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martes, 14 de junio de 2011

LA SEÑAL DEL FIN DEL SIGLO

Hay un anhelo en el corazón de todo aquel que sinceramente ama al Señor - un deseo por aquel día cuando todo lo torcido será enderezado, cuando toda lágrima será enjugada, cuando no habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, ni muerte (Ap 21:4). Anhelamos ser rescatados de los terribles efectos del pecado. Aun la creación misma gime en anticipación del día cuando será liberada del dominio de Satanás y de la esclavitud de la corrupción (Ro 8:19-22).  El clamor de Pablo es, en un sentido, el de todo creyente: ¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? (Ro 7:24).

PREGUNTAS ETERNAS

“¿Hasta cuándo, oh Señor?" "¿Cuándo regresarás?" Incluso antes de los últimos días, estas preguntas arden en los pensamientos de todo cristiano genuino.  Cuánto más no arderán en los corazones y mentes de la iglesia de el Señor Jesucristo durante la gran tribulación del anticristo en la última mitad de la Semana Septuagésima.

Efectivamente estas preguntas fueron hechas por los discípulos, incluso cuando el Señor Jesucristo estaba aquí en la tierra durante su primera venida: ¿Cuándo serán estas cosas…?, preguntaron ellos. ¿…y qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo? (Mt 24:3). Fue en la tarde del tercer día de la semana de la Pascua. El Señor Jesucristo moriría tres días después a manos del gobierno romano con la aprobación de la multitud de judíos. El había acabado de decir a la multitud: Porque os digo que desde ahora no me veréis hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor (Mt 23:39).  Los discípulos empezaban a darse cuenta de que el Señor los iba a dejar, pero también de que regresaría otra vez para juzgar a las naciones (Lc 17:22-37). Lo más dominante en sus mentes era la pregunta: ¿…qué señal habrá de tu venida y del fin del siglo? Ellos sabían, por las mismas palabras del Señor Jesucristo, que así como se arranca , y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo [el fin del mundo] (Mt 13:40). Ellos sabían que el fin del siglo es el día del juicio de Dios contra los impíos, aquel día profético del que se habla una y otra vez en el Antiguo Testamento, el día del Señor, el día cuando el Señor regresará. De manera que los discípulos querían saber las respuestas a sus dos preguntas candentes:

1.         ¿Qué señal habrá de tu venida…?
2.         ¿Qué señal habrá del ... fin del siglo?

Es interesante notar que los discípulos hicieron sus preguntas en el orden específico en que estos eventos ocurrirán, esto es, primero el Señor Jesucristo regresará, y entonces Dios llevará a cabo el juicio.  Asimismo, en Mateo 24:1-29 el Señor Jesucristo responde a estas preguntas en el orden en que los discípulos las formularon. Pero en el versículo 30, él pone en claro que las señales ocurrirán en la sucesión contraria a la de los eventos; o sea, de hecho la señal del fin del siglo precederá a la señal de la venida del Señor Jesucristo. Es esencial entender el orden de esta sucesión según cómo el Señor Jesucristo enseñó que acontecerá. Por lo tanto, examinaremos estas preguntas en el orden que ocurrirán según la enseñanza de nuestro Señor.  Consideraremos primero en este estudio, Cuál será la señal del fin del siglo [fin del mundo]. Y en el estudio siguiente la segunda pregunta: Qué señal habrá de la venida del Señor Jesucristo.

Las respuestas del Señor Jesucristo a las preguntas de los discípulos son dadas junto con una de las más fuertes advertencias de nuestro Señor - una amonestación a la cual todo cristiano que entre a la Semana Septuagésima necesita prestarle atención con la más absoluta seriedad.  Esta advertencia se da al finalizar la explicación acerca de las cosas que sucederán antes de que la señal del fin del mundo se manifieste en los cielos, y está dirigida especialmente a aquellos cristianos que nos habremos escondido antes del inicio de la Gran Tribulación del Anticristo, poniéndonos fuera del alcance de su control demoníaco sobre la tierra.

