgimiento de falsos cristos; guerra mundial, pestes, hambres y terremotos; la profanación del templo de Dios a manos del Anticristo ; la Gran Tribulación; y la triple señal en el sol, la luna y las estrellas — que, una a una, nos acercarán más y más a Su regreso. Cuando comparamos estas señales a los juicios de los sellos descritos en el Apocalipsis, vemos que son idénticos (ya veremos después lo que esto significa).

Los Discípulos Se Enteran Sobre el Arrebatamiento

Por medio del apóstol Pablo el Señor Jesús reveló que la Iglesia no tendría que pasar por el periodo de destrucción e ira que vendría a continuación del regreso de Cristo. Los creyentes recibiremos milagrosamente cuerpos nuevos, celestiales, y seremos removidos de la tierra antes de que el Señor Jesús comience a vengarse de los impíos durante el Día del Señor. Pablo describió este evento en 1 Corintios 15:51–52:

"He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados".

¡Qué hermoso cuadro! Pablo elaboró esta promesa en su primera epístola a los Tesalonicenses:

"Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos para siempre con el Señor" (1 Ts. 4:16–17).

Así, la iglesia primitiva fue introducida al concepto del arrebatamiento. Como era de esperar, esta descripción es la misma descripción que el Señor nos da de Su venida en Mateo 24:

"… y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro" (Mt. 24:29–31).

Por lo tanto, cuando el Señor venga en las nubes después de la Gran Tribulación, Él mismo efectuará el arrebatamiento de la Iglesia.

El verbo arrebatar (Gr. arpazo) aparece varias veces en el Nuevo Testamento (Hch. 8:39; 2 Co. 12:2,4; 1 Ts. 4:17; Ap. 12:5). Comunica que se ejerce una fuerza de manera súbita, como en Mateo 11:12; 12:29; 13:19 (véase también su uso en Jn. 6:15; 10:12,28,29; Hch. 23:10; y en Jud. 23). En el Antiguo Testamento nos encontramos con dos casos de personas arrebatadas por Dios: Enoc (Gn. 5:24; He. 11:5) y Elías (2 R. 2:11). El arrebatamiento, como vemos, es del mayor de los intereses para la Iglesia, que recibe la instrucción de esperar al Señor (Tit. 2:11-14) y la promesa de ser arrebatada a Su venida (1 Ts. 4:16-17).

Resumiendo, vemos que la venida del Señor Jesús, y por lo tanto el arrebatamiento, será precedido por una serie de eventos claramente identificables. Primero surgirán falsos cristos, habrá guerra mundial, pestes, hambres y terremotos en diferentes lugares; todo lo cual el Señor Jesús llamó “principio de dolores” (Mt. 24:5–8). Luego vendrá el Anticristo, quien profanará el templo e iniciará la Gran Tribulación persiguiendo al pueblo de Dios (vs. 15-21). Esto será seguido por la triple señal cósmica: el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor y las estrellas caerán a la tierra, señalando que el Día del Señor está por comenzar (v. 29). Entonces — justo antes del Día del Señor — Cristo aparecerá en el cielo, viniendo en las nubes y arrebatará a Su Iglesia. 

El Sexto Sello

¿Cuándo, durante el “Periodo Tribulacional”, ocurrirán estas señales y, por lo tanto, el arrebatamiento? Observemos con más atención a los cataclismos cósmicos que precederán el retorno de Cristo: 

"E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas" (Mt. 24:29). 

A los estudiantes del Apocalipsis estas señales les deben parecer muy familiares. Son las mismas señales descritas en Apocalipsis 6:12–13 como parte del sexto sello: 

"Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer los higos cuando es sacudida por un fuerte viento". 

En otras palabras, la evidencia clara y directa de la Biblia sitúa al arrebatamiento después de la apertura del sexto sello. Como hemos mencionado anteriormente, los eventos que el Señor Jesús describe como parte del “principio de dolores”, la Gran Tribulación y la triple señal en los cielos se correlacionan con los eventos de los seis sellos. Esto sitúa al quinto sello, o al clamor de los mártires, ocurriendo durante la Gran Tribulación, la que a su vez ocurrirá tres años y medio después del inicio del “Periodo  Tribulacional.” De tal forma que el retorno de Cristo y el arrebatamiento de la Iglesia, eventos que suceden después de la apertura del sexto sello, también ocurrirá algún tiempo después de la mitad de la “Tribulación”. 