Procurando arteramente persuadirnos a salir de nuestros escondites, el Anticristo enviará a muchos falsos Cristos y profetas que ostentarán señales y prodigios tan aparentemente divinos que si Dios no nos fortaleciera en la fe, ni nos preparara mediante su Palabra para saber qué hacer, muchos de los escogidos seríamos engañados.  El Señor Jesús advirtió acerca de estos días, diciéndonos: Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. (Mt 24:26).

La advertencia del Señor es muy específica. Es un aviso a la iglesia para que no sea engañada por las "grandes señales y prodigios" que harán los cristos y profetas falsos durante la Gran Tribulación del Anticristo. Estas serán, sin duda alguna, impresionantes exhibiciones de poder; tan tremendas que incluso los elegidos nos sentiremos tentados a salir de nuestros escondites para contemplarlas. Por esta razón el Señor Jesucristo manda a los suyos con las palabras más enfáticas: No salgáis... no lo creáis (v. 26). En otras palabras, no sean engañados por ninguna de estas señales falsas, por impresionantes que sean.  En vez de eso,  esperen la verdadera señal del fin del mundo.  Entonces, y sólo entonces, veremos la señal de la venida del Señor Jesucristo.

El Señor Jesucristo había acabado de explicar a sus discípulos lo siguiente:  cuando veáis en el lugar santo la ABOMINACIÓN DE LA DESOLACIÓN, de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)... porque habrá entonces GRAN TRIBULACIÓN, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá.  Y si aquellos días no fueran acortados, nadie [de los que se oponen al Anticristo] sería salvo (Mt 24:15,21, 22a). Junto  con la advertencia: No salgáis... no lo creáis, el Señor nos da también una promesa llena de significado: …por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados (Mt 24:22b). Si el Señor permitiera que la persecución del Anticristo se desarrollara plenamente durante los cuarenta y dos meses que le son asignados (Ap 13:5), nadie escaparía (Mt 24:22a). Sin embargo, el Señor Jesucristo promete que aquellos días serán acortados; esto es, los días de la Gran Tribulación del Anticristo - no su asignación de cuarenta y dos meses, sino más bien su persecución de los escogidos de Dios, incluyendo tanto la línea espiritual como la natural de Abraham. La palabra griega significa literalmente "amputar" [1]. Por eso la promesa del Señor Jesucristo es que no será permitido que la Gran Tribulación del anticristo alcance los límites que le fueron establecidos. Por el contrario, será amputada, será acortada, a pesar de que el Anticristo mismo continuará hasta que venga la consumación [una destrucción completa], y lo que está determinado [la destrucción que está decretada], se derrame sobre el desolador (Dn 9:27b).

¿CUÁL SERÁ LA SEÑAL?