Pero, ¿no pondría esto a la Iglesia bajo la ira de Dios? ¿Por qué tendría la Iglesia que sufrir este periodo de retribución divina diseñado para el mundo incrédulo? Primero, los juicios de los sellos no son parte de la ira de Dios. Segundo, los juicios de los sellos no son para castigar al mundo, sino para evangelizarlo. Además, con relación a la Iglesia, los juicios de los sellos son parte del “fuego de prueba” (1 P. 4:12) para el cual ella está destinada.

Respuesta Directa

Lo importante es lo clara y directamente que el Señor Jesús les responde a Sus discípulos. Esencialmente, ellos le preguntaron: “¿Cuándo regresarás?” Al comparar la descripción que el Señor hace de Su venida con las descripciones que Pablo nos da del arrebatamiento, vemos que ambos eventos son en realidad uno solo. Luego, cuando comparamos las señales de la venida de Cristo con el sexto sello, también vemos que ambos eventos son uno solo. 

Por lo tanto, el regreso de Cristo y el arrebatamiento de la Iglesia sucederán inmediatamente después de la apertura del sexto sello, algún tiempo después de la mitad del “Periodo Tribulacional” de siete años. 

La Segunda Venida de Cristo y el arrebatamiento de la Iglesia no son un misterio. Ambas doctrinas se pueden encontrar fácilmente en la Biblia. Si esto es todo lo que el lector quería saber sobre el tema, puede dejar de leer este libro aquí mismo. El resto de él está dedicado a analizar las muchas formas en que llegamos a la misma conclusión una y otra vez. Estos análisis intentan responder las variadas preguntas que existen acerca del momento (en la secuencia de los eventos) en que la Segunda Venida de Cristo y el arrebatamiento ocurren — no porque estas enseñanzas sean poco claras, sino porque a la mayoría de los creyentes se les ha enseñado otra cosa.

La Ira y el Día del Señor

¿Qué hay con la ira de Dios? ¿Cómo se relaciona esta con el arrebatamiento? En el capítulo 1, vimos varios versículos que describen los juicios de Dios asociados con el Día del Señor. Veamos de nuevo uno de los versículos claves:

"Aullad, porque cerca está el día del Señor; vendrá como asolamiento del Todopoderoso. Por tanto, toda mano se debilitará, y desfallecerá todo corazón de hombre, y se llenarán de terror; angustias y dolores se apoderarán de ellos; tendrán dolores como mujer de parto; se asombrará cada cual al mirar a su compañero; sus rostros, rostros de llamas. He aquí el día del Señor viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes" (Is. 13:6–11).

Isaías deja claro que la ira de Dios está contenida en el Día del Señor. Como dijimos en el capítulo anterior, el Día del Señor también es llamado “el Día de la Ira de Dios”.

Regresemos a los versículos sobre el arrebatamiento en 1 Tesalonicenses 4:15–17: 

"Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos para siempre con el Señor".

Unos pocos versículos más adelante, Pablo continúa: 

"Pero acerca de los tiempos y las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche"  (1 Ts. 5:1–2).

Compárese la referencia de Pablo a la venida del Señor que aparece en 1 Tesalonicenses 4:15 con la referencia a el día del Señor en 1 Tesalonicenses 5:1–2. Nótese el uso de las dos frases diferentes: la venida del Señor y el día del Señor. Tanto aquí como en 2 Tesalonicenses 2:2, Pablo aclara que la venida del Señor y el arrebatamiento de la Iglesia preceden al Día del Señor. Por lo tanto, si la ira de Dios está contenida en el Día del Señor, y el arrebatamiento sucede antes de ese Día, entonces el arrebatamiento también ocurre antes de la ira de Dios.

Señales que Preceden el Día del Señor

¿Cuándo comienza el Día del Señor? La Biblia no le deja lugar a la duda. El Día del Señor es uno de los eventos más profetizados en la Biblia: Es descrito más de media docena en el Antiguo Testamento por escritores como Isaías, Sofonías y Joel; y también por escritores del Nuevo Testamento como Pedro, Pablo y Lucas. 

Las descripciones de este magno evento son a menudo acompañadas por señales claras e inequívocas. El profeta Joel nos da una de las más vívidas descripciones de esas señales: 

"El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová" (Joel 2:31). 