Si las señales ficticias creadas por los cristos y profetas falsos serán pasmosas e impresionantes, ¿cómo será la verdadera señal que marcará el fin del siglo? Al describirla, el Señor Jesucristo explica que ésta ocurrirá  inmediatamente después de la tribulación de esos días (Mt 24:29a).  Entonces él cita el pasaje clásico del día del Señor en Isaías, el cual señala que en aquel espantoso día el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas (Mt 24:29b; Is 13:10). Esta descripción es idéntica al pasaje clásico de Joel, en el cual el Señor proclama por medio del profeta que el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día  grande y espantoso del Señor (Joel 2:31). En otras palabras, mediante estos pasajes vemos que la señal del fin del mundo [siglo] es la misma que el Señor dio a Joel, la misma que le fue dada a Isaías, y la misma también que el Señor Jesucristo dio a sus discípulos, a fin de que ellos supieran cuándo estaría a punto de ocurrir "el fin del mundo [siglo]"; es decir, cuándo él regresaría para el juicio de los habitantes del reino terrenal de Satanás. Veremos que esta es también la misma señal que el Señor Jesucristo le dio a Juan en el libro del Apocalipsis, para anunciar el día del Señor con el sexto sello.  De forma que hay completo acuerdo en las Escrituras en cuanto a qué será la señal y cuándo tendrá lugar. Esto es, inmediatamente después de la tribulación de esos días (Mt 24:29a); y, antes que venga el día  grande y espantoso del Señor (Joel 2:31). Por tanto el Señor Jesucristo entrelaza explícitamente la señal del fin del siglo, que ocurre inmediatamente después de la tribulación (Mt 24:29a), con la señal profetizada en el Antiguo Testamento que anuncia el día del Señor, el cual tendrá lugar sólo cuando la Gran Tribulación del Anticristo “sea acortada”. Entonces en el versículo siguiente el Señor Jesucristo explica que la segunda señal - la del Hijo del Hombre que aparecerá… en el cielo (v. 30)- seguirá en sucesión inmediata a la señal del fin del siglo.  El pasaje continúa explicando que después de que se manifiesten estas dos señales una tras otra, entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria  (Mt24:30b).

Basado en esto podemos sacar tres conclusiones: La primera, el día del Señor estará precedido por dos sucesivas señales imponentes, la señal del fin del siglo y la de la venida del Señor Jesucristo. La segunda, ambas señales (y los eventos que ellas anuncian) sucederán después de la tribulación o más bien, cuando la tribulación sea acortada (Mt 24:22). Y la tercera, estas dos señales aparecerán antes de la venida del Hijo del Hombre en las nubes del cielo. Esta última conclusión es de mayor significación teológica porque muestra claramente que el arrebatamiento no ocurrirá hasta después de la tribulación, en el momento cuando la Gran Tribulación del Anticristo sea acortada en algún instante durante la segunda mitad de la última "semana" de Daniel.

Teniendo ya clara en nuestra mente la relación entre estas dos señales cataclísmicas, consideraremos ahora más extensamente la primera señal y examinaremos la segunda en el siguiente estudio.

LA SEÑAL DEL FIN DEL MUNDO

Es difícil imaginar el pasmoso efecto de esta primera señal.  La Biblia usa el lenguaje más dramático en numerosos pasajes para describir esta señal que es, en efecto, un presagio de que el día del Señor está cerca. El Señor le habló repetidas veces a su pueblo de una señal que anunciaría aquel terrible día de venganza, un espectáculo en los cielos que hará palidecer todo lo que los ojos humanos jamás hayan visto. Será de tal magnitud y pavor que el ateo más acérrimo reconocerá su origen divino e intentará huir aterrorizado.

Todos en la tierra en ese momento verán que se estremecen los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor (Joel 2:10).  Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.  El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga  el día grande y espantoso del Señor (Joel 2:30,31). El tema principal del libro de Joel –-ya se habrán dado cuenta-- es el día del Señor. Isaías también predice que "el día del Señor viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor" (Is 13:9,10).

Lo asombroso es que estos eventos cataclísmicos no son meras metáforas sino que de verdad ocurrirán. No es de extrañar que sea esta señal la que acorte la Gran Tribulación del Anticristo.  En esencia, la señal del fin del siglo extinguirá simultáneamente todas las luces naturales del cielo, hundiendo a la tierra en la oscuridad total. Esta oscuridad estará acompañada con tremendos terremotos en el mundo entero, de manera que todo monte e isla serán removidos de su lugar (Ap 6:14). Cuando ese evento desconcertante ocurra, la humanidad incrédula se llenará de pánico y buscará desesperadamente ocultarse entre las rocas y las cuevas porque todos sabrán entonces con escalofriante certeza que la ira de Dios, acerca de la cual habían sido advertidos tan frecuente y compasivamente, está a punto de derramarse (Ap 6:15-17).  El Evangelio de Lucas también nos lo retrata vívidamente: Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia [entre las naciones], confundidas a causa del bramido del mar y de las olas, desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán [la ira del Señor que será derramada] en la tierra (Lc 21:25,26).