Pedro reitera estas señales en el libro de Hechos: 

"El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto" (Hch. 2:20). 

¿Cuándo ocurrirán estos cataclismos cósmicos? Una vez más, las Escrituras apuntan hacia el sexto sello: 

"Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer los higos cuando es sacudida por un fuerte viento" (Ap. 6:12–13). 

Esto es una confirmación adicional a la pregunta que respondimos antes: Si la Iglesia es arrebatada después del sexto sello, ¿no significa que experimentará la ira de Dios? No. La ira de Dios no comienza sino con el Día del Señor, el que se inicia después del sexto sello. El Señor Jesús regresa, arrebata a Su Iglesia, y con Su Novia segura fuera del mundo, comienza el derramamiento de Su ira sobre la humanidad impía. 

Hay confirmación adicional sobre el hecho de que el Día del Señor comienza al abrirse el séptimo sello. El Día del Señor es descrito por el profeta Sofonías, quien dice: “Calla en la presencia del Señor Dios, porque el día del Señor está cercano” (Sof. 1:7). Si el Día del Señor comienza con el séptimo sello, podríamos esperar ver una solemne mención sobre silencio en el Apocalipsis antes de que se abra el séptimo sello. Y esto es exactamente lo que vemos. Después de describir los seis primeros sellos, Juan dice: “Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora” (Ap. 8:1-2). Esto concuerda perfectamente con la descripción dada por Sofonías.

Cuatro Eventos Coincidentes

Si todo esto suena complicado, no lo es en realidad. Al abrirse el sexto sello, cuatro cosas suceden simultáneamente: (1) los juicios de los sellos concluyen (2) Cristo vuelve para (3) arrebatar a la Iglesia, y (4) comenzar a administrar Su juicio sobre los impíos. El retorno de Cristo gatilla estos dos últimos eventos. 

Para comprender mejor la belleza de la relación entre estos eventos, comparémoslos a un matrimonio. Cristo es el amante esposo y los creyentes son Su amada esposa, quien en su cumpleaños espera ansiosamente la llegada de su esposo desde el trabajo. Para ella, el regreso de su esposo significa gozo, la posibilidad de flores y besos y, tal vez, una cena romántica a solas. Para los niños, que se portaron muy mal ese día, el regreso del padre significa algo totalmente diferente. Significa que pronto verán su peor expresión facial y experimentarán una dura reprimenda. Un mismo evento, el regreso del padre, inicia dos series de sucesos diferentes y completamente separados para los diferentes miembros de la familia.

Resumiendo

¿Qué significa esto? Los eventos que culminan en la Segunda Venida de Cristo y el arrebatamiento de la Iglesia seguirán un patrón claramente establecido en las Escrituras. Primero sucederán una serie de devastadores eventos mundiales (los cinco primeros sellos del Apocalipsis), seguidos por la triple señal (en el sol, la luna y las estrellas) descrita en Joel, Mateo y el Apocalipsis (el sexto sello). Luego Cristo viene a arrebatar a la Iglesia. A continuación de este evento glorioso, el séptimo sello introduce el Día del Señor, el que contiene los juicios de las trompetas y las copas de la ira de Dios. 

Cristo regresará después del sexto sello, antes del derramamiento del Día del Señor y la ira de Dios. Es decir, será post-tribulacional y pre-ira. 

Veamos de nuevo el momento en que ocurre el arrebatamiento siguiendo el relato que el mismo Señor Jesús nos da en Mateo 24, pero esta vez teniendo los sellos del Apocalipsis en mente: 

"Mirad que nadie os engañe... Y oiréis de guerras y rumores de guerras [el primer sello]... Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino [el segundo sello]. Y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares [tercer y cuarto sellos].… Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel [el Anticristo presentándose en el -todavía por reconstruir- templo en Jerusalén; lo que ocurrirá exactamente tres años y medio después de iniciada la Semana Septuagésima], entonces los que estén en Judea, huyan a los montes.… Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá [el quinto sello]. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.… E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas [el sexto sello]. Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria [la venida de Cristo]. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro [el arrebatamiento]" (Mt. 24: 4, 6- 7, 15-16, 21–22, 29–31). 