Sin embargo, por contraste notable, los que pertenezcamos al Reino de Dios, los vencedores, levantaremos nuestros los ojos con gran gozo y expectación, sabiendo que cuando estas cosas empiecen a suceder ... nuestra redención está cerca (Lc 21:28).

AL ACERCARSE "AQUEL DÍA"

El mundo incrédulo habrá sido advertido por el tercer ángel de su desastre ¡nminente si adora a la bestia o a su imagen. A estos inconversos se les habrá dicho que beberá[n] del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira (Ap 14:10). Y con todo, esa advertencia será pasada por alto hasta que sea demasiado tarde, en parte debido al engaño de iniquidad [de Satanás] para los que se pierden (2 Ts 2:10), y en parte a causa de que Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que se complacieron en la injusticia (2 Ts 2:11,12).  De hecho, por estas razones la mayoría de la gente no tendrá a Dios en cuenta para nada. Como el Señor lo describió en el Discurso del Monte de los Olivos, así será: Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos; así será también la venida del Hijo del Hombre (Mt 24:37-39).  De igual modo, Pablo nos informa que el día del Señor vendrá así como un ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán (1 Ts 5:2b,3).

Pero los creyentes que pasemos por la Gran Tribulación, anhelando el regreso del Señor Jesucristo y esperando las señales, debemos recordar que no conocemos el tiempo exacto del día del Señor, ni siquiera lo saben los santos más piadosos y perspicaces. Incluso no lo sabía el Señor Jesús durante el tiempo de su encarnación en la tierra, y es desconocido hasta para los ángeles del cielo.  Pero del día y la hora nadie sabe", dijo Jesús, "ni aún los ángeles del cielo, sino sólo mi Padre (Mt 24:36).  El Señor Jesucristo explicó a los discípulos que vendrían días [durante la Gran Tribulación del Anticristo] cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis.  Y os dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis, ni los sigáis. Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro extremo, así también será el Hijo del Hombre en su día (Lc 17:22-24).

Mediante una parábola, el Señor les dijo después a sus discípulos que durante el tiempo de la gran persecución debían orar en todo tiempo, y no desfallecer (Lc 18:1). Porque si el juez injusto de la parábola al final prestó atención a los clamores de la viuda que buscaba emprender acciones judiciales contra su adversario, ¿no hará Dios justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles?  Os digo que pronto les hará justicia.  Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lc 18:7,8).  En otras palabras, el regreso de el Señor Jesucristo no puede ser inminente hasta que no existan dos condiciones. La primera, es la Gran Tribulación del Anticristo.  La segunda, es el comienzo de una segunda campaña militar contra la nación de Israel iniciada por las naciones gentiles de alrededor.

LA CAMPAÑA DE JOSAFAT

El mayor evento que los creyentes verán justo antes de la aparición de la señal del fin de siglo será lo que a falta de un mejor nombre hemos denominado la "Campaña de Josafat". Esta campaña se refiere a la reunión de las naciones en el valle de Josafat en preparación para un segundo ataque militar contra Jerusalén, siendo la primera la Campaña de Jerusalén que tuvo lugar cuando el Anticristo se manifestó y ocupó el trono en el templo, demandando la adoración del mundo [3].  Como se profetizó en el libro de Joel, Dios reunirá de nuevo a las naciones circunvecinas de Israel en el valle de Josafat justo antes de que el día del Señor empiece.  Así lo declaró el Señor por medio del profeta Joel:

"Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré volver la cautividad de Judá y Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré bajar al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo,  y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra" (Joel 3:1,2; cf. Zac 14:2).