Esto explica la importancia de reconocer que los eventos de Mateo 24 son los mismos descritos en los juicios de los sellos de Apocalipsis 6. Cuando se ven de esta forma — la forma en que el Señor Jesús nos enseña a verlos — el momento en que sucede el arrebatamiento queda libre de toda sombra de duda. 

En Mateo 24:31 nuestro Señor nos da un cuadro perfecto de la reunión de los salvos de esta dispensación por medio del arrebatamiento. Marcos incluso usa la misma forma verbal para ‘juntar’ que Pablo usa en 2 Tesalonicenses 2:1 como ‘reunión’, para referirse al arrebatamiento. Para las mentes desprejuiciadas, la reunión de los salvos, o los escogidos, en Mateo 24:31, es el prototipo de la enseñanza de Pablo en 1 Tesalonicenses 4:16-17 y 2 Tesalonicenses 2:1. Creemos que esto es correcto, considerando que 1 Tesalonicenses 4:16-17 emplea muchos de los mismos elementos, y lenguaje casi idéntico, a Mateo 24:29-31 — “el Hijo del Hombre viniendo en las nubes del cielo, con poder y gran gloria, con gran voz de trompeta, y con ángeles celestiales”. Repetimos, para las mentes desprejuiciadas, la correlación es difícil de obviar.

¿Qué Hay de Cierto Sobre un Regreso Espiritual?

Los pretribulacionistas argumentan en contra de esta conclusión. Dicen que cuando Cristo regrese a arrebatar a la Iglesia no lo hará en forma corporal (físicamente) sino en forma espiritual. Proponen que el Señor Jesús regresa en forma corporal siete años después, cuando aparece con Su hueste angélica para terminar la Batalla de Armagedón. Este punto de vista no sólo contradice el momento claramente destacado por el Señor mismo, sino que también contradice lo que el ángel le reveló a los apóstoles en Hechos 1:11: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hch. 1:9–11). 

El Señor Jesús no fue tomado al cielo en forma espiritual; y el ángel deja muy en claro que Él tampoco regresará por los creyentes en forma espiritual, sino en forma corporal (físicamente). Pablo confirma esta verdad, diciendo: “Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar… en el sentido de que el día del señor está cerca” (2 Ts. 2:1–2). Pablo estaba seguro de que el arrebatamiento tomará lugar cuando Cristo regrese físicamente, y que este regreso físico del Señor ocurrirá antes del Día del Señor. 

Esta misma afirmación es hecha por Pablo en 2 Tesalonicenses 1:5–7: 

"…Nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis. Esto es demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis. Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder".  

A través de la Biblia, la palabra “reposo” se usa para ilustrar el cese de toda labor — de ahí el “reposo” del día Sábado dado para el pueblo de Dios, el “reposo” del Jubileo para la tierra, y el “reposo” espiritual que Dios le da a Su pueblo (Heb. 4:9–10). Considerando que el contexto del libro de 2 Tesalonicenses es: los últimos tiempos, el regreso de Cristo y el arrebatamiento de la Iglesia, esta referencia hecha al pueblo de Dios siendo liberado de sus enemigos por medio de recibir reposo con Cristo cuando Él venga con los ángeles de su poder, sólo puede ser el arrebatamiento. 

Pablo confirma esta conclusión cuando describe a los ángeles viniendo “en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (v. 8). La Biblia enseña que, después de que el Señor Jesús arrebate a Su Iglesia, juzgará al mundo impío e impenitente durante el Día del Señor. Esto es exactamente lo que Pablo describe aquí: reposo con Cristo, seguido de fuego y venganza sobre aquellos que no conocen a Dios y que no obedecen el evangelio. 

En Tito 2:13 vemos otro vínculo entre el arrebatamiento y el retorno físico de Cristo; donde Pablo exhorta a los creyentes a vivir sobriamente, “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo”. Pablo claramente cree que cuando el Señor Jesús aparezca para arrebatar a Su Novia, Su aparición será física y literal. Santiago también evidencia la misma creencia: “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor… Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca” (Stg. 5:7–9).

Una Visión de la Iglesia Arrebatada

Aunque el Apocalipsis no describe el arrebatamiento, Juan nos da una breve visión de los primeros momentos de la Iglesia una vez que ha sido arrebatada al cielo. Inmediatamente después de que Juan describe los seis sellos y antes de que describa los juicios de las trompetas, el apóstol escribe: 

"Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero" (Ap. 7:9–10). 