Unos pocos versículos después Joel continúa:

"Proclamad esto entre las naciones, proclamad guerra, despertad a los valientes, acérquense, vengan todos los hombres de guerra… Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré a juzgar a todas las naciones de alrededor. Echad la hoz, que la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno; rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos. Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día del Señor en el valle de la decisión.  El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor. El Señor rugirá desde Sión y dará su voz desde Jerusalén, y temblarán los cielos y la tierra; pero el Señor será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel" (Joel 3:9,12-16).

Como se ve en estos versículos, la Campaña de Josafat empezará cuando "esté cerca el día del Señor" (v. 14), y esto es lo que distingue a esta batalla de las otras dos campañas militares que tendrán lugar en diferentes ocasiones durante los últimos tiempos. La primera de ellas, es la Campaña de Jerusalén que ocurrirá en el punto medio de la Semana cuando el Anticristo mueva sus tropas contra Jerusalén, establezca su trono en el templo, y demande la adoración de todo el mundo.

La segunda es la Campaña de Josafat misma, un precursor del día del Señor y del regreso de el Señor Jesucristo. Esta campaña involucrará a las naciones gentiles que rodean a la nación de Israel (Zac12:6; Joel 3:11,12).

Como fue profetizado por Joel, Dios juntará a estas naciones en el Valle de Josafat justo antes del día del Señor. Esta campaña tendrá lugar en algún momento durante la segunda mitad de la Semana Septuagésima, poco antes de que la Gran Tribulación del Anticristo sea acortada por la ira del día del Señor. La tercera campaña será la Campaña de Armagedón que ocurrirá después de que se complete la Semana Septuagésima, al final del día del Señor. Esto involucrará primariamente los ejércitos impíos del Octavo Imperio Bestial y su batalla contra las fuerzas justas de el Señor Jesucristo.

Estas tres campañas militares sucederán en tres oportunidades diferentes en los últimos tiempos, y deben distinguirse y comprenderse cuidadosamente para que se evite seria confusión. En consecuencia, por motivo de claridad, a estas tres campañas le han sido dados nombres diferentes basados en sus descripciones bíblicas.

La mayoría de los eruditos consideran el valle de Josafat como el lugar conocido en los evangelios como el valle de Cedrón, que confina la ciudad de Jerusalén por el lado este. Josafat significa "Yahveh (o Jehová) juzga" y es por lo tanto una designación especialmente apropiada. Sin embargo, en los tiempos antiguotestamentarios ningún valle se llamaba Josafat, de manera que Joel pudiera haberse referido al valle de Beraca ubicado a unos diez kilómetros al suroeste de Belén donde el rey Josafat de Judá luchó con éxito contra las fuerzas de Amón, Moab y el monte de Seir (2 Cr 20:20-26).  Cualquiera que sea la ubicación exacta, el Señor se opondrá ferozmente a las arrogantes e impías naciones que él mismo juntará allí.

Como Zacarías revela: Aquel día, dice el Señor, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; más sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera... En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén (Zac 12:4,6).

Para nuestro propósito, en este momento lo más importante es recordar que la Campaña de Josafat empezará poco antes del día del Señor, y esa será una indicación más de que este pavoroso día está a punto de llegar.  Este es el último evento profético dado en las Escrituras que debe ocurrir antes del regreso del Señor Jesucristo en el día del Señor.  Y por esa razón la señal del fin del siglo, la cual será seguida por la señal de la venida de el Señor Jesucristo, no puede suceder hasta que haya sido iniciada la Campaña de Josafat contra Jerusalén.  Sólo entonces será "inminente"  el regreso de el Señor Jesucristo.