¡Qué hermoso cuadro! Los hombres y las mujeres que componen la Iglesia, con sus nuevos cuerpos glorificados, están en la presencia de Dios adorándolo y glorificándolo. La referencia a la salvación en este pasaje es apropiada, no sólo porque Dios les ha dado la salvación de sus almas inmortales; si no, en este caso, porque Él también les ha dado la salvación de la primera muerte: la salvación de sus cuerpos. Esta visión es consistente con la promesa que Pablo nos da a todos los creyentes en 1 Tesalonicenses 5:9: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo”. 

La multitud no representa solamente a los creyentes que murieron en algún momento de la historia anterior de la humanidad. Sabemos que esta es una visión de la Iglesia arrebatada porque el mismo Juan nos lo dice. 

"Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios engujará toda lágrima en los ojos de ellos" (Ap. 7:13–17). 

El hecho de que Cristo arrebatará a la Iglesia de la Gran Tribulación también responde uno de los enigmas propuestos por el Señor Jesús en la Profecía del Monte de los Olivos: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mt. 24:22). ¿Qué es este acortamiento de días? Dios no acortará físicamente la duración del reinado del Anticristo, porque ya se ha establecido que será de 1,260 días. Lo que sucederá es que el Señor Jesús acortará la Gran Tribulación al arrebatar a Su Novia al cielo antes de que el tiempo establecido (de la Gran Tribulación) se cumpla. 

El Anticristo continuará persiguiendo a aquellos que se conviertan en creyentes después del arrebatamiento, pero una vez que Cristo arrebate a la Iglesia, el infame será distraído de su insano deseo de destruir al pueblo de Dios por la aparición de una miríada de langostas demoníacas que emergerán del abismo, por las montañas ardientes que caerán del cielo a la tierra, por el fenómeno de los ríos y los océanos convirtiéndose en sangre, y por las otras catástrofes que vendrán sobre la tierra durante el Día del Señor. Así las cosas, el Anticristo se verá obligado a postergar su obsesión para hacer frente al daño que sufrirá su reino mundial. 

Los Cuatro Vientos

La mención de los cuatro vientos es evidencia adicional de que el arrebatamiento ocurrirá después de la apertura del sexto sello. En Mateo 24, después de describir los cataclismos cósmicos asociados con el sexto sello, el Señor Jesús dice: “Y enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. Esta frase, “de los cuatro vientos”, nuevamente vincula el arrebatamiento con los eventos del sexto sello: “Después de esto [los cataclismos cósmicos del sexto sello] vi a cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol” (Ap. 7:1). 

Hay quienes argumentan que esta definición de los cuatro vientos es demasiado restringida. Señalan que esta es una frase general que podría tanto tener como no tener ninguna relevancia para vincularla con otros pasajes similares. Concedemos esto. Sin embargo, Dios usa esta frase, “los cuatro vientos”, sólo nueve veces en la Biblia, todas ellas en un contexto profético (Mt. 24:31; Mr. 13:27; Ez. 37:9; Ap. 7:1; Jer. 49:36; Dn. 7:2; Dn. 11:4, y Zac. 2:6). El poder de nuestro argumento es que, en este caso, la frase es empleada en el mismo contexto y en el mismo orden al de los eventos proféticos. 

Juan no sólo usa la misma frase “los cuatro vientos”, sino que la usa en la misma secuencia de eventos:

Mateo 24

1. La persecución y el martirio del pueblo de Dios.

2. El sol se oscurece, la luna no da su resplandor y las estrellas caen del cielo.

3. Los cuatro vientos.

4. La reunión de los escogidos.

Apocalipsis 6­–7

1. La persecución y el martirio del pueblo de Dios.
2. El sol se oscurece, la luna se vuelve como sangre y las estrellas caen del cielo.
3. Los cuatro vientos.
4. La gran multitud (la Iglesia) adorando al Señor en el cielo.

El momento en que toma lugar el regreso físico de Cristo y el arrebatamiento no es un misterio. Nunca lo fue. La evidencia acerca de cómo y cuando sucederán estos eventos está clara y generosamente distribuida a lo largo de la Escritura. La evidencia acerca del arrebatamiento preira, el que acontece después de la apertura del sexto sello, no ha sido agotada aún.