EL SEXTO SELLO

El libro del Apocalipsis nos da un resumen perfecto de la señal del fin del siglo -esto es, la que "acortará" la Gran Tribulación del Anticristo y que precederá inmediatamente al día del Señor, el fin del siglo. Dicha señal se ajustará perfectamente con "la señal de la venida de el Señor Jesucristo".  Inmediatamente antes de que el Señor arrebate a sus santos para que estemos con él, el mundo incrédulo vivirá en paz y seguridad bajo la protección del Anticristo.  Repentinamente y sin aviso, una asombrosa señal aparecerá en los cielos, anunciando el día de la ira de Dios y causando terror en el corazón de toda persona excepto en el de los elegidos de Dios.  En ese momento ningún ser humano, no importa cuán impío o escéptico sea, errará en darse cuenta de que el Dios Todopoderoso está a punto de tomar el control completo de su creación y derramar el juicio final contra el mal. Esta será la señal del fin del siglo, descrita vívidamente en el Apocalipsis cuando se abre el sexto sello:

"Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna toda se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.  Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?" (Ap 6:12-17).

Los inicuos de la tierra reconocerán inmediatamente el terrible significado de las señales celestiales, porque habrán sido advertidos por el tercer ángel en la mitad de la Semana Septuagésima. Por esto, Juan explica más tarde: Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y en presencia del Cordero (Ap 14:9,10).

Es acerca de esa "hora de su juicio", pregonada a todo el mundo por el primer ángel (Ap 14:7), de la cual Isaías profetizó hace mucho tiempo: "Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que se hizo para adorarlos; y se meterán en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable del  Señor, y por el esplendor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra" (Is 2:20,21).

Habrá gran espanto para los inicuos de la tierra, quienes habrán sido avisados repetidas veces de las consecuencias de adorar a la imagen y de recibir la marca del Anticristo.  Como dijo el Señor Jesús: Desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra (Lc 21:26).

Mas para el vencedor, el creyente genuino que haya sobrevivido el feroz ataque del Anticristo y que haya vigilado cuidadosamente por la aparición de las señales del retorno del Señor Jesucristo habrá esperanza bienaventurada, gran expectación y una reacción completamente diferente.  Cuando estas cosas empiecen a suceder, dijo Jesús, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca (Lc 21:28). Y así como el fin del siglo será anunciado por esta primera señal cataclísmica en los cielos, así una señal aun más pasmosa seguirá inmediatamente a la venida del Señor Jesucristo para consumar la redención de los escogidos. Esta señal es la que consideraremos a continuación.

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NOTAS

[1] El Señor dice en su Discurso del Monte de los Olivos: “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mt 24:22). El contexto de este pasaje es la persecución de los escogidos de Dios por parte del Anticristo durante un período al cual el Señor acaba de referirse como La Gran Tribulación (v.21). La Palabra es inequívoca en afirmar que Satanás, mediante el Anticristo, dispondrá de cuarenta y dos meses para actuar con casi total libertad y autoridad contra los santos (Dnl 9:27; 12:6,7; Ap 11:2; 12: 6,14; 13:4,5). Por lo tanto no es este período de 42 meses el que será acortado, sino que es la persecución o tribulación de los escogidos de Dios a manos del Anticristo, la cual ocurre dentro del mismo período, la que será acortada. La palabra griega traducida “acortados” (Mt 24:22) es ekolobothesan, de la palabra radical koloboo, la cual se usa en griego como un término médico para describir la amputación de una pierna u otra parte del cuerpo. De uso corriente, significa abreviar o acortar (Ver acortar, Dic. Expositivo de palabras del NT, Vine, pág. 16., 1999 Edit. Caribe) Por lo tanto, el tiempo originalmente permitido a Satanás para perseguir de manera directa a los santos será amputado por la señal del día del Señor, la cual será vista por todo el mundo en el sol, la luna y las estrellas, tal como lo predijo Isaías (Is13:10; 24:23), Joel (Jl 2:10, 31; 3:15), y el mismo Señor Jesucristo  (Mt 24.29).  ¿No esto, también, lo que el apóstol Pablo dice a su manera a los tesalonicenses en el siguiente pasaje?: "Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo”…(2 Ts 1:6-8).